Mi hermano James Joyce. James Joyce
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Como siempre, Stanislaus duda de la precisión artística de la descripción que acaba de hacer y escribe entre paréntesis, con su letra clara y perfecta: “Esto tiene un tono muy subido, parece una caricatura”.
Cuando un año después, en octubre de 1904, James Joyce decide dejar Irlanda en compañía de una joven llamada Nora Barnacle, con la que no quiere casarse, muchos de sus amigos y parientes lo consideraron tan tonto como cobarde. Stanislaus tuvo sus recelos, pero defendió firmemente a James y mantuvo una activa correspondencia con él. James residió primero en Pola, el principal puerto naval del Imperio austrohúngaro en esa época, y luego cerca de Trieste, donde enseñaba en la Academia Berlitz; dependía de Stanislaus para las noticias y, hasta cierto punto, para los temas. Con la avidez de un Oscar Wilde, preparándose para su mundo de ficción como quien prepara un manjar, reclamaba información sobre cada detalle del juicio de los dublineses, que ya conocía, sobre su partida casi teatral. Frecuentemente se apropiaba para sus relatos de las sugerencias de Stanislaus. Para “Los muertos”, de la descripción de Stanislaus de un tenor irlandés cantando una canción fúnebre de Tom Moore; [2] para “Un caso doloroso” del relato de Stanislaus sobre el encuentro con una mujer casada en un concierto. Parte del talento de James eran los plagios inspirados; tenía el don de transformar el material, no de crearlo, y Stanislaus fue la primera de una serie de personas en quienes se apoyó para recoger ideas. Se lo señaló más tarde a Frank Budgen: “¿Ha notado usted que cuando me apodero de una idea puedo hacer con ella lo que quiera?”. Los hermanos no estuvieron mucho tiempo separados. Después de la partida de James, Stanislaus obtuvo un insignificante empleo y escribía con tanta amargura sobre Irlanda que James lo invitó a Trieste, aunque fuese de visita. La invitación, insistente durante varios meses, le pareció a Stanislaus, en aquel momento, una especie de súplica reclamándole apoyo. Nunca había salido del hogar y Trieste, que entonces pertenecía a Austria, debía parecerle, a los veinte años, el fin del mundo. Como James, amaba Dublín, más de lo que aparentan sus críticas a la ciudad; pero, obediente, hizo las maletas y partió a Trieste, adonde llegó en octubre de 1905.
Sus primeras cartas a la familia lo muestran en extremo nostálgico del hogar. Lo alarma comprobar que su hermano bebe en exceso. Había visto demasiada borrachera en Irlanda como para tolerarla allí. Tenía gran autoridad moral sobre James y estaba en condiciones de ejercerla; tenía más músculos y podía arrancarlo de las cervecerías.
Los hermanos discutían a menudo, pero estaban muy unidos. Durante un tiempo enseñaron en la Academia Berlitz; luego, al ver que los iría mejor con lecciones particulares, la abandonaron. Sus estilos en la enseñanza reiteraban sus diferencias. Stanislaus era puntual y consciente de sus obligaciones. James invariablemente llegaba tarde a las clases y luego de un breve ejercicio comenzaba a conversar sobre todo tipo de temas; profesor y alumnos terminaban la lección entonando canciones irlandesas, y después James saltaba la barandilla y se iba, ya muy tarde; James era fantasioso y extravagante en materia de finanzas, y el producto de las lecciones de Stanislaus a menudo terminaba en su bolsillo –después de que, sonriente y fumando un Virginia, hubiera expuesto sus apremiantes necesidades–. En las vacaciones –los alumnos dejaban Trieste en los calurosos meses de verano– era demasiado difícil para James mantenerse, ya que no sabía ahorrar y dependía de Stanislaus para evitar el desastre. Cuando enmienda en Finnegan’s Wake la fábula de la alegre cigarra y la previsora hormiga, que también tiene un problema con la estación, y deja que la desprevenida cigarra se las apañe, remite a la experiencia con su hermano.
Stanislaus mantiene el humor y las finanzas de su hermano. Le da ánimos cuando los editores le devuelven los originales, como sucedió casi constantemente desde 1906 hasta 1914. Fue él también quien puso en orden los poemas de Música de cámara y pensó en este título. En 1907, poco antes de su publicación, repentinamente James decidió que su contenido era falso y envió un cable a Elkin Mathews, el editor, para impedir su aparición. Stanislaus se paseó frente a la oficina de correos de Trieste, discutiendo con James; finalmente lo persuadió para que permitiera la aparición del libro, ya que le ayudaría a publicar otros. El contraste de opiniones era típico: el juicio de Stanislaus era práctico, pero James tenía razón en cuanto a que Música de cámara era inferior a sus otras obras. También fue Stanislaus quien le sugirió el título de Stephen el héroe de la primera versión de Retrato del artista adolescente; se lo inspiró la balada Turpin Hero, que a su hermano le gustaba cantar. Asimismo le aconsejó, cuando comenzó a reescribirlo, convertir el libro en un Fausto irlandés y esta sugerencia puede explicar algo la crueldad con que dotó a su héroe en la última versión.
Hasta la Primera Guerra Mundial, Stanislaus continuó haciendo de Sancho Panza, como señaló Italo Svevo y otros amigos triestinos, para el Quijote que era James. Pero su placer en representar este papel se debilitó. La sensación del absurdo de su servidumbre había crecido y en su descontento fue ayudado accidentalmente por la guerra, que lo separó de su hermano. En Trieste, las autoridades austríacas no molestaron al principio a los súbditos británicos, y de acuerdo con un relato de James, Stanislaus, con su posición doctrinaria, se confió demasiado. Paseando por la ciudad con un amigo irredentista, fue arrestado y confinado en un castillo austríaco. A James, como siempre, le fue mejor; con la ayuda de influyentes amigos, se le permitió partir con su familia a Suiza y pasó los años de la guerra, en relativo bienestar, en Zúrich. Allí escribió la mayor parte de Ulises. Volvió a beber, pero no tuvo las desastrosas consecuencias pronosticadas por Stanislaus. A pesar de los excesos, James era capaz de mantener una secreta disciplina de trabajo.
La confinación de Stanislaus no fue muy severa y, tan pronto terminó la guerra, volvió a Trieste y retomó sus clases. Le agradaba la idea de establecerse en la ciudad, como James le había sugerido y como habían hecho otros amigos. En esa época Stanislaus tenía un grupo de amigos que respetaba su franqueza y su tenacidad y a él le agradaba su firmeza de juicio y su agradable humor. Separado de James, no quería volver a su papel de guardián y, por su parte, James tenía otros guardianes de disciplina menos severa.
A la vuelta de James a Trieste a finales de 1919, sus relaciones con Stanislaus fueron distintas. Tenía la renta de un protector generoso, dependía menos de la ayuda de Stanislaus y este comprendía, aunque con resentimiento, la falta de gratitud de su hermano. En una época James quiso dedicarle Dublineses, pero cuando el libro se publicó ya lo había olvidado. Y en la transformación de Stephen el héroe en Retrato del artista adolescente el más sacrificado, aunque por aceptables razones artísticas, fue Maurice, el hermano de Stephen. Stanislaus no mencionó estas y otras injusticias, pero durante la guerra escribió a James que se cuidaría más de sí mismo. Recibió a su hermano fríamente, atendiéndolo con menos devoción, y sintió un poco de fastidio ante los enredos de las investigaciones para Ulises.
James pasó nueve meses en Trieste, enseñando en una escuela comercial convertida en la Università di Trieste. La ciudad, que después de su bulliciosa grandeza había decaído como puerto comercial de Austria, ya no le gustaba. Resolvió partir y Ezra Pound lo convenció de ir a París, en junio de 1920, a fin de arreglar con mayor facilidad la publicación de Ulises.
Al comienzo se pasó por alto a Stanislaus en la Universidad, por la posición de su hermano. Pero tras un año se le prestó atención y se convirtió en un profesor triunfante y popular. El 13 de agosto de 1927 se casó con Nelly Lichtensteiger, una joven atractiva que pertenecía a una familia acomodada de Trieste, descendiente de suizos. Al año siguiente, ambas familias Joyce se encontraron en Salzburgo.
El espíritu obstinado del profesor Joyce no ocultó nunca su oposición al régimen de Mussolini y en 1936 fue expulsado de Italia. A este castigo se añadió su destitución del profesorado. James, que estaba más acostumbrado a recibir favores de Stanislaus que a hacérselos, en esta ocasión le prestó ayuda. Se encontraron en Zúrich y obtuvo para él un puesto de maestro en una escuela de varones cerca de Zug; pero Stanislaus vio que el rígido sistema de enseñanza