Madrid cautivo. Alejandro Pérez-Olivares García
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Las dudas expresadas en diciembre del año anterior también quedaban saldadas. Salvo para los enlaces, que podían ser paisanos militarizados, todas las demás funciones eran desempeñadas por el Ejército, protagonista absoluto en el control y la vigilancia de las ciudades que debían ser ocupadas. Para asegurar el éxito de las acciones, la Columna disponía de efectivos de la Guardia Civil, Carabineros, Milicias y Batallones de Orden Público, así como de los de Investigación y Vigilancia, Correos y Telégrafos, Abastecimiento, Beneficencia, Sanidad, Electricidad, Agua y Transportes. Asimismo, el casco urbano de las ciudades debía ser dividido en sectores en proporción al número de habitantes para favorecer la efectividad de la acción, coordinada a través de los jefes de sector. La complejidad de las grandes ciudades era, así, asumida por los ocupantes, de dos maneras. Por un lado, el control de las infraestructuras claves en las grandes ciudades pretendía asegurar el mantenimiento del orden en los instantes posteriores a la ocupación; por otro, se hacían con los resortes del control en el espacio urbano, donde el tamaño de las tres grandes capitales que quedaban por ocupar (Madrid, Barcelona, Valencia) favorecía la extensión del anonimato. Para dejarlo claro, se insistía en que «las fuerzas militares y de los servicios de Investigación y Vigilancia quedarán a las órdenes de los jefes de Sector, para ser empleadas en el mantenimiento del orden y los servicios propios de la profesión».
A nivel operativo, la Columna de Orden reproducía los dos frentes activos con grandes ciudades a ocupar y estaba dividida en dos agrupaciones: Centro y Levante. Los mandos de cada una debían designar y distribuir los jefes de sector y una vez decididos tener informado al jefe de la columna de orden y este a la Jefatura de Servicios Especiales, para su aprobación. En el caso de Madrid, y para no restar efectivos a otros cuerpos de Ejército, la intención era aprovechar los nombramientos efectuados para la antigua Columna de Orden y Policía del año 1936 para la agrupación Centro. Los cuadros de mando tenían orden de situarse próximos a los frentes para incorporarse a los puntos donde se necesitaran sus servicios. Una vez más, la rapidez en la adquisición de «datos y antecedentes» era la preocupación central de las autoridades militares, y tanto la jerarquía como la flexibilidad volvían a ser cualidades a valorar. El coronel de infantería Emilio Mayoral Fernández fue el designado para el mando en la agrupación Centro quien, a través de reuniones diarias con los jefes de Unidad y Servicios y sus respectivos enlaces, debía elaborar diversas iniciativas de actuación. De esta forma, toda la Columna, desde el jefe a quien tenía que transmitir las órdenes, conocería los planes y los sectores donde operar. La formación heterogénea de la Columna (Milicias, Guardia Civil, Ejército, personal de Correos…) obligaba a que los efectivos adquirieran una doble instrucción, militar y técnica, para ser competentes llegado el momento de entrar en la ciudad.
La línea de actuación fundamental se basaba en la unidad de mando, donde residía la eficacia del servicio, tal y como había demostrado la ocupación de la zona norte (imagen 1.2). Para evitar esta situación, la estructura de actuación partía tanto de la jerarquía como de una detallada preparación previa: la división de la ciudad en distritos, señalando las calles que limitarían cada uno de ellos, evitaría duplicidades y abandonos. Dentro de cada sector debía haber un jefe, dependiente directamente del jefe de la agrupación «Centro». En cada sector o distrito debían actuar una compañía de la Guardia Civil y otra de asalto, junto a las milicias de los Servicios de Orden y Policía designadas para tareas de enlace, oficinas, custodia de prisioneros y un batallón de orden público. Además, se destacaba en cada distrito un jefe de Investigación y Vigilancia, asesorado por un personal técnico, a las órdenes directas del jefe de Sector (tabla 1.4). Finalmente, las tropas de la Columna tenían que entrar inmediatamente después de que las columnas de ocupación y obligatoriamente antes que ningún otro servicio para controlar todos los edificios y centros de importancia.
IMAGEN 1.2
Fuente: AGMAV, Caja 2552, Carpeta 44. Elaboración propia.
TABLA 1.4
1 jefe militar (teniente coronel, comandante o capitán) |
1 inspector segundo, jefe del Cuerpo de Investigación y Vigilancia |
Personal civil de oficinas |
10 agentes del Cuerpo de Investigación y Vigilancia |
1 compañía de la Guardia Civil, al mando de sus oficiales |
40 individuos de Milicias, de ellos diez especializados |
Un batallón de orden público |
Fuente: AGMAV, Caja 2552, Carpeta 44. Elaboración propia.
Las reflexiones del año anterior se volcaron directamente en la planificación de 1938. En primer lugar, porque el propio personal de la Columna acumulaba una importante experiencia en el control de la ciudad. Quienes iban a liderar la ocupación de Madrid habían sido destinados previamente «a Bilbao a prestar servicios por unos días, estando siempre preparados para regresar a su destino cuando se ordene».24 Y, en segundo lugar, porque es posible apreciar un trasvase de funciones desde Recuperación de Documentos a la Columna de Orden. De hecho, los Servicios Especiales ya aparecían incrustados en un esquema puramente de orden público, guiado exclusivamente por militares, en una decisión del SIPM que tenía por objetivo vincular la ocupación del espacio con el control de este.25 Por si no era suficiente, los jefes de sector también estaban implicados en el mantenimiento del orden público y el desarrollo de políticas activas de control en el espacio, pues eran responsables de los nombramientos de los jefes de barrio y casa:
Dependientes del Jefe de Sector, se nombrará en cada barrio una persona de reconocida solvencia a la cual quedarán subordinados los Jefes de casa (uno debidamente garantizado por cada edificio) siendo la única misión de unos y otros suministrar datos para confeccionar con toda rapidez el fichero policíaco de la Capital26 (las cursivas son mías).
La estructura de control era, por tanto, un diseño militar aplicado a la ciudad y organizado jerárquicamente, que tenía planeado contar con personas de la retaguardia republicana, por lo que la colaboración del SIPM se antoja fundamental en este proceso. Esto conllevaba la posibilidad de informar sobre los antecedentes de sus vecinos con rapidez y colaborar con las autoridades en la elaboración de un fichero policial. Para evitar fugas, se proyectaron cordones de patrullas en las carreteras de entrada y salida para exigir autorizaciones firmadas por el Generalísimo o el ministro de Orden Público para transitar por los accesos a la ciudad. La división de la ciudad en sectores requería un trabajo previo para asimilar los retos no solo de ocupar el mundo urbano, también de controlarlo. Ese fue el verdadero salto cualitativo respecto a las planificaciones anteriores:
En aquellas poblaciones que por su importancia merezcan especial atención y muy particularmente en las de Madrid, Barcelona y Valencia, se procurará dividirlas en tantos Distritos como, para efectos de Censo, estuvieran ya divididas con antelación, encargándose de cada Distrito un Jefe. Para facilitar su labor al tiempo de hacerse cargo de su cometido, convendrá realizar con anterioridad un trabajo preparatorio con planos dividiendo las poblaciones en sus Distritos respectivos, y estos en barrios o zonas, para que llegado el momento, cada Jefe de Sector pueda conocer perfectamente la parte que le corresponde […].
Más allá de su representación espacial, los planos extendían una representación de las raíces de la violencia franquista