Magia Para Los Corazones. Antonia Fernández Barba

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Magia Para Los Corazones - Antonia Fernández Barba

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mañana, cuando abrí los ojos, vi que estaba enel estanque de un parque. Traté de incorporarme, pero, mi cuerpo no me respondía. Caminé con mucha dificultad por entre unos juncos. Tenía que tirar de mi cuerpo, arrastrarme por el lodo, con una velocidad mínima y sorteando las piedras y otros obstáculos que encontraba en mi camino.

      Intenté llegar hasta la orilla para beber un poco de agua, pues sentía mi boca seca por el esfuerzo. Durante la trayectoria, vi una sombra negra que se precipitaba hacía mí, desde el cielo. Por instinto, la esquivé y busqué refugio dentro de mí mismo. Entonces descubrí que algo duro y curvo como un caparazón me cubría.

      Cuando alcancé la orilla, me acerqué lo más que pude al agua y, ¡cuál no sería mi sorpresa!,al ver mi propio reflejo en las tranquilas aguas del estanque: ¡en él se dibujabauna tortuga!

      No podía ser, debía tratarse de un sueño…yo tenía la conciencia de una persona. Recordaba ser un ejecutivo muy ocupado y atareado con mi trabajo…Y ahí estaba, dentro de un cuerpo de tortuga y, teniendo todas sus sensaciones. Busqué emociones que aliviaran la angustia que experimentaba. Traté de llorar, de expresar furia, de protestar…y nada pude conseguir.

      Resignado a mi nuevo estado y, confiando en que se tratara de un conjuro que me hubiese hechizado, intenté sobrevivir en aquel nuevo hábitat para mí.

      Me sentía debilitado y me dispuse a buscar alimento. Pero… ¿qué comen las tortugas? Y ¿qué importaba eso ahora? Mi recién adquirido instinto de tortuga me llevaría a encontrar algo alimenticio. Entonces, caminando, encontré unas larvas en una roca. Si quería sobrevivir tenía que apartar de mi mente los escrúpulos humanos y saborear aquel manjar. Luego, mordisqueé los brotes tiernos de unas plantas que creían junto al estanque y volví a tomar unos sorbos de agua. Ya saciado, me dispuse a pasear bajo el tibio sol de la mañana, cuando, de repente, unas pisadas enormes que hacían temblar el suelo, se acercaron hacía mí y me elevaron cogiéndome por el caparazón. Pude ver que se trataba de un niño pequeño. Sentí miedo. Mucho temor ante la incertidumbre de las intenciones de ese niño y recordé cuántas veces en mi infancia jugué y hasta maltraté a los animalillos en la finca de mis abuelos, cuántas veces no respeté la vida de los pequeños animales con la idea equivocada de que no sienten nada. Ahora me sentía sustraído violentamente de mi recién estrenado hábitat donde empezaba a acomodarme y a adaptarme.

      Dentro de aquella oscura caja de cartón, zarandeado por la carrera alocada de aquella cría de ser humano, pensé en cuántas veces vivimos sin conocimiento, sin conexión con la Tierra ni sus criaturas. Ahora, más que nunca, comprendía la prepotencia humana y tomaba conciencia profunda de que todos somos seres interrelacionados en una maravillosa cadena de vida.

      Entonces, se hizo el vacío, una chispa dorada rasgó la oscuridad y…abrí los ojos comprobando que volvía a estar en la cama de mi habitación y en mi cuerpo de hombre. Experimenté una grata sensación de felicidad y de agradecimiento y supe que ese sueño había despertado mi condición de hijo de la Tierra y había accionado el resorte de un ser más pleno. Supe, con certeza, que se abrían ante mí nuevos horizontes que me marcaban en mi vida un antes y un después de mi existencia humana.

      ..ooOoo..

       6. El mensaje de Carlos

      Esa misma noche, los tres soñaron con Carlos; su padre, su abuela y su tío Pedro.

      El sueño de su padre fue con un ser de luz vestido de blanco que le anunciaba el nacimiento de una niña a la que pondrían por nombre Alma.

      El de su tío fue más inquietante: viajaba Pedro en un tren extraño, lleno de gente de todas las épocas y de todas las razas que hizo parada en una estación desconocida para él. Se bajó del vagón donde viajaba y contempló el trasiego de tantas personas diferentes, con diferentes atuendos y destinos. Estando allí se fijó en unas escalinatas y vio que por ellas descendía un niño pequeño que se dirigía hacia él. Ajustó su mirada y descubrió que aquel niño era su sobrino Carlos.

      Carlos se marchó de este mundo un apacible día muy próximo a la primavera. Con sus escasos siete años, recibió la visita de dos ángeles que le indicaron que era la hora de partir. El pequeño, confiado, tomó la mano de aquellos seres luminosos, pero miró atrás. En el coche siniestrado quedaban sus padres malheridos, inconscientes y el menor de sus tíos, Juan. Entonces, una voz tranquilizadora y convincente le hizo saber que no debía preocuparse, que ellos saldrían adelante porque, todavía, no habían cumplido su tiempo, que la muerte no existe, que volverían a encontrarse y que sólo adelantaba su viaje.

      Carlos, pues, se dirigió hacia una estela de luz que se dibujaba delante de él y de sus acompañantes y fue narrándoles lo feliz que había sido en su breve estancia en la Tierra y todo el amor que se llevaba consigo.

      Ahora, días después de su partida, se disponía a dar un mensaje importante a su querido tío Pedro. Le pidió que transmitiera a sus padres su estado, se sentía feliz en donde estaba, ellos debían hacer un esfuerzo por deshacerse del dolor y de la tristeza y quería dar a su familia la noticia de que, pronto, tendría una hermanita.

      Luego, volvió a ascender por aquellas escaleras y desapareció de la vista de Pedro.

      Pedro despertó algo contrariado por aquel sueño, pues no solía recordar lo que soñaba. Aún así, comunicó a su hermano el mensaje recibido y fue cuando éste le contó que, esa misma noche, había recibido una notificación semejante y la abuela, la madre de ambos, también había soñado con el niño, aunque no recordaba qué exactamente.

      Poco más de un año y medio después, nacía Alma y traía en su preciosa carita toda una promesa de esperanza. Ese día, una estrella fugaz cruzó el firmamento. Era la sonrisa iluminada de Carlos dando la bienvenida y sus bendiciones a supequeña hermana.

      ..ooOoo..

       7. Algo está cambiando

      Fue un fenómeno casi imperceptible…al principio.

      Unos grupos de personas jóvenes y no tan jóvenes, que unieron sus inquietudes y se constituyeron en cooperativas o asociaciones. Gente variopinta, de distintos lugares ydiferentes formaciones,…pero con unos objetivos comunes: buscar los orígenes del ser humano, desconectarse de un sistema asfixiante, consumista y destructivo, recuperar la comunión con la madre naturaleza y con la esencia profunda del Ser.

      Los medios de comunicación parecieron no haberse dado por enterados. En definitiva, tan sólo eran un puñado de locos que abandonaban las ciudades y se dedicaban a recuperar pueblecitos casi deshabitados o aldeas perdidas por la geografía de los países poderosos, los denominados” primer mundo”.

      Recuperaban estrategias olvidadas de cultivo o de supervivencia autosuficiente, costumbres ancestrales de comunicación alrededor de hogueras donde diseñaban proyectos comunitarios, solidarios y respetuosos con el medio ambiente, capacidades mentales impensables hasta el momento, formas de ocio dirigidas hacia el crecimiento interior y la satisfacción del ser, en pocas palabras, rescataban la sensación de sentirse vivos, tanto tiempo postergada con falsas ilusiones.

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