Cinesiología. Ariel Joselovsky

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Cinesiología - Ariel Joselovsky Medicina

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del cuerpo, y el sistema craneosacro no es una excepción. En cualquier caso, la bomba cefalorraquídea actuará como factor coadyuvante de la problemática. La explicación de las guerras tónicas que se producen en el cráneo, como veremos más adelante, creo que aclarará lo que se intenta expresar, así como la afección de la duramadre desde su trayecto endocraneal hasta su final como ligamento sacrococcígeo, y la explicación del síndrome del sacro flotante o anclado despejará las dudas sobre el hecho de que las guerras tónicas tienen un poder hasta ahora no descrito en la desalineación del sistema craneosacro, y desde ahí propagarse por todo el cuerpo.

      ¿Qué son las guerras tónicas?

      Tal como acabo de explicar, existe un tono neurológico elaborado por todas las estructuras mencionadas que responde a todos los estímulos que vivimos a diario a cada instante, pero que también responde a estructuras neurológicas que almacenan la información concebida filogenética y ontogenéticamente. Todo esto produce una suerte de operación algebraica donde habrá elementos que sumen y otros que resten tensión sobre las mismas fibras musculares, lo que marcará aún más el vértigo de cambios del tono de las distintas partes del cuerpo, pero hay algunas de ellas que por funciones antigravitatorias suman una estructura sostenida a las modificaciones permanentes.

      Por otro lado, también hemos explicado que existe un segundo tono, que es el tono mecánico, que este no responde a estímulos neurológicos sino a las tensiones que le proponen sus propios componentes. Este tono no es estrictamente muscular sino muscular y fascial, por lo que los componentes que harán variar su tensión y en definitiva el tono serán las proteínas de los músculos y el colágeno y la elastina del tejido conjuntivo de las fascias.

      Si el tono neurológico se halla aumentado de forma sostenida por los distintos motivos que ya hemos mencionado, actuará modificando el tono mecánico de las miofascias produciendo un lógico acortamiento. Pondremos un ejemplo. Una persona estresada que permanece con los hombros elevados todo el tiempo encontrará sus músculos acortados, o sea hipertónicos, de forma neurológica y mecánica, ya que si bien el estrés inició la hipertonía de forma neurológica, el tono mecánico se acortó, y si no actúa una fuerza externa que le devuelva la longitud inicial con sus componentes elásticos y plásticos como la elastina y el colágeno, esos grupos musculares quedarán cortos y duros mostrando una hipertonía no solo neurológica sino también mecánica. Por lo tanto, aquí hablamos de una suma directa y no algebraica, la hipertonía neurológica sostenida siempre dará un tono mecánico aumentado no reversible por sí mismo como sí ocurre con el tono neurológico.

      Una vez entendida esta situación, pensemos ahora en qué ocurre cuando un conjunto de fibras musculares, un músculo o un haz muscular queda en la situación antes descrita y tracciona un hueso cualquiera con una dirección determinada y un sentido también concreto. Ese hueso tenderá a desplazarse hacia ese lado; pero si en el otro lado del hueso encontramos la misma situación en la cual otro grupo muscular, haz o fibras compiten en la misma dirección pero en sentido opuesto, entonces aparece lo que he denominado “guerra tónica”, la disputa por la posición de un segmento óseo por distintas tensiones musculares de igual dirección y distinto sentido con un hueso en medio de dicha disputa; una vez iniciada, esta disputa no sólo se mantendrá en el tiempo si no actúa una fuerza externa –en nuestro caso, los terapeutas, las manos– que disminuya el tono neurológico y devuelva la longitud, plasticidad y elasticidad al tono mecánico, se generará un círculo vicioso donde la guerra no terminará y la fijación del segmento óseo alterará la postura de la persona y seguramente generará otras guerras a distancia.

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      Figura 3. Guerras tónicas; ejemplo de los isquiotibiales y rectos anteriores del abdomen.

      Resumen. Por todo lo expuesto hasta aquí, son varios los puntos a desarrollar que son los que sustentan las bases de la semiopatología para la aplicación de esta técnica.

      1. Guerras tónicas.

      2. Guerras tónicas como reacción dinámica.

      3. Guerras tónicas como reacción emocional.

      4. Guerras tónicas por encima de la cisterna de líquido cefaloraquídeo.

      5. Guerras tónicas como patologías.

       Guerras tónicas

      Definición. Son el conjunto de hipertonías neurológicas e hipertonías mecánicas de grupos de cadenas miofasciales antagonistas de un determinado movimiento, en el que se interpone un hueso o una parte de éste, y cuyo resultado final es la pérdida de movimiento o inmovilización del mismo que no ocurre de forma aislada sino que, por el contrario, reaccionan en cadena hasta abarcar todo el cuerpo y seguir patrones comunes de acuerdo con las circunstancias y características propias de las personas, y que tendrán como resultado la afectación de la postura general del cuerpo y, con ello, el mal funcionamiento de su dinámica.

      Se entiende por hipertonía neurológica la suma algebraica de estímulos eléctricos provenientes del sistema nervioso central (SNC) que operan sobre la tensión mínima de un músculo, lo que se conoce como tono y que prepara al músculo para el movimiento. Cuando esta tensión se haya por encima de la necesaria estamos hablando de hipertonía.

      Hipertonía mecánica. Cuando el influjo de la hipertonía neurológica se mantiene a lo largo del tiempo sobre una cadena miofascial, se producen acortamientos plásticos irreversibles ya que afectan principalmente el colágeno y la elastina de las mismas, al tiempo que producen en éstas una acumulación de catabolitos ácidos que terminan creando formaciones fibrosas.

       Guerras tónicas como reacción dinámica de los desequilibrios corporales

      De acuerdo con la teoría del caos, que es la denominación vulgar de una rama de las matemáticas y la física que describe ciertos tipos de comportamientos de los sistemas dinámicos, éstos se pueden clasificar en estables, inestables y caóticos.

      Un sistema estable siempre estará sujeto a un atractor; en el caso del cuerpo, la acción de la gravedad. Un sistema inestable escapa a los atractores; en el caso del cuerpo, fuerzas externas que actúen sobre él, cargas, fuerzas desestabilizadoras (empujones, etc.). Los caóticos son la suma de ambos sistemas; el cuerpo se halla más cerca de un sistema caótico que de los otros dos sistemas ya que está sometido a la fuerza de gravedad, soporta cargas, traslada cargas, recibe impactos de fuerzas externas no gravitatorias, etc.

      Caos de ninguna manera significa desorden, sino por el contrario un orden inestable que es corregido frente a los desequilibrios que alteran su orden para mantenerlo.

      A partir de esto podemos definir que el equilibrio del cuerpo humano es caótico, ya que hay una tendencia permanente a perderlo y una actuación constante del sistema motriz para corregir esa tendencia al desequilibrio, lo cual habla de un dinamismo permanente de la postura. Es aquí donde destacan los tonos neurológicos y mecánicos, que en su afán por mantener el equilibrio desarrollan guerras tónicas.

      Cuando se consigue un equilibrio justo por medio de las correcciones tónicas, se necesitan desarrollar puntos intermedios de tensión para dar apoyo segmentario, aunque sea patológico, al equilibrio total del cuerpo. Este hecho justifica lo antes dicho, que una guerra tónica siempre va a desencadenar una sucesión de guerras tónicas a lo largo del cuerpo. Esto se entenderá mejor a medida que avancemos en el presente texto.

       Guerras tónicas como reacción emocional

      Las guerras tónicas

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