Chamanes y poetas. Flavia Inés Carrión
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Ese amor que sientes cuando abrazas a un árbol, es la misma energía que al árbol lo atrae hacia ti.
Todos formamos parte de una red de conexiones cuyo nombre es misterioso, pero que la mejor manera de traducirlo es con la palabra Amor.
Confianza en el Misterio
Este mundo en el que vivimos parece tener ya todas las respuestas: desde el origen del Universo al funcionamiento de una neurona. Pareciera que no hay espacio para más descubrimiento. Las inquietudes se han vuelto materiales: cómo produzco más dinero para comprarme más objetos, cómo resuelvo los problemas logísticos para que funcionen los proyectos, qué sustancia consumo para apagar el dolor.
Todo parece centrarse en la cantidad de control que podemos ejercer sobre nuestro entorno.
Filosóficamente hablando, no hemos avanzado mucho. Hemos perdido el interés por el debate de ideas y el vuelo lírico del pensamiento. Vivimos encerrados en nuestra pequeña y oscura caja–tan convencidos de que lo llamado paranormal es cosa de gente desequilibrada o charlatanes– que, cuando sucede algún fenómeno que no podemos explicar, inmediatamente lo escondemos para que no nos perturbe. Con el tiempo, dejamos de experimentarlos.
Hemos olvidado que no hay actitud más científica que aceptar que no sabemos nada.
El viaje que se propone un chamán cuando está dedicado a su tarea, es un viaje hacia el Misterio. Su entrenamiento lo prepara para lo inesperado, para la sorpresa. El chamán sabe que ni siquiera la muerte es algo de temer, porque forma parte del circuito de la vida y llegará –tarde o temprano– a ella. Lo que más le preocupa es quedar atrapado en las apariencias y no aprovechar la oportunidad que cada instante le ofrece para maravillarse ante lo sublime.
Confianza es la estrategia infalible.
Un árbol puede hablar contigo, pero no lo hará hasta que suspendas momentáneamente el temor a que alguien te mire mientras hablas con él. Lo peor que nos puede suceder es perder la oportunidad de experimentar belleza. El asombro inocente es la llave que abre esa puerta. Los prejuicios son el duro cerrojo. Tenemos que aprender a soltar el control.
Confiar en una Inteligencia Superior, una corriente de energía consciente que podemos llamar Gran Espíritu, Universo, o Dios, requiere entrenamiento. Es necesario ir soltando amarras de a poco, para no alarmar al parásito mental que insiste en que tengamos miedo, que se aferra a la máscara, que pretende que nos quedemos detenidos sobre la rama, sin intentar volar.
Cuando finalmente lo hacemos, es curioso lo que sucede: dejamos de sentirnos una pequeña mota de polvo sacudida por lo caótico, para sentirnos parte de un movimiento sin límites, sin principio y sin final. Recuperamos el comando de nuestro poder personal.
Existe una corriente de energía de la que formas parte.
Has sido llamado por esa Totalidad y continuarás tu viaje junto a ella cuando tu aventura en el planeta Tierra llegue a su fin.
Conocimiento de la Realidad
Preguntemos a cualquier persona cómo funciona la realidad y probablemente su discurso se llenará con las palabras “mecanismos”, “causas y efectos”, “sistemas” y “estructuras”. Aunque la ciencia avanza, la cosmovisión del hombre común ha quedado detenida en la época de Newton. Ni siquiera nos hemos familiarizado con los conceptos de la física cuántica más básica, aquella que empezó a descubrir que “algo raro pasaba al nivel de lo muy pequeño” allá por la década del ‘50, entre otras cosas, que las partículas subatómicas que se observaban en un experimento reaccionaban en forma diferente de acuerdo a las expectativas de los investigadores(8).
Las evidencias de que la realidad material es modificable a partir de nuestra atención abundan en libros y redes sociales, sin embargo, nuestra mirada de la enfermedad sigue siendo exclusivamente “material”, y cuando experimentamos una dolencia física buscamos rápidamente un artilugio mecánico que la resuelva (una pastilla) como única opción.
Es curioso, pero la cosmovisión de los antiguos chamanes estaba muy cerca de la visión de la realidad que sostienen los modelos científicos más innovadores del presente.
Por ejemplo, el concepto de una red de energía en la que todo está interconectado encuentra su versión ancestral en la forma en que los maestros sioux explican el Universo: “la Abuela Araña tejió con canciones una red y así creó al mundo”. ¿Son los hilos de esa tela como filamentos de energía, como cuerdas?
En otro caso, la Teoría del Campo de Punto Cero, que explica que todo es tan solo energía e información en un vasto océano interconectado, es similar a la versión tolteca de realidad, donde un águila oscura, inconmensurable y voraz vuela por la eternidad(9).
Las prácticas chamánicas de sanación que hoy logramos rescatar parecen diseñadas siguiendo las teorías más innovadoras de la física. Es como si los antiguos sanadores de la cueva hubieran conocido y aplicado la idea de no-localidad, la interconectividad a distancia, el principio de indeterminación, como parte de su bagaje terapéutico(10).
Que las cosas en el mundo son “espíritu” (una forma alternativa de decir “energía”), y que pueden transformarse en otras cosas merced a un proceso de intención consciente, es un concepto de la cosmovisión ancestral que hoy encuentra resonancias en las experiencias de científicos de respetuoso paso por la academia como William Tiller, Gregg Braden o Amit Goswami(11).
Sin embargo, incorporar prácticas ancestrales no debería significar el reemplazo del viejo esquema por el nuevo, o simplemente absorber los nuevos conceptos abandonando los antiguos. Eso sería equivalente a encerrarse en una nueva caja, cambiando sólo el nombre de la etiqueta: en donde decía “Universo Newtoniano”, ahora debe decir “Universo Cuántico”. El Universo es infinitamente más complejo y rico que lo que cualquier teoría puede describir. El chamán busca “detrás de la verdad”.
Por eso, en lugar de consolidar una descripción del mundo, el chamanismo propone a las personas buscar por ellos mismos las respuestas. Hoy en día, rescatar la práctica de la sabiduría ancestral apunta precisamente a eso, a que cada persona conozca al Universo por su propia experiencia. Un facilitador puede enseñarnos a utilizar una brújula, pero lo que encontraremos al usarla corre por nuestra propia responsabilidad y criterio. Las reglas estrictas, los mapas, las verdades reveladas, no forman parte de la experiencia chamánica.
El propósito de nuestro viaje requiere, precisamente, ir abandonando las rígidas estructuras que –como gafas– hemos interpuesto entre la realidad y nosotros. A través de la constancia y la persistencia, es posible experimentar la riqueza de la existencia más allá de los condicionamientos mentales y los cinco sentidos físicos. Pero el Universo que encontraremos siempre será más rico y complejo que lo que ningún manual o instructor pueda describir.
Será único. Crecerá con nosotros. Nos traerá una experiencia nueva cada vez. Descubriremos lo que nuestros ancestros ya sabían: que más allá de las descripciones y definiciones, habita el Misterio. Encontrarnos en él nos brindará una paz más allá de todo conocimiento.
Será tan único como tú, que estás aquí para expresar de forma irrepetible ese Gran Misterio.
Como tú, que traes un matiz de color nunca antes visto y que jamás se repetirá.
Disciplina personal
Los seres humanos podemos llegar a ser individuos maravillosos, dotados de genialidad y amor incondicional. Sabios y creativos,