El arte de la lectura en tiempos de crisis. Michèle Petit

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El arte de la lectura en tiempos de crisis - Michèle Petit Ensayo

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que llevan a la reconstrucción de sí mismo casi nunca se hace explícita. Tampoco se hace clara en el caso de instituciones como el hospital o la prisión, pese a que en ellas hay servicios públicos y asociaciones dedicados a facilitar el acceso a los libros. Una parte de los que trabajan en este campo son conscientes de la complejidad de esos procesos, pero otros sólo se ocupan de desarrollar la capacidad que tiene la lectura de “distraer” y, en el caso del universo penitenciario, únicamente subrayan los aspectos funcionales de esta práctica que pueden contribuir a una futura reinserción profesional. Basta pensar en los comentarios de Jean-Paul Kauffmann o de Marc Soriano, citados anteriormente, para sospechar que una gran parte de las vivencias son totalmente desconocidas.

      Para los que viven en América Latina muchas de las “crisis” son producto de una explotación económica salvaje, de procesos de segregación agudizados, de una dominación social feroz o una territorialización de la pobreza. Cuando una persona o una población han sido gravemente afectadas en su existencia misma, su cuerpo, su dignidad, o despojadas de sus derechos esenciales, la “reparación” debería ser por principio jurídica y política. A ellos les parece igual de fundamental que cada persona cuente con una actividad capaz de garantizarle, de manera honorable, su subsistencia y la de sus seres queridos; y que tenga voz y voto en el futuro compartido. Ninguna de las personas a las que seguí en su trabajo concibe éste como un atenuante o una labor de trabajo social, mucho menos como una válvula de escape: para ellos, verse reducidos a distraer y disciplinar a los habitantes de las zonas marginales sería insoportable.

      Con frecuencia se trata de gente comprometida en luchas sociales y para quienes el acceso a la cultura escrita, al saber, a la información, constituye un derecho escamoteado con demasiada frecuencia. Al igual que la apropiación de la literatura. Y es por varios motivos que ésta les parece deseable, como veremos: el hecho de tener acceso a ella les permitiría ser más hábiles en el uso de la lengua, tener una inteligencia más sutil, más crítica; y ser más capaces de explorar la experiencia humana, de darle sentido y valor poético.

       Confrontar investigaciones en acción

      En la presente obra me basaré en gran medida en el análisis de experiencias latinoamericanas para aportar elementos de respuesta a las preguntas que se plantean. A lo largo de los últimos años he dado seguimiento a algunos intercambios con personas que animan unos quince programas de este tipo y que son considerados por sus pares como particularmente creativos: son casos de “buenas prácticas”, como se diría hoy en día. De manera más puntual, he recabado datos sobre muchas más experiencias.

      Tal vez estos contextos tan expuestos permitirán hacer explícito lo que permanece invisible o tácito en otros lugares. Y además ofrecen la oportunidad de tener una perspectiva alejada sobre nuestra realidad inmediata, de encontrar diferencias para interrogarnos, o bien proximidades, ecos de nuestras propias experiencias.

      Desde luego, todo cambia a uno y otro lado del Atlántico: la historia de los pueblos, la magnitud de la pobreza, los niveles de escolarización, las representaciones de lo escrito, el libro, el involucramiento de los servicios públicos, la intensidad de las crisis actuales, etc. No obstante, en ambas orillas del océano, de vez en cuando vuelven a surgir observaciones parecidas. Y como contrapunto a estas experiencias latinoamericanas, a veces se mencionarán algunas iniciativas llevadas a cabo en otras regiones del mundo, como Francia o España,

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