Música, mujeres y educación.. AAVV
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3. ¿Se refleja la «manera de hacer» de las mujeres en su música?
3.1. Antecedentes
Las mujeres hemos tenido que soportar a lo largo de la historia un pensamiento patriarcal que en el campo del arte y concretamente de la música ha minusvalorado y en ocasiones despreciado nuestra producción solo por ser mujeres. Las pocas que consiguieron componer fueron mujeres en buena situación económica o rodeadas de un ambiente musical, a las que «sus hombres» –padres, maridos, hermanos– permitieron, como si de un juego más se tratara, tontear con la música. Ahí tenemos, por citar solo a algunas, a Safo de Mitilene, siglo V a. C.; Kassia, siglo I; Hildegard Von Bingen, siglo II; las trobairitz de la Corte Occitana, siglo XIII; Francesca Caccini, siglo XVI; Barbara Strozzi, siglo XVII; Maria Theresa von Paradis, siglo XVIII; Alma Mahler y Clara Wieck –Schumann–, siglo XIX… Todas ellas persistieron en su deseo de expresarse a través de la música y dejaron un importante legado tanto en cantidad como en calidad. Para ilustrar ese muro que suponía el pensamiento patriarcal, me gustaría rescatar dos perlas que nos dejó la historia:
Para ti [la música] solo puede y debe ser un ornamento. Te debes preparar con más presteza e interés para tu verdadera llamada, la única vocación para una jovencita. Quiero decir el estado de ama de casa […] La música debería ser un acabado, un adorno y nunca una carrera para las mujeres (Hensel, 1882).2
La mujer vuela a ras de tierra, sin que sus alas le permitan remontarse alto, para crear una obra de arte en que el artista debe elevarse a regiones inaccesibles, como suben las águilas. Sin embargo, ¿estas eruditas son realmente mujeres? Yo estoy por dudarlo, pues a fuerza de estudios empiezan a secarse, y ya pálidas y macilentas, con los sempiternos lentes y los enormes cartapacios llenos de partituras con anotaciones, más parecen escribanos que representantes del bello sexo (Turina, 1914).
Ya en el siglo XX, con el movimiento feminista en su apogeo –y a pesar de la opinión de Turina–, encontramos a compositoras algo más valoradas: Cécile Chaminade, Germaine Tailleferre, Lili y Nadia Boulanger, Sofía Gobaidulina, Kaija Saariaho… y sin embargo no es habitual ver y escuchar a estas autoras en las programaciones ni de conservatorios ni de salas de conciertos.
3.2. Aspectos que pueden ayudar a definir la música hecha por mujeres
Vamos a ver cinco aspectos que, bajo mi opinión –una óptica femenina– influyen en la música de las compositoras:
3.2.1. Textos y vivencias
Como decía, la necesidad de expresar es lo que mueve a una persona a crear. Lo que queremos expresar, lógicamente, viene dado por nuestra experiencia vital. Y esta, en muchos aspectos, está condicionada por nuestro género o por los estereotipos asociados a él. En este sentido, las mujeres nos hemos inspirado a veces en campos privados como la maternidad, la opresión sexual, etc.
Sin embargo, tengo que decir que ese nivel de transparencia al abordar esas temáticas exclusivamente femeninas no lo he encontrado en general hasta bien entrado el siglo XX. A lo largo de la historia las compositoras han seguido las corrientes imperantes en su época en cuanto a temáticas y formas; al ser estas corrientes dictadas por el patriarcado histórico, no había sitio para temas femeninos demasiado evidentes.
En cuanto a los textos, como pasa con los temas inspiradores, encontramos que incluso una vez el término feminismo cobró su actual significado –fue con Hubertine Auclert, pionera sufragista francesa, en 1880–, y que compositoras como Lili Boulanger, con gran producción vocal y coral, utilizan textos de autores prácticamente en su totalidad –yo solo he encontrado una obra para solista y piano basada en un poema de una mujer, Dans l’immense tristesse, sobre un poema de Berta Galéron de Calone.
Son las compositoras contemporáneas las que están utilizando textos más explícitos, con temas femeninos y escritos por mujeres –Mercedes Zabala, Sonia Megías o Fátima Miranda con la poesía sonora Albórbolas (2013).
a) Puesta en escena
Lo visual afecta muchísimo a la percepción de roles e intenciones. Existe toda una ciencia, la «psicología de la percepción», que, entre otras cosas, estudia cómo percibimos la música en diferentes circunstancias. En este sentido, la vertiente más teatral de la música contemporánea nos puede aportar muchos datos, entre ellos los que afectan al género –Sonia Megías en Triangle (2011).
b) Detalle y decisiones rápidas
En 2008 se realizó un estudio –El trabajador contemporáneo, por la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo y dos empresas de recursos humanos: Grupo Ranstadt y Grupo Actual– en el cual se reflejaba, entre otras cosas, que las mujeres tardamos más en tomar decisiones rápidas, somos más detallistas y nos gusta «atar bien todos los cabos». La composición está llena de detalles. Cuando uno está delante del papel pautado tiene ante sí todo el abanico de posibilidades tímbricas, melódicas, armónicas y rítmicas entre las cuales debemos elegir constantemente.
Os voy a contar una experiencia reciente. Durante el pasado julio estuve como docente en Italia, en un seminario de composición para jóvenes compositores. Tenía alumnos de todas partes, 6 chicos y 2 chicas. Ellas –una noruega y una israelí– pensaban mucho cada paso en la composición, iban algo más lentas que sus compañeros, pero cuando les sugería algún cambio eran más capaces de defender lo que habían escrito porque lo habían pensado mucho. Ellos iban más rápido pero también eran más flexibles a los cambios, fiándose enseguida de mis razones sin cuestionárselas demasiado.
Esta puede ser una de las causas de que nosotras, en el mismo margen de tiempo, tengamos menos producción.
c) Pudor
El mismo informe anterior dice que los hombres son más ambiciosos profesionalmente. Yo además diría que nosotras somos más pudorosas a la hora de mostrar nuestra obra. Preferimos o bien que la gente descubra nuestra música de manera natural, o bien que un mentor hable de nosotras. En este sentido, nos encontramos con que no son demasiadas las compositoras reconocidas por el gran público, y que los compositores consagrados en muchos casos arrastran ese lastre del pensamiento patriarcal que les impide confiar en nuestra música.
En mi caso concreto tuve la suerte de tener a Javi Busto como embajador de mi música, así como de la de otros compositores vascos. Él nunca ha hecho distinciones de género a la hora de promocionarnos, si bien es cierto que en el mundo de la música coral no es raro encontrar música de mujeres en los repertorios.
d) Tiempo
O, mejor dicho, la falta de él. Hace ya un par de años, el propio García Abril decía en una entrevista a la agencia EFE que «era y es casi imposible» vivir de la composición. Esto quiere decir, ni más ni menos, que tanto compositores como compositoras, en la mayoría de los casos, escribimos en nuestro tiempo libre, es decir, cuando terminamos nuestro trabajo oficial en conservatorios, escuelas, orquestas, etc. Pues bien, esto es lo que pasa con nuestro tiempo en España.
Figura 1.
Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística (2010)
4. Situación actual del repertorio femenino
Según