Filosofía y Sociedad hoy. John Dunn

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Filosofía y Sociedad hoy - John  Dunn Humanidades

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la idea que en términos generales consideramos sintetiza la perspectiva filosófica del autor en cuestión.

      Toda disciplina del pensamiento de cuando en cuando se detiene para reconsiderar sus presupuestos y modificarlos o reafirmarlos. Los grandes descubrimientos científicos, por ejemplo, siempre representan un hito renovador en las llamadas ciencias de la naturaleza. Con respecto a las ciencias del espíritu lo anterior ocurre con (y contribuye también a) los cambios de época. En este caso, nuestra preocupación en torno al presente y futuro de la filosofía tiene que ver con las condiciones actuales que tiene que enfrentar esta forma de reflexión: un mundo social donde parecen imponerse los dictados del yo, el pensamiento no elaborado y un tiempo humano que parece volcado al presente y ajeno a toda permanencia. La influencia de la tecnología y las nuevas formas de comunicación acelerada son desde luego un factor importante en esta experiencia y representan un reto para una forma del pensamiento —la filosofía— que solo puede desplegarse con efectividad en los tiempos largos y desde las sustancias humanas.

      El cierre político del siglo XX significó, por otra parte, el fin de las ideologías, pero también —nos parece— de toda utopía y, con ello, de aspiraciones humanas legítimas. Se canceló así, como afirma la profesora Lara, “la idea de futuro”. Lo anterior en nombre, por un lado, de supuestas realidades políticas establecidas, pero además —tenemos que señalarlo— como resultado de la exigencia de una asepsia del pensamiento que terminó por vaciarlo de contenido humano. Ocupadas sobre todo en los métodos y procedimientos más que en los contenidos, algunas de las corrientes filosóficas más destacadas del siglo terminaron por constituirse, creemos, en un reto para la reflexión misma.

      Las reflexiones aquí presentadas terminan en todos los casos por rebasar el ámbito de la disciplina meramente académica para adentrarse en el presente y futuro de las sociedades actuales. Y es que, en efecto, si bien la literatura indaga en el alma de los seres humanos y las sociedades, la filosofía lo hace en sus razones, de forma tal que las voces filosóficas aquí reunidas terminan inevitablemente por expresar también su preocupación por la crisis política y moral que vivimos y se plantean posibles formas de enfrentarla. La actitud, en todos los casos, es una actitud filosófica. Como bien se sabe el propio Kant, sin duda uno de los filósofos más ocupados en lo relacionado con el rigor y la sistematicidad de la disciplina, en alguna ocasión señaló que las preguntas de la filosofía (¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué cabe esperar?), en realidad podían resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre? La filosofía es pues en primer lugar, y sobre todo, autoconocimiento.

      Luego de un siglo violento y enfrentado ideológicamente que ha dado lugar al desencanto ciudadano, la crisis de las democracias y la quiebra moral que vivimos, urge recuperar los derechos de la razón para empezar a construir un mundo distinto. Habrá de ser una razón que, por supuesto, aprenda de la experiencia del siglo XX pero que, al mismo tiempo, sea capaz de recuperar su capacidad crítica y la confianza en sí misma con el objetivo de hacer valer una reflexión trascendental de carácter humano.

      Por último, un libro como éste, una idea concebida en México y cuyo tema central es el presente y futuro de la filosofía, no puede dejar de tener presente al Dr. Luis Villoro, cuya autenticidad intelectual y diálogo valiente con los clásicos del pensamiento filosófico es y seguirá siendo un ejemplo para todos quienes desde este país aspiran a desempeñarse en la disciplina. Villoro, como recordamos, también se ocupó del futuro de la filosofía y al respecto señaló en 1993: “El siglo XXI será, sin duda, el de un nuevo pensamiento ético”. Esta afirmación, lejos de ser un sueño de la razón, tenía su sustento en la idea práctica con la que Villoro cierra su reflexión en ese mismo texto: “Porque si ha de advenir una nueva época, tendrá el rostro que nosotros mismos proyectemos”.1

      No podemos concluir estas líneas sin reiterar nuestro profundo agradecimiento a todos y cada uno de los destacados pensadores que aceptaron nuestra invitación a colaborar y han hecho posible el presente libro.

      Suzanne Islas Azaïs

      Contraste Editorial

      1. ¿Cuál es su balance de la filosofía del pasado siglo XX?

      2. En un mundo como el actual signado por la realidad virtual, el escepticismo generalizado y de Estados nacionales que tienden a cerrarse para enfrentar las crisis alejándose así de la idea kantiana de una sociedad cosmopolita, ¿Qué lugar considera usted que tiene la reflexión filosófica? Y, en este sentido, ¿Cuáles cree que deben ser los temas, autores y problemas de los que preponderantemente tendría que ocuparse la filosofía en este siglo XXI?

      3. ¿Podría usted ofrecernos una idea de la situación de la filosofía en su país?

      4. ¿Cuáles son sus preocupaciones y proyectos filosóficos actuales?

      1. Cuando a finales de los años sesenta del siglo XX José Ferrater Mora (1912-1991) quiso trazar el panorama de la filosofía de mediados de siglo XX,3 lo hizo usando aquella metáfora de los tres continentes, cada uno de los cuales se dedicaba al cultivo de una determinada forma de filosofía: el europeo, dedicado a la fenomenología; el soviético, al marxismo; y el angloamericano a la filosofía analítica.

      Recuerdo que para unas jornadas de filosofía a principios del siglo XXI me pidieron que hablara sobre el “Futuro de la filosofía” e hice alusión a este panorama trazado por Ferrater. En aquel momento afirmé que “la clasificación, si no totalmente exacta, era, no obstante, sugerente y reflejaba unas grandes líneas, aunque existían posibles contaminaciones y trasvases de un continente a otro y que esta clasificación, en cambio, ya dice muy poco sobre la situación de hoy, no solo porque las fronteras entre estos continentes se han vuelto borrosas, sino porque los continentes se han desfigurado o hasta han desaparecido. La filosofía marxista, si queda, es más bien residual, en todo caso, presente como telón de fondo, como es el caso de la Escuela de Frankfurt, que hoy posiblemente es más estudiada dentro del nuevo departamento de pensamiento judío que no dentro del marxista. De la filosofía analítica no se puede decir que no exista, pero ya tan mezclada con la hermenéutica, la literatura o la ciencia, que ya poco tiene de aquella analítica primera, sobria y austera, precisa y desconfiada, rigurosa y cazafantasmas, más cerca de la sintaxis y, por tanto, de la lógica que de la semántica y la pragmática, a la que finalmente la condujo el mismo Wittgenstein en su segunda época. La fenomenología seguramente es la que sigue más firme, aunque también con derivaciones hermenéuticas de todo tipo, derivaciones metafísicas y antimetafísicas, existenciales y lingüísticas, irenistas y deconstructoras”.4

      Actualmente me inclino a pensar que el esquema de Ferrater sigue siendo sugerente por el esfuerzo de esquematizar y trazar compendiosamente unas líneas generales de todo el panorama y cuáles son las fuentes de las que se nutren las diferentes corrientes, obviamente enriquecidas por la conexión con otros afluentes y otros campos. Lo único que varía es que todos estos continentes se han visitado y revisitado por sus respectivos vecinos foráneos, se han establecido conexiones y préstamos, de modo que cada continente se ha transformado desde dentro. Ya en aquel momento Ferrater los presentaba no como islas, sino como continentes o imperios con fronteras borrosas, a veces incluso muy porosas, como en el caso del continente europeo, en comunicación de unos con otros, y que ninguno de ellos —quizás con la excepción de la URSS— tenía un monocultivo en exclusiva.

      En concreto la filosofía analítica ha dejado de pretender aclarar el lenguaje mediante la sintaxis y la lógica y se ha abierto a la complejidad del lenguaje y especialmente a la pragmática e, incluso, a la hermenéutica. Además ha llevado

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