Poemas de autoayuda. Juan Cameron
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un gran signo de admiración
y yo y mi pobre Lázaro jadeantes sobre el césped
intentamos volar y alzándonos al cielo
me revuelco en tus redes cuando ya derrotado
en tiempo extra
te ovaciono.
Del horóscopo del jabalí
Se ha de gozar debidamente
en cada charco un charco y un revolcón tranquilo
y cuidado al aplauso más allá del espejo
Se ha de cuidar teclado y su manejo
cualquier golpe en falso pudiera eliminar
ese amor ya tan caro a la piel de los cerdos
Se ha de esplender así frente a su reflejo
de barro en la barriada todo puerco
es blanco en su nobleza de jabalí salvaje
Mas cuidado
fuego al fuego
No deberá acercarse a la fiesta de otros.
Mañana con llovizna
Esta mañana no podré echarme el libro de Fayad en el bolsillo
la llovizna lo llenaría de humedad más que todos estos años
Pensaba sentarme en el café y escribir un poema
sobre una muchacha
por el solo hecho de escribir y sentirme poeta
en que ni siquiera piense en alguna o exista siquiera
pues para mí ese cuerpo deseado eres tú cada mañana
cuando despiertas o resoplas pegada a mi axila
y toda tu cabellera rompe en mi hombro y se extiende
en mi pecho
como esa llovizna costera que hoy cubre la ciudad
esa pequeña ciudad donde viajan tus pasos y conoce tus voces
esa bandada de voces sobres techos y peldaños
donde flotan los barcos y los muelles
y me impide bajar
me impide llevar a Jamis en el bolsillo e invitarlo a un café
o a escribir un poema sobre alguna muchacha
pues tu presencia es tan real como la lluvia
esta mañana de otoño.
Una tarea
Fue acertado acercarme a ti y preguntarte por algo
algún trámite, alguna dirección hace ya veinte años
Tal vez andaba tras tus pasos sin saberlo
o era acaso un agente secreto cuyo encargo
era deshacerse de mí vinculándome a tu historia
De todas formas cumplí con la misión
o tú con la tuya, acaso.
Me pregunto si aquel formulario no me hubiese servido
si no hubiera bajado la escalara justo cuando subías
levemente tus ojos si acaso
no aceptara leer junto al poeta en ese bar si tal vez
septiembre en otro mes habría sido
o tal vez un feriado
No me arrepiento de nada de haberme emborrachado
de comernos las flores de perdernos
chocando entre los autos en la puerta del bar
de no habernos ido juntos esa noche
Fue acertado también buscarte a ciegas y hallarte en esa casa
sobre una esquina arriba donde aquella esperaba
tus brazos para alzarlas.
La balada del Londonviaduken
Ah Píndaro, yo era aquel que viste en la pantalla
del tiempo y la pradera un cruce de viaductos
un enredo de dársenas y túneles mas no iba
tras de un itinerario
En tu relato existe un fantasma pasado
de algún modo situado en un punto del cuadro
de paso a otra ciudad, a una canción de invierno
Estaba con mi aureola y el ojo amoratados
en ruta hacia los muelles abajo de los puentes
por nada ditirámbico ni en coro de una guerra
al menos en la imagen: un tipo derrotado
en medio de la escena
Ah Píndaro, fue fácil toparse en ese cruce
armado en la memoria a un costado del frío
Sólo años después reconocí ese instante
en una triste página del espectro electrónico
Ah Píndaro, yo solía ser ese, aquel en la pradera
hoy día de concreto
aunque esta imagen yazca en un lugar ya muerto.
Vías paralelas
Así rieles que emergen de una estación de trenes
nuestros días se cruzan y separan
son las vías que se abren y se acercan
para unirse en la línea y desviarse de nuevo
si acaso obedecemos las señales ruta
la pantalla que ordena nuestro vagar incierto
y alejan nuestros pasos al llegar