Cuaderno de un loco. Natalia Hatt

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Cuaderno de un loco - Natalia Hatt страница 4

Автор:
Серия:
Издательство:
Cuaderno de un loco - Natalia Hatt

Скачать книгу

tu nombre, empecé a ir a las clases muy concurridas y te observaba cuando las cortinas de tu casa estaban corridas. Trotaba detrás de vos en el parque y caminaba a solo unos metros de distancia cuando salías a hacer compras. Aún lo sigo haciendo.

      Pero, bueno, ¿a qué venía todo eso? Me fui por las ramas. Ah, te contaba que fui a verlo a él. Cuando llegué justo se iba porque había terminado su última clase. Iba a seguirlo, pero un cartel pegado en el vidrio me llamó la atención. Fui a leerlo:

      «Se busca personal de limpieza. Varón o mujer mayor de 18 años».

      Entré a preguntar. Hablé con el encargado, un tipo musculoso de unos treinta años. Le comenté que era estudiante y que necesitaba trabajar solo un par de horas al día. Al parecer le resulté convincente, aunque dijo que estaría a prueba las primeras dos semanas antes de que me contratara definitivamente. Debo ir de lunes a sábado a las diez de la noche, hora a la que cierran. Me toca limpiar el salón, la oficina de administración y los baños. No es un gimnasio demasiado grande, y en unas dos horas termino con todo. Me pagan ciento veinte pesos la hora, así que voy a hacerme unos seis mil pesos al mes. Nada mal, justo lo que necesito y un poquito más. Voy a poder comprarme ropa.

      Y de paso voy a poder averiguar más sobre él. Sé que anda en cosas turbias y lo voy a demostrar.

      PÁGINA 10

      Ahora recuerdo por qué odio tanto trabajar. Recibir órdenes no es lo mío. Debería ser jefe, pero aún no se me da la chance y no anhelo para nada tanta responsabilidad. Me conformaría con hacer plata de la forma fácil. Algún día descubriré el secreto. De momento, nada me convence...

      Hoy fue mi primer día de trabajo, como podrás notar. Cuando llegué justo terminaba una clase de pilates. El dueño me dio todas las indicaciones habidas y por haber, y me dijo que le tocara timbre cuando terminara para que pueda cerrar todo como corresponde. Vive en un departamento en el mismo edificio en el que está el gimnasio.

      Me dejó solo limpiando, cosa que empecé a hacer enseguida al tiempo que planeaba una estrategia para seguir al rubio. No estaba ahí, ni daba clases hasta la hora en la que yo llegaba, así que no me lo iba a cruzar. Desde el gym no podría hacer mucho, pero algo debía encontrar.

      «Deben tener los datos de los instructores en alguna parte», se me ocurrió, y no me equivoqué. Al limpiar la oficina encontré una agenda. Ahí estaban anotados los datos tanto de los clientes como los instructores, pero estos últimos estaban diferenciados de los demás.

      «Pablo Stieben, instructor de zumba y ritmos latinos», decía su entrada. Ahí aparecían su teléfono y su dirección. Como él es el único instructor de zumba en el gym, estoy seguro de que no puede ser otra persona. Encontrarlo fue fácil. El trabajo ahora será vigilarlo.

      Terminé de limpiar según lo acordado y pensé ir a ver qué hacía Pablo, pero hoy no había logrado verte y lo necesitaba con urgencia, así que pasé por tu casa y me quedé un rato fuera, entre las sombras.

      Te pido disculpas. Creo que pisé a tu gato cuando me escondí detrás del arbusto. Aunque también podría haber sido el gato del vecino. Si fue así, no me importa.

      Mañana saldrás a correr temprano como acostumbrás todos los sábados. Estaré corriendo detrás de vos como siempre.

      Por ahora no puedo alcanzarte, pero sé que algún día lo haré.

      PÁGINA 11

      Mientras corría detrás de vos esta mañana, maravillado por el movimiento de tu cola de caballo al viento, no pude dejar de pensar en cómo haría para presentarme ante vos.

      «Buenos días, soy Bruno. Necesito entregarte este cuaderno».

      No, eso no va a funcionar.

      «Hola. Soy Bruno y sé cosas oscuras sobre tu novio».

      Tampoco. A no ser que me conozcas antes, sé que reaccionarás mal. Soy loco pero tampoco toco timbre en la plaza.

      Me he dado cuenta de que tengo que buscar otra forma de acercarme a vos por primera vez, y es por eso que decido secuestrar a tu gato. No le pasará nada, todo tiene una buena finalidad. El fin justifica los medios, ¿no es así?

      Alegaré que lo encontré perdido y pondré un cartel. Vas a llamarme y vendrás corriendo a buscarlo a casa. Diré que ya te he visto en la facultad y más que seguro nos pondremos a charlar de eso, aunque espero que no salga ningún tema de tus clases porque no entiendo ni una chota. Por suerte no decidí estudiar Odontología. Sé que ahí hubiera durado menos que en Ingeniería en sistemas. Abandoné a mitad del primer año pero no quise regresar a casa. Mamá vive sola en un pueblo de mala muerte donde todos me conocen y me evitan. Prefiero quedarme en la ciudad y por eso miento. Seguiré mintiendo por más tiempo, pero ahora con tal de tenerte cerca.

      Ahora mismo estoy saliendo a buscar a tu gato...

      PÁGINAS 12, 13 Y 14

      Ya es hora de la siesta. Sé que tanto vos como tu mamá se acuestan a dormir un rato aprovechando que es sábado y el gato se queda echado en el sol, más que nada cuando está fresquito como hoy. Sé que a mí me gustaría hacer lo mismo si fuera gato. De cierto modo me siento identificado con ellos porque son independientes y pueden vivir solos con total tranquilidad. Solo requieren del cariño de una persona: su dueño —a veces ni eso— y los demás les importan un carajo, al igual que a mí.

      Caminé hasta tu casa, verifiqué que las ventanas estuvieran cerradas (indicador de que están durmiendo) y me metí por el pasillo del costado, rumbo al patio trasero. Algún día deberían poner rejas. Digo yo nomás de metido, aunque eso me dificultaría el trabajo, pero alejaría a los ladrones y violadores. Es demasiado fácil entrar a tu casa si uno se lo propone. Trepar a tu ventana es cosa de principiantes, y sé que esta no cierra del todo bien, así que podría entrar de noche a observarte cualquier día de estos, lo cual no es para nada una mala idea. Solo que he temido despertarte y eso me ha detenido.

      Las veces que entré lo hice por la puerta de atrás cuando no te encontrabas y tu vieja estaba entretenida con la vecina. No es difícil para mí escabullirme sin que nadie me vea; sé aprovechar los momentos en los que la gente está distraída haciendo otras cosas. Supongo que serviría como ladrón en los colectivos urbanos. Nadie se daría cuenta hasta que fuera demasiado tarde... Pero eso conlleva meterme en espacios reducidos —que ya de por sí me dan fobia— y llenos de gente. Demasiado tengo ya con estar en tu clase una vez o dos veces a la semana.

      Bueno, volviendo al tema del gato. Llegué al fondo y lo encontré donde siempre. Él me ignora todas las veces que me ve deambulando por ahí. Supongo que ya está acostumbrado. Pero hoy, sin embargo, se enojó mucho al verme. Creo que ha de ser porque el otro día lo pisé y sigue ofendido. Sí, debe ser eso.

      Pude agarrarlo —con bastante esfuerzo, porque el muy desgraciado se subió al árbol y tuve que trepar detrás de él y tirarlo de la cola para poder cazarlo—, y me lo llevé a casa... No sin antes recibir unos cuantos arañazos en la cara y manos. Pero no te preocupes, no le temo al dolor si es por vos.

      Llegamos a casa y lo dejé encerrado en el baño, donde maulló por varias horas como un condenado a muerte. Mientras tanto, diseñé unos carteles que pegaré más tarde por el barrio. En este hay una foto del gato —tuve

Скачать книгу