Incursiones ontológicas VII. Varios autores
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Quiero parar acá, porque necesito puntualizar en lo que se vino a mi cabeza escribiendo esto, nace en mí una sensación de carencia de que las cosas no se consiguen tan fácil, hay que luchar por ellas, de mi parte ha sido súper difícil llegar a donde estoy, ganar el reconocimiento, ser visible ante el mundo… Fuerte descubrimiento, siento nostalgia y dolor al escribir esto, se acercan algunas lágrimas, me pasan escalofríos y solo pienso en todo lo que he tenido que hacer para poder estar donde estoy, casi perder la vida llegando acá, saliendo de momentos difíciles, tener que salvarme para estar en el aquí y en el ahora, y aparece una persona pensando que solo con un comentario cree que voy a darle todo, como si fuera tan fácil; encuentro que, cuando alguien me pide que le dé algo sin esforzarse, sin tener que antes buscar y poner su atención e interés en hacerlo, caigo en una molestia profunda, porque siento que no lo merece; hay que sufrir, esforzarse para lograr lo que se quiere.
Solo fue un párrafo de descripción de un suceso con esta mujer y aparece una carencia grandísima del pasado, la cual rompe totalmente mi forma de pararme frente al mundo ¿Por qué debo abrirme en todo lo que he vivido para ponerlo al servicio del otro, sin obtener nada a cambio? Pero acá debo ser honesto, si gano y mucho, aporto a los demás, doy espacio a la sociedad para que se nutra de lo que hay en mí como experiencia de vida, le doy a otro ser humano la posibilidad de llevar un aprendizaje que yo tuve con el tiempo y con muchas otras situaciones; me abro a los demás, cierro la ventana del individualismo y paso de luchar a aportar, a disfrutar el poder entregar lo que soy y merecer el reconocimiento por eso, se abre la puerta a crear equipo, a marchar en grupo por un objetivo mayor, y aquí, en este espacio construido con muchos más coequiperos, puedo pararme y ser observado ante el mundo desde un lugar más asociativo, que ser la estrellita del firmamento que se instauró en mí y debería ser.
Debo mencionar que estoy impresionado con esto que escribo, ¿los aprendizajes de vida deben llegar con esfuerzo y dolor?, ¿todo en la vida debe ser luchado o se puede conseguir de una manera más pacífica y constante, sin tener que pelear para lograrlo?, ¿debo ser juez de cómo llegan los demás al resultado?, ¿tienen los demás que sufrir y esforzarse para llegar a donde yo llegue?, ¿por qué le traslado mi dolor de aprendizaje a los demás?, ¿es una compensación que busco de parte de ellos para sanar mi dolor?, son preguntas que me hago generando la reflexión del porqué trasladar mi historia a otros, mis dolores a los demás, aquí hace sentido el justo medio que mencionaré en un diagrama que será mostrado más adelante, Si, dando una respuesta a lo que preguntan los demás, sin generar en mí ninguna molestia por hacerlo, se soluciona el tema, ¿por qué tengo que llegar a la molestia y el dolor para responder? Concluyo que estoy buscando una compensación innecesaria, los demás no tienen por qué vivir ni sentir lo que viví, cada uno tiene sus aprendizajes, de nuevo, es importante construir la capacidad asociativa, ser visible ante el mundo con los demás no solo yo.
Ya la conversación estaba tensa, aireada y con un tono muy alto, así que como conclusión de mi última respuesta, volvió a su tercer reclamo, en donde me decía, “Si ves, acá está la grosería, la falta de respeto, ¿Se te olvida que soy tu cliente?”. Yo ya no tenía cabeza, estaba pensando con las vísceras, con las tripas, mi cerebro reptil solo quería hacer daño, maltratar, me salí totalmente de mí, y mi respuesta fue, “Cómo no quiere que me ponga así, si lo que usted quiere es que todo se le dé como quiere, solo veo en usted una flojera para hacer las cosas y no aprender”. Esta fue la gota que derramó la copa, ella comenzó a decirme que cómo una persona que llevaba tanto tiempo creciendo como profesional, que había pasado por tantas empresas, que tenía la formación y el cargo gerencial que yo tenía, era capaz de permitirse hablar y responder como lo hacía, que yo era un afortunado de la vida por estar donde estaba y antes debía agradecer por tener la oportunidad de trabajar donde trabajaba; era claro que todas estas palabras venían de su carencia, de lo que ella veía quizás como carencia propia, pero el tono en que lo decía para mí, venía desde la víctima más abusada que hubiera existido. Así que, de parte y parte, ya no había razón en cada respuesta; esto fue un vaivén de respuestas ofensivas, defensivas e hirientes que se extendió por varios minutos, llegó un punto en donde literalmente me cansé, me aburrí, me quería ir, colgar y no tener que escuchar más todo lo que sucedía, así que le dije, “Mire, sabe que, dígame ya todo lo que necesita, todo lo que quiera que yo haga y lo hago sin decir una palabra, no me interesa entrar más en esta conversación, si lo que quiere es que yo haga lo que usted quiera, pues así lo haré, pero no más con esto”. Aquí, esta señora enloqueció con sus comentarios, comenzó a decirme que si es que yo no entendía lo que ella decía y lo que pedía, la verdad fueron un montón de comentarios que siendo muy honesto ya no escuche, borre de mi ese espacio, lo anule, desde mi última frase ya no me intereso escuchar más, ya me había rendido, la propuesta que hice, grosera, desafiante y poco profesional a mi parecer, era la última que iba a aceptar así que guarde silencio por un buen espacio de tiempo y cuando termino de hablar, volví y le mencione, “Desde hoy todo lo que pida y solicite lo hago, no tengo más que agregar, ya estoy cansado de esta conversación”. Viendo esta mujer que yo no iba a hablar más, lo único que pudo decir para cerrar fue, “Tranquilo, que ya sé con quién es que me estoy relacionando”. Me sonó a amenaza, pero ya no tenía más fuerzas para seguir conversando, así que lo que hice fue tirar el teléfono.
¿Qué se puede decir de todo esto? Bueno, nada más y nada menos lo mismo que he venido comentando anteriormente, una gran dificultad asociativa para ganar junto al otro, si no soy yo delante, ninguno de los dos va, o me muestro solo o nadie se muestra, ¡Fuerte!
Me tomé un momento para respirar sin recobrar el aliento, me sentía agotado, sin energía, derrotado y con una sensación de rabia contenida, pero sin fuerza para sacarla, inclusive con unas ganas inmensas de llorar, había perdido, me había dejado inestable, le había dado lo que siento que ella quería, así que yo había sido derrotado.
Y miren esto tan interesante, “había perdido”, “había sido derrotado”, ¿cuál era la lucha?, ¿hay que pelear siempre por cualquier cosa que llegue a la vida?, ¿es la rabia el camino a tomar? Es interesante encontrar lo que sucede con el exceso de rabia, nace el agotamiento emocional, la “derrota”, un paso claro a ser la víctima, como si aquí comenzara un camino de esconderme a no ser, a esconderme dentro del caparazón, a no volver a salir, ¿Vuelvo a esconderme y seguir planeando que hacer? ¿Me escondo detrás de un caparazón de dolor para maquinar algo en contra de otros?
Ese día acabó ahí para mí, no pude volver a concentrarme ni poder volver a seguir trabajando, el sentimiento de derrota era inmenso, pero es importante reconocer que toda mi energía se había ido, permití que alguien me robara la paz.
De este espacio rescato cosas muy valiosas que fui agregando en el transcurso que lo relataba y como el primer boceto de mi estructura de coherencia que desarrollé en mi camino de aprendizaje cobra más sentido, voy a exponerlo tal cual siento que aparece en este espacio pero siento que puedo organizarlo mejor dadas las reacciones que nacen desde ser la víctima o el victimario, pero es un boceto diagramado acorde a lo que me sucede, inclusive terminando de escribir esto, estoy agotado, cansado.
Aprendí en mi vida por mi formación en colegios religiosos y militares, además de crecer con una mamá muy estructurada y ordenada, que los diagramas y sus recorridos permitían definir un proceso