El Amor Era Demasiado Limpio. Alexis Cuzme
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Qué ocurría con el arte sobre escenario. Sí, la cama perfecta, los cuerpos llamativos, sobre todo el de la muchacha rubia que a cada rato se abría, apretaba las piernas, insinuaba masturbarse, y su sexo, parecía explotar, deshacerse de su cuerpo para avanzar hacia cada uno de nosotros. Noemí, por otro lado, entre sorprendida y babosa —porque eso de que le aterró la escena del desnudo ni ella misma se lo creía— centrada en la obra, en las nalgas de vaya a saber cuál de los dos bailarines, en sus abdómenes, en sus brazos, pectorales, rostros y como si fuera poco aun recordando el par de penes que había logrado espectar y sin necesidad de ir a algún show en la ciudad.
Pero qué era un pene —o en este caso un par de ellos— en la actualidad: un pedazo de carne capaz de arrastrar a mujeres —y en varios casos también a hombres— al delirio, grito y gemido incontenible; un producto de importación vaginal, herramienta para la procreación; un gusanillo sensible al tacto —y de ahí no tan gusanillo—, pero eso a quienes conformábamos el público masculino no nos interesaba en lo mínimo.
Lo que clamábamos, y sobre todo yo, desde nuestros incómodos asientos, era ver alguna de las tres vulvas que se ocultaban debajo de esos cacheteros blancos apretados, extasiarnos un momento del secreto de cada una de ellas, ser parte de su intimidad, desquitarnos con nuestras amantes, creer también que alguna de esas aberturas podría arrullarnos un momento, ser el motivo justificable para haber aguantado un par de penes sobre el escenario.
Por eso cuando los cuerpos pararon de danzar y los aplausos dejaron de invadir la sala, agarré de la mano a Noemí y salí refunfuñando directo al camerino para reclamarle a las tres bailarinas el irrespeto para con nosotros. Abrí la puerta, observamos, dije disculpen, y nos retiramos. Eso de que Noemí viera dos penes era pasable, pero lo inimaginado yacía en saber que las mujeres van primero a la ducha y el resto espera sentados y desnudos, portentosos en su masculinidad apabullante.
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