Desde Austriahungría hacia Europa. Alfonso Lombana Sánchez

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Desde Austriahungría hacia Europa - Alfonso Lombana Sánchez

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simplificación ordenada de la realidad. Mediante hipótesis, en definitiva, formulamos una visión del mundo ordenada que es teórica, comprensible y abstracta. En estas tres características reside el discurso de la ciencia:

      «Das abduktive Raten ist dabei das «intellektuelle», die epistemische Bricolage, das «sinnliche» Komplement eines Prozesses, in dessen Verlauf ein quasi schematisches, aber vorläufiges «Gewebe von Vermutungen» erzeugt wird» (Wirth, 2008, p. 38).

      «La adivinanza abductiva es la parte «intelectual», el bricolaje epistemológico, el complemento «mental» de un proceso en cuyo transcurso se genera un «tejido de suposiciones» esquemático, pero provisional».

      La producción masiva de hipótesis científicas ha motivado la irrenunciable apertura de las disciplinas tras un intento de delimitación, de autodefinición y de búsqueda en su razón de ser:

      «Während die bekannten Disziplinen ihre historische Identität auch durch eine sorgfältige Begrenzung der Gegenstände, Methoden und Zwecke sichern konnten, steht heute die Erweiterung der wissenschaftlichen Wahrnehmung auf der Tagesordnung» (Fauser, 2004, p. 8).

      «Mientras que las disciplinas tradicionales pudieron asegurarse su identidad histórica mediante la cuidada delimitación de sus objetos, métodos y finalidades, la expansión de la percepción científica está hoy a la orden del día».

      Esta ampliación tiene una motivación lógica y responde al estado actual del conocimiento científico. La Teoría de la Cultura ha hecho factible una revisión de las Humanidades mediante la cual su proceso de generación de hipótesis se ha visto cuestionado y, a partir de ahí, renovado, revitalizado y unificado. Las distintas especialidades pueden redefinirse por tanto gracias a esta extensión cultural, cuyas principales tendencias han sido la superación de fronteras, un carácter internacional, así como cualidades polifónicas y de amplio espectro (Nünning & Nünning, 2008b, p. 2). De esta reformulación se ha puesto de relieve la discusión acerca de su funcionalidad, que puede verse como un leitmotiv continuado desde las revoluciones científicas en torno a 1900. Así lo exponen las distintas contribuciones de la obra titulada idénticamente Wozu Geisteswissenschaften? (Keisenger, 2003), diversos encuentros como el de Innsbruck en 1994 (Reinalter & Benedikter, 1997) o alguna compilación de artículos más reciente (Goldemann, et al., 2007). Aunque con altibajos, la pregunta se ha venido repitiendo también desde finales del siglo XX con gran vigor dentro del ámbito universitario. Así, la aportación de las Teorías de la Cultura debe interpretarse como una reflexión más al debate latente que, desde mediados de los años ochenta, había venido cuestionando la utilidad y funcionalidad del arte y de las Humanidades en general (Krummacher, 1988). Este motivo precisamente reunió a rectores de diversas universidades alemanas en un encuentro el año 1991. Los temas que se pusieron sobre la mesa entonces, tal y como podemos leer en la posterior publicación (Frühwald, et al., 1991), abordaron directamente cuestiones como la naturaleza intrínseca de las Humanidades y su finalidad hasta ese momento. Con una perspectiva de dos décadas, podemos considerar que Geisteswissenschaften heute («Humanidades hoy») fue un punto de articulación en la investigación académica de las Humanidades, y que en él se apuntaron las directrices de su necesaria contemporización frente al nuevo siglo XXI (Fauser, 2004, p. 8).

      Esta reflexión surge por tanto en paralelo a los cambios de la revolución cultural. La Teoría de la Cultura con sus nuevos paradigmas (Bachmann-Medick, 2009) no postula un cambio de disciplina, sino que aboga por una metadiscusión interdisciplinar basada en la cooperación transversal del saber específico. La Teoría de la Cultura ha conseguido fusionar la investigación universitaria mediante un concepto que, sin ser estrictamente novedoso, sí que ha permitido recoger el sentimiento contemporáneo globalizado de necesaria apertura y de imprescindible renovación (Müller, 1999, p. 574). Así, en el entorno universitario europeo (principalmente en las Humanidades y en las Ciencias Sociales) tuvo lugar en la década de los noventa el denominado giro cultural (Bachmann-Medick, 2009). Los intelectuales alemanes han hecho acopio de un término ya existente, el de Kulturwissenschaft, y lo han sabido revestir de un espíritu renovador, revitalizante y unificador (Nünning & Nünning, 2008b) hasta la llegada del giro cultural o kulturwissenschaftliche Wende. La renovación de las «teorías» de cultura no se debe por tanto a la innovación sino a la renovación. Es precisamente ese aire distinto lo que impulsará la revitalización de la disciplina, a través de la interconexión del saber (Turk, 2003).

      ¿Cuál es entonces la necesidad del estudio literario hoy en día? Un alejamiento similar de la teoría y de la realidad se le puede reprochar también al estudio de la literatura, si traspasamos la presente discusión a la Teoría de la Literatura. Hasta ahora ha aparecido frecuentemente el término de Teoría de la Cultura así como, derivado de él, el de Teoría de la Literatura Cultural. Dado su profundo significado requieren en estas primeras líneas una definición y una demarcación de cómo se entienden aquí, así como la exposición del estado de la cuestión de ambos, cuáles son las principales aportaciones académicas en esta discusión y qué papel ocupan en el presente estudio.

      Teoría(s) de cultura: antecedentes

      Aunque los estudios de la cultura han logrado agruparse en la palabra Kulturwissenschaft, las complejas definiciones diferentes de cultura y sus correspondientes tradiciones de la investigación suponen una casi críptica polisemia de la palabra que impide a su vez una definición unívoca (Nünning, 2004). No se puede perder de vista por tanto la polisemia del término inicial, el concepto de Kulturwissenschaften (tanto en singular como en plural), ni tampoco dejar de apuntar las correctas correspondencias en lengua española de estos diferentes tipos de análisis de cultura. Asimismo, falta también el consenso para determinar su origen y su fecha de nacimiento. (Schößler, 2006, p. 3). No obstante, Nünning propone cuatro definiciones «históricas» para explicar la polisemia de Kulturwissenschaft(en) (Nünning & Nünning, 2008b, p. 5):

      1. Un marco de referencia interdisciplinar, equiparable a lo que se viene considerando en la universidad como los estudios de cuestiones humanísticas (Humanidades), o quizá incluso comparable a los Cultural Studies, lo que a su vez podría llevarnos a denominar Estudios Culturales o, por qué no, una disciplina «Humanidades».

      2. Un concepto programático para la expansión de disciplinas tradicionales como Filología, Historia o cualquiera de las Ciencias Sociales, así como la intención metodológica de este trabajo, es decir, una «Teoría de la Cultura».

      3. Un nuevo término para las intenciones de un ámbito denominado frecuentemente Landeskunde, es decir, algo así como «Cultura y Civilización».

      4. El estudio centrado en cuestiones relacionadas con la cultura material, propio por ejemplo de la Etnología y de las otras disciplinas herederas de las «Ciencias Culturales» de 1900. Todas ellas han sido asumidas por la Empirische Kulturwissenschaft («Ciencias Culturales Empíricas»).

      El concepto de Kulturwissenschaft como Cultura y Civilización (tercera opción) recoge posiblemente la tradición más antigua del estudio de fenómenos culturales a la que nos podemos remontar. Los orígenes de la Teoría de la Cultura y de las Ciencias Culturales se deben al idealismo kantiano, a las disquisiciones de Herder sobre cultura y a la revolución hegeliana. Relevantes fueron aquí también las contribuciones de Giambattista Vico y Jean-Jacques Rousseau (Borgards, 2010).

      La noción de cultura mutó sin embargo en el siglo XIX, alumbrando una redefinición que incorporaron las Ciencias Culturales (cuarta opción). Las reinterpretaciones del concepto de cultura alumbraron una serie de estudios científicos sobre la misma que podemos considerar una dedicación científica a la cultura. Estas «ciencias» surgidas a finales del siglo XIX fueron un primer apogeo de la investigación cultural. Para su constitución fueron fundamentales la visión de Heinrich Rickert de

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