El vuelo del águila. Leonardo Boff

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El vuelo del águila - Leonardo Boff Reflexiones de superación humana

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de la mente por captar el todo en las partes y las partes en el todo.

      RUMBO A LA CIVILIZACIÓN DE LA RE-LIGACIÓN

      Analistas, sobre todo procedentes de la biología, de las ciencias de la Tierra y de la cosmología, nos advierten que el tiempo actual se asemeja mucho a las épocas de grandes rupturas en el proceso de la evolución, épocas caracterizadas por extinciones en masa. Efectivamente, la humanidad se encuentra ante una situación inaudita. Debe decidir si quiere continuar viviendo o si escoge su propia destrucción.

      El riesgo no viene de una amenaza cósmica (el choque de algún meteoro o asteroide) ni de algún cataclismo natural producido por la propia Tierra (un terremoto de magnitud extraordinaria o algún desprendimiento de placas tectónicas). Viene de la propia actividad humana. El asteroide amenazador se llama homo sapiens demens, surgido en Africa hace pocos millones de años.

      Por primera vez, en el proceso conocido de hominización, el ser humano tiene en sus manos los instrumentos de su propia destrucción. Se creó verdaderamente un principio, el de autodestrucción, que tiene su contrapartida, el principio de responsabilidad. De ahora en adelante la existencia de la biosfera estará a merced de la decisión humana. Para continuar viviendo, el ser humano deberá quererlo. Tendrá que garantizar las condiciones de su sobrevivencia. Todo depende de su propia responsabilidad. El riesgo puede ser fatal y terminal.

      En los tres últimos siglos, la humanidad occidental se ha organizado con más insensatez que sabiduría. Su estilo de vida se ha mundializado. Con él va unida la destrucción de ecosistemas, la amenaza nuclear y la falta de compasión, que relega millones y millones de personas a la miseria.

      Los indicadores de la situación mundial son alarmantes. Dejan poco tiempo para los cambios necesarios. Estimaciones optimistas señalan como límite el año 2030. A partir de esa fecha, nadie garantiza la sustentabilidad del sistema-Tierra.

      Por tanto, ahora, más que nunca, necesitamos sabiduría; sabiduría para captar las transformaciones imprescindibles; sabiduría para definir la dirección acertada; sabiduría para proyectar el sueño que nos guiará; sabiduría, en fin, para dar prioridad a las acciones concertadas que harán realidad ese sueño.

      Resumiendo, tres son los nudos problemáticos que urge desatar: el nudo de la extinción de los recursos naturales no renovables, el nudo de la soportabilidad de la Tierra (¿cuánta agresión puede soportar?) Y el nudo de la injusticia social mundial.

      No pretendemos detallar tales problemas, ya ampliamente conocidos; sólo queremos compartir y reforzar la convicción de muchos. Según ésta, la solución de los problemas mencionados no se encuentra en los recursos de la civilización vigente, pues el eje estructurador de ésta consiste en la voluntad de poder y de dominación. Someter la tierra, explotar al máximo sus recursos, conquistar pueblos y apropiarse de sus riquezas, buscar la prosperidad, incluso a costa de la explotación de la fuerza de trabajo y de la de la naturaleza: he aquí el sueño más grande que ha movilizado y sigue movilizando al mundo moderno. Ahora bien, esta voluntad de poder y de dominación está llevando a la humanidad y a la Tierra a un callejón sin salida fatal. O cambiamos o perecemos.

      Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, de sentir, de valorar y de actuar. Nos urge hacer un cambio revolucionario en nuestra civilización, bajo otra inspiración y a partir de otros principios más benevolentes para con la Tierra, sus hijos y sus hijas. De este modo, los seres humanos podrán salvarse y salvar también su bello y radiante planeta tierra.

      Más todavía. Apoyamos la idea de que los sufrimientos actuales poseen un significado que transciende la crisis de la civilización. Se ordenan a algo más grande. Revelan los trabajos de parto en que estamos señalan el nacimiento de una nueva etapa en el proceso de hominización. Están surgiendo los primeros brotes de un nuevo pacto social entre los pueblos y de una nueva alianza de paz y de cooperación con la Tierra, nuestra casa común.

      Rechazamos la idea de que los 4,5 billones de años de formación de la Tierra sólo hayan servido para su destrucción. Las crisis y los sufrimientos se ordenan a una gran aurora, que nadie podrá detener. De una época de cambio pasamos al cambio de época. Estamos dejando atrás un paradigma que plasmó la historia en los últimos quince mil años.

      Hace diez o doce mil años, el ser humano inauguraba el neolítico. Abandonó las cavernas y se aventuró a la conquista del mundo exterior. Mediante sucesivas revoluciones, que podemos llamar revoluciones del neolítico, lo transformó.

      La primera de ellas, la más universal de todas fue la revolución agrícola. Se domesticaron animales y plantas, se regaron los campos, se crearon villas y ciudades y se garantizó la infraestructura de la subsistencia material de los seres humanos. A partir de esta época, se empezaron a echar las raíces del patriarcado, es decir, de la dominación del principio masculino y de los hombres sobre las mujeres en la organización de la vida humana. Dicho en términos tecnológicos, fue una gran liberación. ¿Pero a qué costo?

      14 mil años después, se hizo la revolución industrial. Se creó la máquina, que se incorporó a la fuerza física del ser humano. Éste ya no tuvo necesidad de hacer grandes esfuerzos, cargar pesos y gastar su salud en la producción. Lo sustituyó la máquina. Se mantuvo e incluso se reforzó el patriarcado, pues crecieron los medios y las formas de dominación sobre las personas y sobre la naturaleza. No obstante, en relación a las carencias humanas, fue una considerable liberación. ¿Pero a qué costo?

      En nuestros días, trescientos años después, se hizo la revolución del conocimiento y de la comunicación. Se creó otro tipo de máquina, que se incorporó a la fuerza mental del ser humano: el cálculo, el trabajo intelectual, el descubrimiento por medio del computador, del robot y de la informática. Se avanzó hacia dentro del corazón de la materia, sacando informaciones de las partículas subatómicas y de las energías primordiales. Se penetró dentro del misterio de la vida, recogiendo las informaciones del código genético y revolucionando el futuro por la biotecnología y por el copilotaje de la evolución. Es una liberación tecnológica inimaginable. ¿Pero a qué costo?

      Es importante

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