Economía española y del País Valenciano. Autores Varios
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TABLA 3.2
Distribución sectorial de la remuneración de los asalariados y del excedente de explotación bruto (porcentajes)
Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.
Estas tendencias en el peso relativo de los distintos componentes del VABcf se producen por el mayor dinamismo de los sectores de construcción y servicios (frente a la industria, especialmente en nuestra comunidad), aunque también por la dualidad competitiva que se ha producido en los últimos años: por un lado, los sectores manufactureros se enfrentan a una creciente competencia internacional, con escasa o nula capacidad para trasladar los aumentos de costes a los precios, y limitan e incluso reducen sus márgenes empresariales; por otro lado, en los sectores relativamente protegidos de la competencia, como la construcción y los servicios, no sólo se trasladan los aumentos de costes a los precios finales, sino que incluso los márgenes empresariales han crecido. Además, estos dos sectores se han visto particularmente favorecidos en gran medida por el fuerte aumento de la oferta de trabajo como consecuencia de la inmigración, que ha contribuido a frenar los avances salariales y ha beneficiado especialmente a los factores productivos complementarios (factor capital).
La participación de la remuneración de asalariados en la renta difiere según la intensidad de uso y el rendimiento del trabajo y el capital en los distintos procesos productivos. Dicha participación (RA/PIB) se puede descomponer como el producto de sus dos componentes: (i) la tasa de asalarización (TA), que es la proporción que representan los trabajadores asalariados en el empleo total, y (ii) el coste laboral unitario (CLU), que es la proporción del valor añadido que remunera al trabajo utilizado para obtenerlo. La tabla 3.3 pone de relieve que en el período 2000-2005 la participación de la RA en el PIB cayó como consecuencia de la reducción de los CLU, mientras la tasa de asalarización aumentó por el fuerte dinamismo del mercado de trabajo.
TABLA 3.3
Remuneración asalariados, tasa de asalarización y costes laborales unitarios (porcentajes)
Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.
3.3 Distribución personal o familiar de la renta
La redistribución de la renta nacional (obtenida por las aportaciones de los residentes al proceso productivo) mediante los impuestos directos, las cotizaciones sociales y las transferencias (monetarias y en especie) da lugar al ingreso o renta disponible de las personas y las familias. La distribución personal o distribución familiar de la renta recoge, desde la óptica del gasto, el reparto de la renta disponible entre los agentes económicos. Los flujos de redistribución de la renta (a través de donaciones, impuestos, transferencias y prestaciones sociales) alteran el reparto primario de la renta. Este ingreso o renta disponible de personas o familias es generalmente la variable considerada para estimar su poder adquisitivo, y a partir de ella se toman las decisiones de consumo y ahorro. El estudio desde la perspectiva personal se ocupa principalmente de medir cuál es el grado de igualdad en el reparto de la renta entre las personas o familias.
TABLA 3.4
Índice de Gini, percentiles de la distribución por comunidad autónoma (las 5 con mayor y con menor PIB per cápita). Gasto por persona
Fuente: Elaboración propia. Adaptado de J. Aldás, F. J. Goerlich y M. Más (2006): Gasto de las amilias en las comunidades autónomas españolas. Pautas de consumo, desigualdad y convergencia, CIEF, Centro de Investigación Económica y Financiera, Fundación Caixa Galicia.
A medida que aumenta el nivel de desarrollo económico, aumenta progresivamente la preocupación por la distribución personal (y también territorial) de la renta. Paralelamente, ha aumentado el interés por medir la incidencia de la pobreza y, recientemente, ha crecido el interés por evaluar en mayor profundidad el nivel de bienestar económico y la felicidad de las personas.
Entre los indicadores más sencillos y comúnmente utilizados para evaluar el grado de desigualdad en la distribución de la renta personal se encuentran el índice de Gini, la curva de Lorenz y las ratios entre distintos percentiles de la distribución de la renta. Entre estas últimas, tenemos la ratio [p0,10/p0,90], que es el cociente entre el nivel de ingresos o de renta que no supera el 10% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 90% de los individuos. Del mismo modo, la ratio [p0,05/p0,50] es el cociente entre el nivel de renta que no supera el 5% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 50% de los individuos.
El análisis de la distribución personal o familiar de la renta suscita problemas relacionados con la variable que utilizar (medida del ingreso o del gasto) así como con la unidad de referencia (individuo o familia). Independientemente de esta discusión que excede las pretensiones de este capítulo, pasamos a examinar la información disponible. La tabla 3.4 proporciona diferentes mediciones de igualdad en la distribución de la renta por CC. AA. (a partir del gasto por persona).
En primer lugar, las dos primeras columnas muestran que el índice de Gini se ha reducido ligeramente tanto en España como en la Comunidad Valenciana, en mayor medida en esta última, entre 1998 y el 2002, lo que sugiere una reducción de la desigualdad en la distribución de la renta. Navarra aparece como la región con una distribución más igualitaria de la renta en el 2002, mientras que Andalucía presenta la mayor desigualdad.
En segundo lugar, las columnas 3 y 4 muestran el índice de Gini de las regiones más ricas y más pobres en relación con la media española. El grado de desigualdad es superior en las regiones más pobres. Además, si tomamos como referencia el grado de igualdad del conjunto estatal, en el período 1998-2002, la Comunidad de Madrid, el País Vasco, Cataluña, Baleares, Galicia y Castilla-La Mancha han aumentado la divergencia en la distribución de la renta en su territorio, aunque se mantienen con una distribución más igualitaria que la del conjunto del país (con excepción de Galicia). Destaca que en Andalucía, que partía de una distribución más desigual en 1998, la disparidad en la distribución de la renta ha aumentado.
En tercer lugar, las columnas siguientes complementan el análisis del grado de igualdad en la distribución al centrarse en puntos discretos de la distribución de la renta entre los residentes de una región (ratio de percentiles), en relación con la media española. Por un lado, la distribución de la renta en la Comunidad Valenciana es más igualitaria que en el conjunto del país. Por otro, entre 1998 y el 2002 todas las ratios entre percentiles indican una tendencia hacia una mayor igualdad en la distribución de la renta, con excepción de la ratio [p0,05/p0,50], que es el cociente entre el nivel de renta que no supera el 5% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 90% de los individuos, el cual se ha acercado a 100 (media nacional), desde 109,7 a 106,5. Por último, para todas las ratios consideradas, destaca el elevado grado de igualdad en la distribución de la renta en Navarra y el País Vasco.
La tabla 3.5 muestra la distribución porcentual de la renta por hogares de las CC. AA. en el 2004 en relación con la media de España. De la primera columna se deduce que el porcentaje de hogares con una renta de hasta 9.000 euros era de 13,1 puntos porcentuales más en la Comunidad Valenciana que en España,