La Adoración Que Toca El Corazón De Dios. Nina Gardner

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sobre el testimonio, donde me encontraré contigo” (Éxodo 30:6, énfasis añadido). En el Día de la Expiación, Yom Kippur, el fuego de Dios salió del propiciatorio, de en medio de los ángeles, para consumir el sacrificio por los pecados de la nación, y la gloria llenó la casa (Éxodo 25:17-22).

      Cuando Jesús murió en la cruz, el velo del templo se rasgó, dejando al descubierto el propiciatorio y el Arca (Marcos 15:38), y Él se convirtió en nuestro propiciatorio. Hebreos 4:15-16 dice, “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (énfasis añadido). En Hebreos 10:19-21, el apóstol Pablo reconoció el significado del propiciatorio, y que el velo rasgado era el cuerpo de Jesús. Por lo tanto, es únicamente por la sangre de Cristo que podemos entrar en el Lugar Santísimo. Jesús es nuestro Sumo Sacerdote en el cielo ahora. Él ha expiado nuestros pecados de una vez y para siempre, y su misericordia nos cubre.

      El Encuentro con Dios

      Es importante que sepamos que Dios desea encontrarse con Su pueblo en cada generación. En el siguiente pasaje Dios dice claramente que Él será personalmente quien santifica Su morada. “Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios” (Éxodo 29:42-46, énfasis añadido). Así como Dios deseaba encontrarse y hablar con ellos y ser parte de sus vidas, Él desea lo mismo para nuestra generación. Si no somos judíos por nuestro linaje, lo somos por la gracia. Dios no nos considera diferentes a los judíos. Ahora nosotros podemos ser santificados con la sangre de Jesucristo en nuestros corazones y experimentar la misma gloria que ellos vieron. Dios no solamente promete encontrarse con nosotros, sino que promete morar con nosotros para que conozcamos al Dios que servimos. Éste siempre fue el deseo de Dios – ¡Qué su pueblo lo conociera!

      En el Cielo Hay Miles que Ministran a Dios

      Como puedes ver, ministrar a Dios siempre traía Su presencia en medio de ellos, y Dios se encontraba con ellos cuando seguían Su patrón. David tomó este patrón fundamental, y dispuso a los adoradores alrededor del Arca de la Alianza que simbolizaba la presencia de Dios. Sin embargo, ellos no estaban solos en su adoración. Hay miles y miles que adoran a Dios en el cielo ahora mismo. Daniel y Juan vieron la adoración que hay en el cielo, y cómo podemos imitarla.

      •Daniel vio a Dios como el Anciano de Días, y a miles ministrándole.“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de Días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él” (Daniel 7:9-10, énfasis añadido).

      •Juan el “Visionario” vio el mismo patrón de templo celestial con sus incensarios, incienso y altar de oro, pero también vio a los ángeles, los seres vivientes, los veinticuatro ancianos, y el trono de Dios (Apocalipsis 7:15; 8:3-4; 9:13; 11:19). Al igual que Daniel, Juan vio millones de personas ministrando delante del trono, adorando al Anciano de Días, y diciendo que Él los había hecho reyes y sacerdotes, “porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones…y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:9-14, énfasis añadido). Otra vez vemos que adorar es ministrar delante del trono de Dios.

      David conocía este patrón de adoración celestial tanto como Moisés. En 1 Crónicas 28:19 David escribió, “Todas estas cosas…me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.” David pudo ver más allá de los sacrificios de sangre y de la religión ceremonial a lo que Dios quería en realidad, un servicio y una ministración del corazón.

      En enero del 2014, yo tuve dos sueños en una misma noche sobre el rol sacerdotal de la adoración. A continuación describo los detalles del primer sueño:

      El Sueño del Sacerdote y la Adoración

      Bobby and yo estábamos en la iglesia, y el pastor nos daba un recorrido por el edificio. Un poco después llegaron los músicos y los líderes de alabanza y empezaron el servicio de adoración. Al principio estábamos en la plataforma, luego el sueño cambió y los tres estábamos de pie entre los asientos del santuario. Solamente había unas cien personas allí, pero adoraban a Dios verdaderamente.

      De pronto, desde el lado izquierdo, empezó a brotar sangre de un roso intenso por el santuario. Lo extraordinario era que la sangre burbujeaba como si estuviera caliente. La sangre corría entre el altar y los asientos del frente, cubriendo un área de alrededor de dos metros de ancho; sin embargo, nunca sobrepasaba los asientos del frente del santuario. La sangre burbujeaba y corría por el pasillo hacia mi derecha y se detenía en una puerta blanca. Yo permanecía inmóvil, mirando con asombro.

      Yo supuse que las personas estaban tan admiradas como yo, puesto que ninguno pasaba al frente para entrar en la sangre, excepto por un hombre. Vi a este hombre pasar al frente y acostarse de frente en la sangre cuyo espesor era aproximadamente de dos pulgadas. Él estaba muy hambriento de Dios y clamaba con suplicas que salían de su corazón. Mientras estaba de pie admirada, me sorprendía que nadie más pasara al frente para entrar en la sangre. Pero yo seguía observando para ver lo que vendría después.

      Mientras miraba la sangre en el piso el Señor abrió mis ojos espirituales y vi que algo se movía dentro de la sangre, como si fuera un video. Todavía podía ver la sangre oscura y espesa, pero tenía cierta transparencia. Vi a un sumo sacerdote vestido con todo su atuendo de pie ante el altar haciendo un sacrificio. Yo permanecía en asombro, sabiendo que era la única que veía ocurrir esto.

      El pastor me miró y me invitó a pasar a la sangre, y así lo hice. Luego él pasó conmigo y me condujo por el pasillo lleno del fluir de la sangre. Caminó conmigo hasta llegar a la puerta y ahí nos detuvimos. Yo esperaba de pie a que la puerta se abriera pero me desperté justo antes de que eso pasara , y no recuerdo si Bobby caminó con nosotros por el pasillo o no, pues yo estaba en un estado de perplejidad.

      Entendiendo el Sueño

      Mientras estaba en mi sueño yo sabía que estaba presenciando la Adoración Davídica cuando vi que el sumo sacerdote hizo un sacrificio de sangre durante la adoración. Aunque no entiendo todas las cosas del sueño, sí sé muy bien que la función sacerdotal siempre está conectada con los sacrificios de sangre. Jesucristo fue crucificado y su sangre fue rociada, y ahora ha resucitado y permanece como Sumo Sacerdote en el cielo (Hebreos 4:14). Jesús hizo posible adorar en los lugares celestiales, pero necesitamos entrar a traves de Su sangre para subir a las alturas de la adoración hacia dónde Él quiere llevarnos.

      Entrando En tu Posición Sacerdotal

      Típicamente en los servicios de adoración general,

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