La formación de los sistemas políticos. Watts John

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La formación de los sistemas políticos - Watts John Historia

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el «escolasticismo» y los derechos romano y canónico, la arquitectura y el arte góticos, el «feudalismo», los monasterios o las comunas–. Si bien la aparición de estos fenómenos es a menudo considerada como repentina y revolucionaria, su desintegración durante la Baja Edad Media sería lenta, conformando uno de los polos gemelos de atención de la historiografía bajomedieval. El declive del Imperio y el papado es el título del penúltimo volumen de la Cambridge Medieval History anterior a la Segunda Guerra Mundial; El otoño de la Edad Media es el título que se escogió para la traducción del famoso estudio de Johan Huizinga sobre la cultura de los siglos XIV y XV. Los trabajos modernos no están tan imbuidos de aquella atmósfera de descomposición general, pero la sensación de que las viejas reglas no funcionaban, o de que los viejos modos se iban corrompiendo, sigue siendo habitual. En parte, ello se debe a la suerte diversa que ha gozado el que se supone que fue el principal organismo beneficiado por el declive papal e imperial: el estadonación. Los reinos jurídicos, que habían parecido tan poderosos y prometedores a finales del siglo XIII, sucumbirían a la guerra y la división interna en las siguientes décadas, mientras el Imperio se hundía en la anarquía y las disputas en Italia se volvían incluso más profundas y complejas. Como consecuencia de ello, y siguiendo las voces de las resonantes críticas de los observadores de la época, muchos historiadores de la política han visto el periodo como una época de orden declinante, guerra expansiva y violencia profundamente creciente. Además de la decadencia y corrupción del viejo orden, por tanto, el desorden y el caos son temas preeminentes en la representación de la Baja Edad Media. Pero los siglos XIV y XV no son solo conocidos por lo que Richard W. Southern llamó «la era del desasosiego» y David Nicholas «la vejez de una civilización».11 Como «fin de la Edad Media», también están en el umbral de la «modernidad» y el segundo polo gemelo de la historiografía bajomedieval es la búsqueda de los orígenes de lo nuevo.12 Para muchos historiadores este es un periodo de «transición», aunque la «transición» en cuestión tome formas diversas. Para algunos, como George Holmes, el «Renacimiento» es el motivo clave.13 De manera más común, especialmente en las obras británicas, la transición tiene un enfoque más político: el surgimiento largamente demorado de las nuevas monarquías y estados nacionales, o de las iglesias nacionales en época de Hus y Lutero. En buena parte de la bibliografía continental, por otro lado, la transición que subyace es socioeconómica, del «feudalismo», en un sentido marxista, al «capitalismo»: dicha revolución lenta, como veremos, se usa tanto para explicar las convulsiones de la política bajomedieval como para presagiar el surgimiento de los estados más fuertes de finales del siglo XV.

      La estabilidad de los viejos leitmotivs de declive y transición es en cierta medida sorprendente, dado que más o menos en el último medio siglo se han elaborado tres interpretaciones relativamente complejas y ambiciosas sobre la dinámica de la Baja Edad Media. A pesar de que ninguna de ellas es primordialmente política por naturaleza, todas ofrecen alguna explicación del curso de los hechos políticos y sitúan el periodo en el marco de un razonamiento más amplio del desarrollo histórico. Dada su calidad estructural, en ocasiones rigurosa, se podría haber esperado que ofrecieran una corrección de las antiguas interpretaciones, pero, en cambio, han acabado tendiendo a asimilarse a aquellas otras aproximaciones más vagas. Hay muchos puntos en los que los tres relatos se solapan y refuerzan, pero conviene observarlos uno a uno para valorar sus fortalezas y debilidades, antes de acudir a las razones de su fracaso a la hora de modificar la visión tradicional.

      La primera narrativa se centra en la percepción de que la Baja Edad Media presenció una profunda crisis social y económica. En algunos relatos es una crisis del feudalismo: la descomposición de un orden sociopolítico basado esencialmente en la extracción de excedentes campesinos por los señores laicos y eclesiásticos y su reemplazo gradual (cuando menos, en Occidente) por unas condiciones económicas y sociales más cercanas al capitalismo. En otros relatos es un conjunto menos preciso de convulsiones provocadas por una mezcla de superpoblación, guerra, cambio climático y enfermedades epidémicas. Se apunta a que las hambrunas que golpearon buena parte de la mitad

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