Illska. Eiríkur Örn Norddahl

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Illska - Eiríkur Örn Norddahl Sensibles a las Letras

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con una depresión de muerte por la coyuntura económica y las revistas tenían que contrarrestarlo con una alegría vacía e infinita. ¿A lo mejor podía escribir sobre la fiesta de pompas de jabón de Vilna o sobre el Baltic Pride? Agnes intentó explicarles que la fiesta del orgullo gay en los países bálticos no era una celebración festiva como la de Reikiavik, era una manifestación reivindicativa y no se hacía para que la gente estuviera feliz y contenta. Las revistas preguntaron, a su vez, si no sería una exageración. ¿Maricones y violencia? ¡Pero si los maricones son una ricura!

      Algunas editoriales se mostraron interesadas por la tesis. Citaron a Agnes a una reunión para discutir una serie de cosas, asuntos diversos, que había una gran carencia de libros serios sobre ese tema y que qué bien que las mujeres jóvenes progresen como lo hacen escribiendo cosas serias, y que estaba más que justificado luchar contra el avance de la xenofobia y el fascismo en el mundo. En cuanto Agnes mencionaba el dinero, los editores respondían al instante que tenían que acudir a una reunión en algún sitio, pero le pedían que volviera a la mañana siguiente para hablar más del asunto. Finalmente, los editores reconocían que ellos no tenían poder de decisión en la edición de sus libros, y que «los del dinero» les habían pedido que no malgastaran más fondos en café para Agnes, a menos que estuviera dispuesta a escribir algo vendible. Y entonces Agnes iba a la siguiente editorial, y así una vez tras otra.

      ***

      Un chiste viejo (y de mal gusto que, gracias a Dios, casi nadie se atrevía a contar en voz alta en esa época): Adolf Hitler y Heinrich Himmler están en el bar de una pequeña ciudad de Austria mucho después de la guerra, cuando el hombre de la mesa vecina se vuelve hacia ellos y pregunta:

      —Perdonen, pero ¿no son ustedes…?

      —Sí —dicen Himmler y Hitler, con una sonrisa tan amplia que se les veían los dientes—. Lo somos.

      —¿Pero no están ustedes muertos?

      —¿Eso cree? —responden los líderes arios.

      —Bueno, es que, vaya… —dice el hombre—. Pero estoy muy extrañado. ¿Qué están haciendo ustedes aquí?

      —Estamos organizando nuevos crímenes, peores que cualquiera que haya habido nunca. Esta vez no pensamos limitarnos a aniquilar a todos los judíos del mundo, sino que además robaremos la Venus de Milo y le pegaremos los brazos de Sylvester Stallone, los antebrazos de Justin Bieber, los dorsos de las manos de un gorila y las palmas de las manos de Steven Spielberg.

      El hombre hizo un gesto de total desconcierto:

      —¿Pero por qué demonios quieren robar la Venus de Milo, pegarle los brazos de Sylvester Stallone, los antebrazos de Justin Bieber, los dorsos de las manos de un gorila y las palmas de las manos de Steven Spielberg?

      Himmler mira a Hitler con gesto de victoria y dice:

      —Te dije que a nadie le importarían los judíos, ¿no?

      ***

      Pese a no lograr vender la tesis de máster, la pareja consiguió acumular 1,3 millones de coronas en cuatro semanas. Quedaba algún sueldo por cobrar, pero no tardaría. Pagaron 800 000 como depósito por una casucha cerca de la avenida Sæbraut —el hogar que les estaría esperando en febrero— y el resto bastaría para los billetes de avión a Vilna, los billetes de autobús a Jurbarkas y un tren de vida aceptable hasta finales de febrero, cuando recibirían los cheques de sus sueldos.

      Se organizarían. Se sentían casi capaces de todo, podían hacer cualquier cosa. En algunos momentos no comprendían cómo la gente podía ser pobre. Luego recordaban que ellos eran jóvenes, felices, sanos, sin hijos, con formación, de una clase media decente y que, a fin de cuentas, vivían en un país donde el desempleo era prácticamente desconocido. Lo que no cambiaba nada al hecho de que se les abrían innumerables posibilidades, ni a la pequeña hazaña personal que habían conseguido llevar a cabo.

      ***

      Hitler está ahí. Me saluda como a un viejo amigo. Y se preocupa por mí. ¡Cuánto lo amo! ¡Qué hombre! Luego habla. Me siento tan pequeño. Me da una foto suya. Con saludos a los países renanos. Heil Hitler! Quiero que Hitler sea mi amigo. Su foto está en la mesa de mi despacho.

      Del diario privado de Josef Goebbels.

      ***

      —Me parece que lo más barato es hacer escala en Roma.

      —¿Me tomas el pelo?

      —No, qué va. Ir por Copenhague cuesta 77 329 coronas cada uno, y 59 297 si viajamos por Roma. Fui a una agencia de viajes y…

      —¿Pero qué locura es esta? ¿Y si vamos en avión a… Berlín, por ejemplo, y tomamos el tren desde allí?

      —El tren es mucho más caro que el avión.

      —Pero ¿no es mucho más ecológico? Yo creía que el combustible estaba por las nubes.

      —No lo sé. Pero es mucho más caro. Ya lo he comprobado.

      —Vaya.

      —Pero bueno, si me dejas terminar, en realidad es aún más absurdo. Es un vuelo especial de navidades a Roma. Viajes de esos para la tercera edad. Para los que aún tienen dinero. Así que compramos el paquete entero.

      —¿Vuelo y coche de alquiler?

      —Y alojamiento.

      —¿Por dos meses?

      —No, solo una semana.

      —Pero pasaremos fuera dos meses.

      —No vamos a quedarnos en Italia.

      —Pero, quiero decir… ¿los vuelos nos permiten pasar dos meses fuera?

      —Sí. La chica me dijo que lo más sencillo era hacerlo así. Comprar el paquete entero y cambiar el billete de vuelta.

      —¿Qué chica?

      —La de la agencia.

      —Ya.

      ***

      La palabra hebrea Jai —— significa «vida». Está formada por las letras «jet» y «yud». En la numerología de los judíos, la primera letra corresponde al ocho, y la última al diez. Jai es 18, y 18 es un número sagrado. Los judíos «dan dieciocho»: en las festividades, se regalan unos a otras cantidades divisibles por dieciocho. Así se regala vida.

      Dieciocho es también un número sagrado en la numerología de los nazis. La rama terrorista de la organización neonazi Blood & Honour se denomina a sí misma Combat 18, por la primera y la octava letras del alfabeto latino.

      1: A(dolf)

      8: H(itler)

      (Esta no os la esperabais, ¿eh?).

      ***

      —Pero también podemos quedarnos una semana en Italia. Con coche y alojamiento. Porque, a fin de cuentas, lo pagamos.

      —Roma

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