El sol de los ciegos. Alfredo Pérez Alencart

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El sol de los ciegos - Alfredo Pérez Alencart Poesia

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      Tal vez esto también se llame Amor: ordenar palabras, darles un intenso voltaje para sostener la vida en voz alta o en la médula memoriosa del poema. Tal vez esto de tener el ojo abierto —ante la inmensa ceguera de los días— ayude a presentir presencias y ocupaciones de otra realidad poco examinada, más aún en estos tiempos, cuando avergüenza hablar de lo que atañe al espíritu. Tal vez lo único que se redacte sea el estupor del hombre o su vacío, pero siempre hay más que el metódico trabalenguas dictado por la muerte. Tal vez el Amor independice al hombre de arreos truculentos, nutriéndolo con otra ley fundamental que lo torna depositario del diario milagro de existir.

      En un poema caben varias existencias, asiladas —con su porción de oxígeno— en cuerpo tan fecundante. No siempre la experiencia del poeta es la que fertiliza lo creado; no siempre lo escrito por el poeta es la voz de sus gozos y heridas. A veces se pergeñan los versos percibiendo al prójimo, para que distantes venas ajenas dejen fluir más savia ante sentimientos parecidos. Aquí —en esta gavilla de poemas escritos entre 2010 y 2021— hay mucho de mí, pero también de tantos congéneres. Ahora se publican un buen número de éstos, pues en 2014 aparecieron —en Ecuador— veinticinco poemitas, editados por Xavier Oquendo Troncoso bajo el sello El ángel editor. Luego, otros pocos se publicaron en antologías y plaquetas varias. Los restantes permanecían inéditos hasta ahora. Entiéndase esta edición como una aproximación del libro definitivo que alguna vez daré a imprenta: aquí tienen un centenar de textos de los más de doscientos que he ido cosechando en esta década pasada. Quise que aparecieran en la editorial que dirige Jeannette L. Clariond, no sólo porque expresó el deseo de acogerme entre sus autores selectos; también porque Vaso Roto está aquende y allende el castellano, como mi propio ser.

      Decir, finalmente, que el poeta es un ser soledoso, un firme aprendiz de soledades, además de gestor de esperanzas izadas desde insondables abismos. El poeta está siempre abocado al destierro, aun cuando viva en su patria o que alguna otra tierra lo reclame como propio. Y es que el poeta, por lo general, resulta arisco y forastero, anotador de prodigios cotidianos y de avatares futuros: lo salva la sapiencia de la resurrección a través del Verbo, o el otear aquella Luz que quiebra las más hondas tinieblas.

      El sol de los ciegos: he ahí la Poesía, brújula que orienta a ciegos perdidos y a quienes cuyos ojos todavía resbalan, sin ver lo que está por llegar.

      Junio y en Tejares (2021) A. P. A.

      a Jacqueline: ella es un ángel y siempre está conmigo.

      Ese sol es el Misterio sobre el que fijan la mirada aquéllos que renovaron ya su corazón. A. P. A.

       Taller

      Vi cosas

      que no se ven

      y me revestí

      de lo justo,

      amando en carne

      y en espíritu,

      cual señales

      de lo que aconteció

      en mí.

      Y más que

      repetir palabras,

      las lijé,

      como un humilde

      carpintero

      en su taller.

       La poesía alcanza

      Digamos

      que habitamos una tierra ardiente

      llamada Poesía,

      que también es Voz

      y es fruta viva

      y es tallo

      que a diario la gente descubre

      creciendo ante sus ojos

      o sonando cual amoroso violín

      cuyas notas ruedan

      por el mundo,

      ya hechas Palabras

      para ser sol en nuestras vidas.

      Digamos

      que en el principio era la Poesía

      y que ésta nos nutre

      y nos alcanza,

      así pasen dos lustros

      o dos Milenios.

       (a Hugo Muleiro)

       Lo más oscuro

      Lo más oscuro

      es el ojo blanco

      del ciego

      y la miseria

      que se abre paso

      entre la gente

      que a diario pisa

      las calles

      tronándoles el vientre.

      Oscuro el corazón

      si se muestra

      cual granito

      o el festejo

      si el pan no abastece

      muchas mesas.

      Y oscuro

      jugar a la vida

      descolgados

      de la rama

      del Amor.

       Año nuevo

      La orquídea

      que te ofrezco hoy,

      brotó el año

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