Crear. Bernardo Guerrero Jiménez
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En el plano de la historia local, Sergio González Miranda junto a otros colaboradores como Luis Gómez editan la revista Salitre: Reencuentro, añoranza, realidad. Escriben en ella Mario Zolezzi, Alfredo Loayza Bustos, Mario Vidal Quiroga, Enrique Luza Cáceres, Olaff Olmos Figueroa. La revista Nº 2 señala: “Dedicamos este número a Don Guillermo Billinghurst quien demostró un cariño por esta tierra más allá de la nacionalidad y cuyo aporte intelectual aún no ha sido valorado en su real magnitud” (1985:4).
Esta revista sería el antecedente de la desaparecida revista Camanchaca.
Una de las labores de interés y que prevalece hasta la actualidad, consistió en la formación de un Centro de Documentación especializado en ciencias sociales y con un fuerte componente regional. Esta se verá incrementada gracias a una política de canje que el Ciren desarrolla no solo con instituciones nacionales, sobre todo de Santiago, sino con países vecinos como Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Puerto Rico. En la actualidad, este centro sigue funcionando e incrementando y ampliando sus colecciones a materiales como fotografías, videos, etcétera. Ver al respecto www.creal.cl/biblioteca. Ernesto Almonte, Juan Gabilán, Yury Bustamante, Domingo Curín, Marco Escobar, Osvaldo Abdala, Daymond Flores son claves en este proceso de sistematización. En la actualidad, la socióloga Gabriela González junto a Constanza Cáceres, mantienen este importante Centro de Documentación.
El año 1986 se produce un quiebre al interior del Ciren. Un grupo de investigadores, no formados en la Universidad del Norte, con excepción de Eduardo Pérez Rodríguez, junto a Sergio González Miranda, Hans Gundermann Kroll, Olaf Olmos Figueroa y Vivian Gavilán Vega, abandonan la institución y forman el Taller de Estudios Regionales (TER). Luego, el matrimonio Gundermann y Gavilán forman en Arica el Taller de Estudios Aymaras (TEA). No hay una sola explicación para entender este cisma. Sin embargo, diferencias en las formas de ver el trabajo académico que se puede formular bajo la fórmula de positivismo versus investigación-acción, explicaría algo. A lo anterior hay que sumar el claro compromiso anti-dictadura que tenían los que se quedaron en el Ciren, cuestión que molestaba a más de algunos, que siendo anti-dictadura no se sentían tan cómodos con nuestras acciones. Y tal vez, por último, y por ello no tan relevante, diferencias en estilos organizativos y personales. De hecho, que el Ciren siga existiendo habla de la capacidad de gestión colectiva que siempre promovimos.
A mitad de los años 80 se forma el Cepaat, una ONG vinculada al mundo laboral tanto pesquero como minero. Con ello desarrollamos varias actividades en conjunto. Destacan en su formación Luis Caucoto y Germán Valenzuela.
El año 1987, desde la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), nos llega una carta en la que se nos solicita cambiar el nombre de Ciren. ¿La razón? Existía al interior de esta organización estatal una institución que se llama Centro de Investigación de Recursos Naturales (Ciren), cuya marca estaba registrada. Por lo anterior es que optamos llamarnos Crear, y conservar el nombre de Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Esta situación ocurre estando ya en nuestra segunda casa en Vivar 964.
Los congresos de sociología y de antropología
El Ciren contribuyó, desde el Norte Grande, a la creación del colegio de sociólogos. En tal condición se creó, en Iquique, el capítulo regional del colegio. Y como tal, apoyamos la realización del Primer Congreso Chileno de Sociología, que se realizó en Santiago el año 1984. Al revisar las actas de dicho encuentro académico, se puede advertir la presencia de varios sociólogos pertenecientes al Ciren, con ponencias atingentes al Norte Grande de Chile, sobre todo con temas indígenas. Esto fue una doble novedad. Por una parte, la sociología se abre a tratar temas étnicos y, por otro, se amplía el paisaje indígena: ya no son solo los mapuches, sino que también los aymaras (Podestá, Pérez y Guerrero, 1984). Al año siguiente, en 1985, se efectúa el Primer Congreso Chileno de Antropología. Los investigadores del Ciren juegan un rol importante en este evento académico, con varias ponencias sobre el mundo aymara del Norte Grande de Chile. Una de ellas de mi autoría, “El régimen pentecostal en la sociedad aymara del norte de Chile” (1985).
Un nuevo campo de estudio
En un tríptico publicado en Iquique el año 1980, el Ciren se define como:
... una institución de análisis y reflexión científico-social, que tiene por meta desarrollar una visión coherente y crítica de la realidad social del Norte. Postula la descripción y explicitación de esa realidad, de sus estructuras y procesos, ligando permanentemente trabajo teórico con actividades prácticas. El Centro proyecta una línea de acción orientada a los diferentes sectores sociales cuyas condiciones se analizan.
Para agregar:
Las características peculiares del subdesarrollo regional, no han sido estudiadas exhaustivamente y menos aún desde una perspectiva crítica. Estas, demandan la elaboración de explicaciones teóricas y métodos de análisis-acción propios (Ciren, 1980).
En este breve documento, el Ciren se plantea sus objetivos y metodología. El estudio del Norte Grande, a través de sus estructuras y procesos, pero más allá de esta mirada académica, nuestra ONG, postula la necesaria coordinación entre la investigación y la acción. Como veremos más adelante, se inscribe su accionar en lo que en la década de los años 80 del siglo pasado se conocía como investigación- acción. En el mismo documento ya citado, se plantea por qué fundar una institución de este tipo. Y se lee:
Como respuesta a la necesidad de rescatar, sistematizar y coordinar el aporte de investigadores sociales al conocimiento de la realidad del Norte Grande chileno e insertarlos en el contexto nacional (Ciren, 1980).
Años más tarde, estas ideas siguen marcando el rumbo del Ciren. En otro documento se pretende:
Fortalecer un diálogo fructífero cuyo tenor sea el desarrollo de la región, tanto económico como social, que permita fortalecer y apoyar a través de sus investigaciones, la acción de otras organizaciones comunales (urbano y rural) para aquellos sectores marginados de la sociedad, tanto en lo cultural, como en lo económico y educativo.
Desarrollar un estilo de trabajo en base a las principales problemáticas regionales, caracterizadas por la investigación-acción, es decir, un estrecho trabajo de terreno con los grupos marginados, donde estos tengan una participación en el proyecto tanto en la gestión como en el desarrollo y conclusión de este, así como en la evaluación.
La selección de problemas que Ciren estima pertinente analizar y operar en ellos, obedece a un criterio básico: que respondan a la problemática global del subdesarrollo y de la dominación social y cultural que tan notoriamente se observa en la región de Tarapacá (Ciren, 1986: 2).
En el año 1986, nos planteamos del siguiente modo:
Entre sus principales objetivos está en contribuir y participar en la formulación de un modelo de desarrollo regional, el que debe dar cuenta y activar todos los recursos humanos, tecnológicos, energéticos, culturales, socioeconómicos, organizacionales, empresariales y educativos, en función de lograr una complementariedad armónica entre los diferentes recursos regionales y los diferentes actores sociales que conforman el escenario social regional (Lladser, 1986: 92).
Estamos, por lo tanto, frente a una institución que tiene tres particularidades.
La primera es que en plena dictadura militar se plantea con una mirada al Norte Grande desde abajo en la que su preocupación es ética y políticamente explícita, por lo mismo que toma partido por los grupos más dominados. La lucha contra la dictadura es una constante. No hay ciencia neutral.