El Conde De Earlmore. Amanda Siemen

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El Conde De Earlmore - Amanda Siemen

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tenía que reconocer que el no era un hombre que ella debiera menospreciar. El era el señor de la casa.

      Blake subía las escaleras de dos en dos, manteniendo firme su agarre en Carstine. El exuberante tacto de su cuerpo entre sus brazos creaba el caos en sus sentidos. Su pulso se incrementaba mientras el deseo le poseía amenazando con vencer su buen sentido.

      Por su parte de ella su descaro seguía inalterado. Su mirada fría y cuerpo inerte excepto por el zarandeo causado por el movimiento. Esto solo servía para ponerle más de los nervios. El caminaba por el rellano, su mirada volaba entra las puertas que se alineaban a ambos lados del pasillo. ¿Qué habitación? El preguntó entre dientes.

      “La tercera por la derecha”, contestó Carstine como si no hubiese nada extraño en la situación. Blake se dirigió precipitadamente hacia la habitación que ella le había indicado, entonces la empujó con la cintura antes de entrar. El se dirigió a la gran cama de doseles. Una vez allí. Una vez allí, el se tomó un momento para acercar la boca a su oreja y susurrar, “Esto no se ha acabado aún, preciosa”.

      Antes de que ella pudiera reaccionar la depositó en la cama si fuera un bulto y se dio la vuelta para marcharse.

      Como una pequeña y enfadada sombra, Minerva esta detrás suya le cogió por el brazo con la mano y tiró de el. “Tenemos que hablar”.

      Blake permitió a su hermana sacarle de la habitación, pero una vez que ellos salieron al rellano el retomó el control, llevándola hacia la habitación de jugar al billar.

      El la dejaría hablar todo lo que ella quisiera. El nunca le negaba nada a Minerva- nunca había podido. Pero mientras ella le llenaba la cabeza con su cháchara, le se llenaría el gaznate de buen brandi.

      Cuando llegaron a la habitación de billar, Blake sujetó la puerta para que Minerva pudiera entrar. “Se buena y sírveme una copa de Brandi, antes de que me marees la cabeza.” Dijo el mientras se dejaba caer al sofá mas cercano al hogar.

      Minerva agitó la mano. “No tengo ninguna intención de marearte la cabeza hoy”. Minerva caminaba hacia el aparador de madera macizo. “No a mi hermano favorito”.

      “Soy tu único hermano”. Contestó Blake arrastrando las palabras.

      “Por eso no es extraño que seas mi favorito”. Ella cogió un decantador de cristal y echó una cantidad del licor ámbar en un vaso de cristal.

      Blake no puedo evitar sonreír. Minerva sabía como hacerle reír, aunque fuera la ultima cosa en el mundo que a el le apeteciera hacer.

      Ella cruzó la habitación y le entregó el vaso de cristal antes de sentarse a su lado.

      El tomó un largo trago disfrutando de la manera en la que el brandi le quemaba por dentro, entonces volvió su atención hacia ella. “Si no quieres chillarme, ¿entonces de que quieres hablar conmigo?

      “Carstine, por supuesto.” Minerva sonrió con dulzura.

      Blake suspiró. “En efecto”. Dijo el antes de levantar el vaso de cristal hasta sus labios. El se temía que un vaso no sería suficiente para satisfacerle.

      “Parece que vosotros dos habéis empezado con mal pie”. Dijo ella.

      “Por decirlo de manera suave”. Blake agitó el licor en su vaso.

      “Quiero que le des una oportunidad. Demuéstrale que lo sientes de verdad y se amable con ella. ME complacería que os llevarais bien.” Dijo Minerva con ojos implorantes.

      “¿Y como piensas que voy a conseguir eso? Le preguntó Blake antes de tomar otro largo trago.

      Minerva inclinó la cabeza hacia un lado pensativa.

      Blake se preparó para lo que pudiera venir. Si el conocía a su hermana, y el estaba seguro de hacerlo, ella idearía un plan de rechupete.

      Uno que le no tendría más hacer que seguir si es que deseaba escapar a su ira. Ella sonrió y le rodeó el brazo con las manos. “Ya lo tengo”.

      “Oh ¿Sí?, Blake fingió un falso entusiasmo, entonces se llevó el vaso de brandi de nuevo a los labios. Sin duda sería algún tipo de embuste.

      “La vas a invitar a salir”

      “¿Lo haré?” Blake arqueó una ceja.

      Minerva sonrió de oreja a oreja. “Lo harás. ¿Un paseo en trineo quizás? Su mirada se volvió especulativa durante unos instantes, y entonces sonrió. “Si. Un paseo en trineo será una manera perfecta de que os conozcáis el uno al otro”.

      Blake tamborileó los dedos en el brazo del sofá. “¿Perfecto?” Eso es algo totalmente disparatado, es lo que el quería decir, pero no quiso llegar tan lejos para no enfadar a su hermana.

      “Si, perfecto”, repitió Minerva. “Es una manera respetable de que estéis a solas. Eso te permitirá volver a disculparte de nuevo y mostrarle el caballero tan delicioso que puedes ser.”

      Minerva sonrió. Esta vez el jubilo alcanzó a sus ojos azules color cielo. “Ella es una muchacha esplendida. Si le das una oportunidad, lo veras. Carstine es imposible no gustarle a alguien.”

      Blake se terminó el vaso antes de volver sui atención hacia Minerva. “Me temo que la suerte esta echada en este caso.”

      “Tonterías hermano”, ella se deslizó en el sofá para acercarse más a el. “Hazlo por mi. Por mamá también. Ella no desea que no te guste su invitada. A ella le encanta Carstine, ya sabes.”

      “Vaya, si que debe de gustarle. No tenía ni idea.” El respondió arrastrando las palabras.

      “Bueno pues si. Resulta que Carstine es la hija de su querida amiga, la señora Leticia Greer. Seguramente recordaras a Madre hablar sobre ella.”

      Blake se quedó pensando, pero no pudo acordarse de ese nombre. “Me temo que no”.

      Minerva cogió su vaso y fue hacia el armario. “Eran amigas de la escuela. Leticia es inglesa, pero se casó con un terrateniente escocés. Ella y Madre han estado en seguido en contacto todos estos años a pesar de las millas y millas que las separan.” Minerva rotó su muñeca apretándose la mano. “Cuando Leticia escribió a Madre compartiendo su deseo que Carstine pasara una temporada en Londres, Madre apenas pudo evitar a ofrecerse a encargarse de la chica.”

      “Típico de Madre”. Blake aceptó el vaso, entonces recorrió con su dedo el filo del vaso de cristal mientras pensaba en lo que Minerva le había dicho. Carstine era una muchacha escocesa de sangre inglesa y la hija de la mejor amiga de su madre. El suspiró. Por mucho que le fastidiara, el tendría que intentar arreglar su relación con ella.

      “De hecho a Madre siempre le ha gustado este tipo de cosas, ¿ves por que os deberíais de llevar bien?”

      Blake aguanto la mano en el aire con resignación. “Has ganado, querida. No hay necesidad de continuar con esto”.

      “¿Entonces la invitaras a dar un paseo en trineo?”

      “Tan pronto como se haya curado”, acordó Blake, entonces tomó otro largo trago de su brandi.

      Llevarse a la cama a la fiera muchacha esta totalmente fuera de todo cuestión. El tendría que encontrar una manera más civilizada de arreglar cuentas con ella.

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