Valores éticos y humanistas de la Masonería Filosófica. Jorge Delgado-Ureña
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La filosofía de Hegel afirmaba que todo lo que es real es también racional y que todo lo que es racional es real. El filósofo alemán comparaba el desarrollo histórico y la llegada del espíritu con el de un organismo vivo, donde los componentes, al desarrollarse, afectaban a todo el resto y además tenían funciones definidas. Aunque el modelo hegeliano tiende a convertir la mente en un instrumento que se desvía hacia la estética, su fin es conducir al hombre a la libertad. Por ello, podemos decir que es un pensamiento panteísta. La modernidad se caracteriza por el hecho de que la autoconciencia es la única razón. La conciencia por tanto debe ser doble: una conciencia de la estética junto a una conciencia de la ética y de la crítica que incluye cada pensamiento, cada filosofía.
Es una forma de vivir, el esteta vive su vida como si se tratara de una obra de arte en la que el hombre es “inmediatamente lo que es” enseñando a disfrutar la vida y el deseo de vivir. Como consecuencia el esteta elige no elegir. Tenemos multitud de ejemplos en las figuras de don Juan, de Fausto o del judío errante. Se desprende de todo ello que a pesar de esa vivencia alegre y brillante existe un fracaso existencial, porque a medida que la vida estética ansia tener una vida siempre diferente, al final, termina por romper el recinto de la estética pura para dar un salto a la alternativa que le brinda la ética de la vida.
En el momento que el hombre, elige elegir, asume la responsabilidad de su propia libertad, su vida ética se basa en su obra, sufriendo un modelo universal de comportamiento. De hecho, la elección que el hombre hace de sí mismo en la vida ética (la libertad de elección, la elección de la selección) hace que el hombre se identifique con su propia historia, reconociendo que no pueden renunciar a cualquier aspecto de la misma, incluso a los más dolorosos. Tal como se nos indica en el presente libro cuando se hace referencia a la filosofía ética de Kant.
Kant quiere desarrollar un pensamiento de la inmanencia, evitando caer en el panteísmo, que, no obstante, ya se ha hecho manifiestamente perceptible. Spinoza concibe “infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa la esencia eterna e infinita”.1
Pero uno de los problemas fundamentales de la ética es la unidad cultural y antropológica del hombre, esto ya lo decía Schiller, que en su búsqueda filosófica investigó desde un punto de vista metafísico sobre el conocimiento humano, distinguiendo el sentimiento de la percepción, (sentimiento como modificación interior y percepción como modificación externa), este binomio también estará presente en la Crítica del juicio de Kant2; Schiller en otra de sus obras hace una bipartición entre la conexión física y la conexión filosófica, el espíritu sólo puede expresarse a través del cuerpo. Como podemos ver defiende una teoría de la sensibilidad de fuerte sabor materialista, esta tendencia estará presente en mucho de los filósofos que irán apareciendo después de él.
Ese concepto materialista es lo que llevará a la sociedad, cada vez más, a crear un desorden en el mundo. Pero ¿de dónde viene el desorden de este mundo? Es una “causa errante” oscura, oculta en el mundo sensible, que para ser perfectamente eficiente en el mundo anula la necesidad espiritual. Anaxágoras hizo formar parte de su explicación de la realidad al concepto de nous, inteligencia, la cual, siendo un «fluido» extremadamente sutil, se filtra por entre los recovecos de la materia, a la que anima con su movimiento. Afirma en efecto que “Esta es la Inteligencia que ha puesto todo en orden, es ella la que es la causa de todas las cosas” y Platón dice que la Inteligencia funciona bien en un principio para poner en marcha una esfera primitiva del mundo, pero que todos los movimientos del mundo se explican por causas materiales.
El libro, como veremos, hace hincapié en muchas partes sobre la importancia del desarrollo de la inteligencia en el individuo y nos muestra un camino: el de los altos grados de la masonería, que a través de sus múltiples grados desarrolla una filosofía de valores. El problema reside en que en este mundo moderno esos valores se han ido perdiendo.
La ciencia moderna logró con una concepción mecanicista de un determinismo integral, una visión del mundo final, algo antropomórfico, heredado de la antigüedad. De hecho, la creencia en la necesidad ordenada, desde la eternidad, por una inteligencia superior asume una perspectiva de la naturaleza y al mismo tiempo niega ver una creencia en la finalidad perseguida por la naturaleza misma. La teleología de Aristóteles como el determinismo de Laplace asume la posición de una inteligencia eterna (de un Dios, causa final del mundo). ¿Si todo está determinado como puede el hombre tener un planteamiento ético y estético de sí mismo? Posiblemente a través de sistemas dinámicos que establezcan un juego de contingencias, pero teniendo siempre en cuenta que no lo pueden hacer a través de estructuras organizadas porque tienen un gasto mayor de energía y degradan aún más de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, de ello se deriva que el establecimiento de un orden requiere un gasto de energía que provoca un desastre.
“Ordo ab Chao” es la principal divisa del grado 33º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Para algunos masones también es el lema del rito, que se suele traducir por “Orden en el Caos”, aunque también hay quien lo traduce como “Orden desde el Caos”. No se trata de ordenar el Caos si no que el orden viene del Caos.
El estado primigenio de la materia es el caos ordenado, según nos explica la física actual. El estado natural de la materia es el desorden, pero ante nuestros ojos y nuestra limitación comprensiva se nos presenta como ordenado, esta visión es la que ha llevado a muchos filósofos y religiosos defensores del creacionismo, a pensar que el Universo fue creado por un ente superior que lo ha ordenado y organizado.
El hecho es que, si eso es así, ese Ser Superior organizador del Cosmos no puede moverse con parámetros humanos, su misión es otra. No puede estar pendiente de los pensamientos y deseos exclusivos de unos seres tal como lo intentan explicar algunos libros religiosos. El conflicto no existe porque es parte indivisible de nuestra existencia. Lo que demuestra la experiencia es que en la materia caos y orden, orden y caos son lo mismo. Por lo tanto, tal como nos aconseja la segunda ley de la termodinámica tiene que existir un sistema que establezca un estado de equilibrio y ese no es otro que la ética.
Como podemos comprobar las páginas siguientes, la ética es también una filosofía moral, proporcionando el contexto de la moralidad, así que vamos a ser filósofos, pero esta condición requiere una mente abierta, sólo la investigación sobre el origen y el significado oculto de objetos, palabras, expresiones y símbolos, interpretadas y transpuestas a nosotros mismos nos llevarán por el camino filosófico. Aceptemos contradicciones constructivas, desafíos a nuestros descubrimientos, escuchar y sobre todo escuchar con interés lo que otros tienen que decir, esta será la apertura donde nacerá el filósofo independiente, creativo, objetivo, justo y realista.
La Masonería unifica a través de sus Altos grados y constituye un baluarte racional y científico, amante de la filosofía como ciencia, estudiosa de los valores y virtudes que el librepensamiento permite elucidar. Salvaguarda de los Derechos del Hombre, impulsora de la Justicia como paradigma de la convivencia, enemiga de la ignorancia, de los fanatismos y las incomprensiones existentes en la Humanidad, y especialmente, impulsora de la Tolerancia y la fraternidad para alcanzar, como hemos dicho, un mundo mejor, un mundo ético.
En numerosas circunstancias la Francmasonería afirma su ética Masónica, pero la ética y todo lo que induce no se compra, no se da y no puede ser decretada, se construye, se fabrica, se forma, se cimienta de una forma sólida. Sin embargo, esta construcción debe ser el fruto del trabajo personal de cada uno de nosotros se habla de construir nosotros mismos, nuestros valores, nuestra moral, nuestra filosofía, nuestra ética, no se trata de copiar o clonarse a sí mismo. En los planos estéticos y mecánicos no hay nada más hermoso que un muro construido con piedras de diferentes tamaños y diferentes tonos, el mayor necesita del más pequeño y viceversa, esto es la mezcla voluntaria e involuntaria que con el tiempo será la fuerza del edificio.
Galo Sánchez 33º