Bases del entrenamiento deportivo. Tsvetan Zhelyazkov
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La primera fase se distingue por la incorporación intensiva del organismo, que transcurre en condiciones de fatiga compensatoria y tiene expresión cuantitativa en criterios objetivos como: la frecuencia cardíaca, la ventilación pulmonar, el consumo de oxígeno, la acumulación de lactato en la sangre, etc.
La segunda fase se caracteriza por el pleno despliegue de la total capacidad funcional del organismo y el uso racional de sus reservas en las condiciones de una creciente fatiga, pero en el marco de una homeostasia estable.
La tercera fase refleja el desequilibrio entre los gastos corrientes del biosistema y su compensación como resultado del agotamiento de los recursos energéticos, la fatiga de los centros nerviosos y el desequilibrio de la regulación entre las funciones motrices y vegetativas del organismo. El paso frecuente a esta fase de adaptación dinámica se refleja desfavorablemente sobre los cambios estables adaptativos y en muchos casos provoca graves deformaciones estructurales y funcionales.
En el segundo estadio, el proceso adaptativo se efectúa por cuenta de las transformaciones estructurales y el aumento de las reservas del organismo. Es la conocida adaptación acumulativa. Transcurre en cuatro fases fundamentales que revelan la característica cualitativa del estado resistente del organismo (Volkov N., (1986)). Dichas fases se hallan en la base del entrenamiento deportivo y tienen gran importancia para la periodización del proceso de entrenamiento.
Fase inicial de adaptación: se realiza mediante la rápida movilización de las funciones vegetativas que toman parte en la garantización aerobia de la actividad muscular. Estas funciones se desenvuelven bajo los efectos de distintas influencias de entrenamiento, pero el proceso de la adaptación se efectúa de modo relativamente lento debido al carácter inespecífico de la carga. En principio, la fase inicial de la adaptación corresponde a la primera etapa del período preparatorio cuando se emplea un gran volumen de distintos ejercicios físicos de intensidad moderada. En algunos deportes esta fase puede continuar de 3 a 4 meses.
Fase de adaptación específica: se caracteriza por la formación de la conocida “huella sistemático-estructural” (Meerson F., 1981). Refleja los cambios específicos de adaptación en las funciones conductoras del organismo de las que en mayor grado depende el resultado de la actividad motriz respectiva. Esto sucede mediante el aumento de los ejercicios de preparación especial y la intensidad de las cargas de entrenamiento. La fase de la adaptación específica dura generalmente de 1 a 2 meses. Con ella finaliza el período preparatorio del macrociclo de entrenamiento.
Fase de adaptación completa: se alcanza un nivel máximo de la capacidad de trabajo general y especial que garantiza las condiciones óptimas para desarrollar y regular perfectamente las funciones conductoras. Éste es el período en el que se alcanza y se mantiene la forma deportiva. Tienen aquí una importancia prioritaria los ejercicios específicos (de competición) y los métodos de entrenamiento. Su duración varía de 3 a 6 semanas según la agenda deportiva y la especificidad del deporte respectivo.
Fase de readaptación: se caracteriza por el agotamiento paulatino de la “reserva adaptativa específica” y de las funciones conductoras, lo que inevitablemente conduce a la descoordinación en su actividad y respectivamente a la pérdida temporal de la forma deportiva. Dicho estado se puede superar mediante una variación razonable de las influencias de entrenamiento por magnitud, carácter y orientación, así como la eliminación de la tensión psíquica que acompaña a la actividad competitiva. La reserva adaptativo específica, recuperada de este modo, permite entrar de nuevo en la forma deportiva.
El tercer estadio del proceso adaptativo se caracteriza por un gran agotamiento de la “energía adaptativa general” (H. Selye) y cambios destructivos en la estructura y las funciones del organismo que son el resultado de las influencias inadecuadas y estresantes del ambiente. El agotamiento crónico de los mecanismos compensatorios sitúa la homeostasia del sistema en un estado crítico: en el límite entre la norma y la patología. En la esfera del deporte son los conocidos estados de gran fatiga, estado de sobreentrenamiento, etc., como resultado de la dosificación incompetente de las cargas de entrenamiento, el uso de estimulantes, la violación drástica del régimen deportivo, etc.
III.1.3.Actividad y especificidad del proceso de adaptación
El carácter fásico del proceso adaptativo es el resultado de la interacción en el sistema “ambiente-organismo”. Esto significa que las “complejas transformaciones estructurales y funcionales en el organismo no surgen de la influencia, sino de la interacción de los procesos. Uno de éstos es la influencia de los factores externos sobre el sistema vivo y el otro es la actividad del propio sistema respecto a dichos factores” (Leontiev A. N., 1966).
La actividad del proceso adaptativo es una propiedad que emana de los sistemas vivos para reflejar el ambiente (interno y externo) y conforme a ello regular de manera selectiva su actividad y conducta hacia cambios dinámicos en un momento dado y aquellos que han de surgir, es decir, elaborar en sí mismos las así llamadas reacciones anticipadas a estímulos externos.
Esta capacidad del organismo se efectúa a diferentes niveles (molecular, celular, tisular, en los órganos y en cada subsistema del organismo), pero merece especial atención el hecho de que sólo dentro del marco de todo el sistema las relaciones mutuas materiales, energéticas e informativas añaden unas peculiaridades cualitativamente nuevas al proceso adaptativo. Precisamente dichos aspectos y particularidades de la actividad del todo caracterizan la especificidad del proceso adaptativo. Por consiguiente, la actividad es una estructura integral de estados y reacciones del organismo que garantiza su autorregulación y equilibrio dinámico con los factores del ambiente. Se destaca por las siguientes características que posibilitan el revelar la especificidad del proceso adaptativo: adecuación, selectividad y eficiencia, regulación de las funciones y capacidad para formar reacciones anticipadas. La revelación de su naturaleza tiene una gran importancia gnoseológica y metodológica sobre la esencia del entrenamiento deportivo como proceso adaptativo.
La adecuación es una medida para la correlación entre las reacciones actuales del organismo y la especificidad de las influencias externas. El problema del abanico de influencias adquiere un peculiar carácter actual debido a las limitadas capacidades adaptativas del organismo y al hecho de que tras este umbral se penetra en la zona de la patología. Dentro del marco de este abanico las reacciones adaptativas se pueden activar al máximo sin las respectivas consecuencias patológicas. Esto se refiere ante todo a los así llamados factores extremos típicos para la actividad de entrenamiento y competición en el deporte. Generalmente en esta categoría se incluyen aquellas influencias ambientales que provocan un estado de descoordinación dinámica. En semejante estado se vulnera la adecuación de las reacciones fisiológicas, psicológicas y comportamentales humanas (Kuznetzov A. G., 1979), es decir, se exceden sus actuales recursos adaptativos (Selye H., 1960). En este sentido, el concepto de “carácter extremo” es sumamente relativo según el grado de preparación del organismo, es decir, de su estado de entrenamiento actual. Por tanto, el criterio más fiable del grado admisible de “influencia estresante” es el estado estable de los sistemas vitales básicos del organismo en unas condiciones ambientales inadecuadas. Por esta razón, las cargas extremas de entrenamiento y competición se deben considerar como un factor esencial para elevar la capacidad de trabajo general y especial del organismo en el caso de que no produzcan modificaciones patológicas momentáneas o posteriores.
La selectividad y la oportunidad son formas del proceso adaptativo que se manifiestan en la orientación selectiva hacia la influencia de aquellos factores del ambiente que poseen una importancia vital para la existencia del sistema vivo. De aquí se desprende también el carácter oportuno de sus acciones y conducta. Las investigaciones han confirmado que el organismo forma de manera más rápida y plena la así llamada reacción de espera cuando está sometido a estímulos considerables.