Sean. Virginie T.
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Vale. Desaparecieron hace veinticinco años, así que puede ser que conociera a algún fatel de niña y reconociera el poder de Sevana. Yo tengo la misma edad que ella y los recuerdo perfectamente. No obstante, seguramente mi infancia no se pareciera en nada a la suya. En cualquier caso, la duda es razonable. Debemos obtener más información sobre ella antes de preocuparnos en exceso. Pongo mi ordenador portátil encima de la mesa. No voy a ninguna parte sin él. Tengo alma de friki. Soy el informático de la manada y un as cuando se trata de saberlo todo de una persona.
— ¿Nombre completo?
— Ashley Peterson.
Manos a la obra. Dejemos que la magia de Internet surta su efecto. Tras varios minutos tecleando, toda la información disponible sobre la señorita Peterson aparece en pantalla. La ficha está extrañamente incompleta y carece de foto. Un dato me llama inmediatamente la atención. Es huérfana, como yo. No se menciona a ningún familiar próximo conocido. Desde luego, muchos de los que estamos aquí hemos perdido a nuestros padres, pero al contrario que a los demás, a mí me ocurrió dos veces, aunque no recuerdo la primera. Más vale que me concentre en la pantalla antes de que me invada la rabia, como siempre. La acogieron con diez años, pero no unos humanos, como a Sevana: Ashley se ha criado en una manada, algo muy poco habitual. Los clanes que adoptan humanos son extremadamente raros. ¿Y si fuera menos humana de lo que pensamos?
— ¿Es animorfa?
— No. Imposible. La he visto herida y no cicatriza a velocidad acelerada como vosotros.
Owen me lo confirma inequívocamente.
— Me habría dado cuenta.
No me cabe duda. Habría que estar loco para poner su olfato en tela de juicio.
— Sin embargo, se crio con la manada Treat. El alfa se llama Peter Browling.
Liam frunce el ceño.
— Me suena. He escuchado hablar de él.
Consulto su ficha.
— Seguramente sea porque es médico.
— Probablemente. Tuvo que ser mientras estudiaba enfermería.
Es probable, pero no responde a nuestras preguntas. En todo caso, complica el misterio. Coincido con Connor, no podemos permanecer en la ignorancia. Digo en voz alta lo que todos están pensando.
— Hay que interrogar a la enfermera.
— Estoy de acuerdo. Y mi diosa podría emplear sus poderes para ver el futuro de su amiga.
Sevana asiente con la cabeza de tal forma que sus largos mechones con reflejos azules cosquillean el torso de su compañero. Nos quedamos quietos y en silencio. Nuestra hembra alfa necesita calma para controlar su poder. Las premoniciones a distancia son algo relativamente nuevo para ella y requieren mucha concentración. Al cabo de un cuarto de hora, abre los ojos visiblemente fatigada y frustrada.
— Lo siento, he logrado percibirla, pero nada más. Me resulta imposible ver su futuro. Lo único que puedo afirmar es que, por el momento, está bien.
Necesitaba tener contacto físico para emplear su don hasta hace poco. El vínculo de unión lo ha amplificado, además de darle acceso a otros poderes, pero aún le requieren mucho esfuerzo y la gran distancia entre ambas es claramente un obstáculo. No es de extrañar que no lo haya logrado. Requiere práctica. Las fateles jóvenes se entrenaban todos los días desde muy temprana edad para controlar sus dones a la perfección. Y como supongo, por lo contrariado que parece, que lo último que quiere Connor es separarse de su chica para irse de misión, me ofrezco voluntario. Como beta, es mi deber tomar el relevo cuando el alfa no está disponible. Además, tengo una ventaja frente a los demás.
— De acuerdo. En ese caso, iré yo. Ashley no me conoce, no creo que desconfíe de mí.
Como de costumbre, Connor me apoya, y en vista de la sonrisa que dibuja en su cara contemplando a Sevana, está contentísimo de quedarse con ella, pero pone una condición.
— Vale. Es cierto que la primera y última vez que nos vio, nos transformamos en los pasillos del hospital, dejamos a dos lobos muertos a nuestro paso, nos llevamos a Sevana, y no la ha vuelto a ver. Eso no genera mucha confianza. Pero te llevas a Owen. Podrías necesitar refuerzos y, a diferencia de ti, sabe ser diplomático.
Asiento con la cabeza y nos separamos mientras nuestro alfa se lleva a su risueña compañera a la habitación. Saldremos en cuanto mi compañero de misión esté listo.
Capítulo 2
Ashley
Aún no me lo creo. El imbécil de mi ligue me apagó la alarma ayer por la noche porque quería dormir hasta tarde. ¿En serio? Al zángano ese que ni siquiera trabaja le molesta que le despierte con el estridente sonido de la alarma que me pongo para ir a trabajar. Me parece que la fase de pseudo luna de miel que se vive al comienzo de las relaciones ha llegado a su fin. Al igual que nuestra relación. Ese no vuelve a verme el pelo. Qué más da, encontraré otro novio. Uno que trabaje y no me reproche no dedicarle todos los días de mi vida. Mientras tanto, llego tarde y enfadada. Voy por la calle corriendo como una loca y empujando a mi paso a unas cuantas personas que deambulan distraídas, con las que me disculpo entre dientes, pero sin reducir la velocidad. Ahora mismo no tengo tiempo de ser educada.
Finalmente llego al hospital treinta minutos tarde. Mi jefe de unidad me va a echar la bronca. Sobre todo porque andamos faltos de personal desde que algunas enfermeras dimitieron atemorizadas tras la agresión a Sevana. La sangrienta pelea entre varios metamorfos que tuvo lugar una semana después en el recinto del hospital tampoco ayudó a convencerlas de reincorporarse. Al contrario, reforzó su decisión de no volver a poner un pie en este hospital incapaz de proteger a su personal. Eso significa que voy a tener que usar mis encantos si no quiero escuchar hablar de esto durante días o llevarme una reprimenda. Como era de esperar, mi jefe, sobrepasado por la situación, me pesca en cuanto llego a la planta.
— Señorita Peterson, llega tarde. ¡Es inaceptable! ¿No tiene usted sentido de la responsabilidad profesional? Sabe que andamos cortos de personal y aun así se permite llegar a la hora que le da la gana.
Me tomo un momento para abrir la mente y respirar hondo antes de girarme con mi sonrisa más seductora.
— Lo siento, señor Raze. He tenido un problema esta mañana. No volverá a pasar.
Proyecto ondas relajantes y pensamientos positivos hacia su cerebro en plena ebullición. Parece que soy la tercera en llegar tarde hoy y piensa utilizarme como ejemplo para contener la hemorragia de impuntuales. Voy a tener que emplear todas mis fuerzas en salir de esta. ¡Qué fastidio! Estaré cansada el resto del día. Pero no tengo elección. No puedo perder el trabajo. Tendría que volver a vivir en el territorio de la manada y no quiero ver a Nathan en mucho tiempo. No hasta que encuentre a su compañera y deje de insistir.
— Lo siento muchísimo, señor Raze.
Su frente se relaja a medida que mis poderes se adueñan de él. Bien, está funcionando. Resulta tan fácil manipular a los humanos. Un simple juego de niños que practico desde muy pequeña. Es una pena que consuma tanta energía. Mi jefe, algo desorientado, acaba balbuceando.
— No pasa nada por esta vez. Pero que no se