Curso rápido para hablar en público. La voz, el lenguaje corporal, el control de las emociones, la organización de los contenidos…. Daniela Bregantin
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Antígona representa al personaje sin término medio, de comportamiento absolutamente coherente. Se trata de una mujer que asume plenamente consciente las duras consecuencias que tiene el oponerse a la ley en nombre de una ética superior, eterna, que se impone sobre las leyes seculares.
Se trata de un acto que, teniendo como resultado inevitable la muerte, es la manifestación de una toma de posición superior absoluta y vital: la del alma.
«[…] quien vive éticamente siempre tiene una vía de escape; cuando todo va en su contra, cuando la oscuridad de la tempestad desciende sobre él y ya nadie puede verlo, él no naufraga y permanece aferrado a un lugar seguro, a sí mismo» (S. Kierkegaard, Aut-Aut).
Antígona es ella misma. Es su coherencia, y no puede actuar de forma diferente a como lo hace. Este es su punto fuerte; dado que la tragedia se apoya únicamente sobre sus hombros, su gesto adquiere un carácter universal, y lo asume hasta el final.
En este caso, Antígona puede considerarse el paradigma de la acción que emana de la pulsión interior, que posee un poder capaz de desafiar las leyes vigentes.
Su discurso es seco, consecuente, esencial y taxativo. Es ella quien, hablando, establece la verdad. La precisión del lenguaje que utiliza, en la moderna versión de Anouilh, se convierte en pausas temporales entre una frase y otra, dando lugar a un discurso de sala de tribunal, perfectamente adecuado con el argumento del texto: la justicia.
Creonte. ¿Por qué has intentado sepultar a tu hermano?
Antígona. Debía hacerlo.
Creonte. Lo había prohibido.
Antígona. Debía hacerlo igualmente […].
Creonte. Era un rebelde y un traidor, lo sabes.
Antígona. Era mi hermano.
Creonte. ¿Habías escuchado proclamar el edicto en las encrucijadas? ¿Habías leído el manifiesto en los muros de la ciudad?
Antígona. Sí.
Creonte. ¿Sabías la suerte que le esperaría a quien osase rendirle honores fúnebres, quien quiera que fuese?
Antígona. Sí, lo sabía.
Creonte. ¿Acaso creías que ser hija de Edipo, la hija predilecta de Edipo, te bastaría para situarte por encima de la ley?
Antígona. No. Nunca lo he creído.
Creonte. La ley se ha hecho en primer lugar para ti, Antígona, la ley se ha hecho en primer lugar para las hijas del rey.
(Versión de Anouilh)
Antígona muere, pero en realidad vence porque su discurso nos ha convencido a todos. El secreto reside en la perfecta adecuación al registro lingüístico, así como a las pausas métricas. Esa es la coherencia del discurso.
Página de apuntes
♦ La experiencia, la práctica de hablar en público, es la manera de adquirir soltura y mejorar la propia capacidad.
♦ Ethos, pathos, logos: las tres claves del orador según Aristóteles.
Ethos: congruencia entre la palabra y la acción. El orador resulta creíble al público si existe correspondencia entre lo que comunica su lenguaje verbal y lo que dice su lenguaje no verbal.
Pathos: el lenguaje de las emociones. Si el discurso no se dirige al corazón del público, además de a su mente, hay menos posibilidades de llegar a ser incisivo.
Logos: el poder de la argumentación. Para ser convincente el orador ha de demostrar las tesis sostenidas en el discurso.
Lección II
Comunicar: pensamiento en acción
Los polos de la comunicación
«Es necesario, en primer lugar, considerar quién es el orador, quiénes son los jueces y quiénes los oyentes (así como es lícito usar un lenguaje diferente dependiendo de a quién se tiene delante y de quién debe juzgar, las mismas consideraciones sirven a propósito del modo de pronunciar el discurso: en lo que respecta a la voz, los gestos, el modo de caminar, no conviene comportarse del mismo modo frente al emperador, el senado, el pueblo, los magistrados, en un proceso privado o público, en una petición al juez o durante una causa…); en segundo lugar, es necesario considerar el argumento del proceso y el resultado que se quiere obtener».
Tal como se deduce de las palabras de Quintiliano, la comunicación se compone de diferentes factores que se relacionan recíprocamente. Para comunicarse es necesario que exista:
• Un emisor, aquel que inicia la comunicación.
• Un destinatario, aquel que la recibe.
• Un mensaje, que es el vínculo entre ambos sujetos.
«El discurso consta de tres elementos: aquel que habla, aquello de que se habla, aquel a quien se habla. El objetivo del discurso se dirige a este, es decir, al oyente» (Aristóteles, Retórica, I, 3).
Para que el proceso esté garantizado, es indispensable que exista un código, compartido por emisor y destinatario, que permita la comprensión del mensaje.
La comunicación es siempre una acción orientada a un objetivo: alcanzar a un interlocutor con un mensaje a través de un canal en un determinado contexto (como el mismo Quintiliano subraya). El proceso se puede considerar concluido cuando se produce una respuesta por parte del destinatario, llamada feedback.
En otras palabras, la comunicación responde – según el modelo de Lasswell-Braddock— a las preguntas:
¿QUIÉN COMUNICA? – emisor
¿QUÉ SE COMUNICA? – mensaje
¿A QUIÉN? – destinatario
¿POR QUÉ MEDIO? – canal
¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS? – contexto
¿CON QUÉ FINALIDAD? – objetivo
¿CON QUÉ EFECTOS? – resultado
EL EMISOR, ES DECIR, EL ORADOR
¿Quién es el orador? Es aquel que debe realizar una travesía del modo más eficaz posible y sin perder a ningún miembro de la tripulación.