El Observador. El Genesis. Alberto Canen
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Seguramente habría sido imposible para una persona, de haber podido estar en la superficie, haber visto las estrellas o el mismo Sol debido, por un lado, a lo cerrado de las nubes y la niebla, y por otro, a causa del polvo remanente que aún flotaría en el espacio entre los planetas en formación.
¿Suena muy complicado o difícil de imaginar? Sí, es posible.
Me parece que un buen ejercicio, para ubicarse en esa situación, sería imaginarse estar en medio de una fuerte tormenta de arena y una vez allí intentar ver el Sol.
Seguramente veríamos la luz, el resplandor que nos rodea, pero difícilmente podríamos identificar con exactitud la fuente, el origen de esa luz. El polvo, “la arena” que vuela en la tormenta, ese polvo en suspensión nos impediría ver el Sol.
Por otra parte, mientras “afuera” se desarrolla esta “tormenta de arena” aquí dentro, en la atmósfera del planeta, nos encontraríamos en medio de una lluvia hirviente torrencial, con nubes, rayos y relámpagos, además de erupciones volcánicas, lluvias de cenizas y vapores venenosos.
Ciertamente todo un escenario, un tremendo escenario, un escenario muy distinto del actual.
Este escenario, en el que hoy probablemente no duraríamos vivos ni un minuto, crearía las condiciones ideales para iniciar el camino de la vida (humedad, temperatura, rayos cósmicos y radiación solar -que impactaban sin casi ningún impedimento). Condiciones ideales que crearían los primeros aminoácidos, las primeras cadenas moleculares. Cadenas que luego darían origen a organismos más complejos.
Ahora, que las condiciones están dadas, vamos a adentrarnos en el siguiente paso. La evolución de la vida.
3 ¡Y EN ESTE RINCÓN… LA VIDA…!
Ya vimos antes que la vida, como la conocemos en nuestro planeta, se inició con y en el agua. El agua tiene un papel fundamental para nuestro tipo de existencia. Pensemos que nosotros, los humanos, estamos compuestos por un setenta por ciento de ese elemento, casi podríamos decir que somos animales acuáticos adaptados a la superficie.
Bien, debemos situarnos en el lugar y pensar que, de manera simultánea, el planeta se enfría, el agua permanece en estado líquido por más tiempo, y se acumula en los lugares más bajos por simple efecto de la gravedad.
Este océano inicial -al parecer-, era uno sólo y las tierras -como continentes- también.
La ciencia llama hoy a ese súper continente único Vaalbará-Pangea [7].
Pangea no permanece como único continente sino que se fractura y sus segmentos derivan, navegan, por decirlo así, sobre la lava fundida que está debajo de la corteza y dan lugar a los continentes que hoy conocemos.
7 Pangea (Vaalbará-Pangea): Deriva del prefijo griego “pan” que significa “todo” y del término griego “gea”, “suelo” o “tierra”. De este modo, quedaría una palabra cuyo significado es “toda la tierra”.
Pangea es el resultado de la evolución del primer continente Vaalbará, que probablemente se formó hace unos 4.000 millones de años. Pangea se fracciona hace unos 208 millones de años en Laurasia y Gondwana. En la actualidad fragmentos de este antiguo continente forman parte de África, Australia, India y Madagascar.
Cronología
Supercontinentes Menores o Parciales:
-Nena (Supercontinente, surge hace aproximadamente 1.800 millones de años).
-Atlantica (Supercontinente, surge hace aprox. 1.800 millones de años).
-Gondwana (Surge hace aproximadamente 200 millones de años).
-Laurasia (Junto con Gondwana, Laurasia surge hace aproximadamente 200 millones de años).
-Eurasia (Eurasia es el supercontinente actual conformado por Europa y Asia).
Supercontinentes Mayores:
-Vaalbará (Surge hace aproximadamente 4 mil millones de años).
-Ur (Supercontinente, surge hace aproximadamente 3 mil millones de años).
-Kenorland (Surge hace aproximadamente 2.500 millones de años).
-Columbia (Supercontinente, surge hace aproximadamente 1.800 millones de años).
-Rodinia (Surge hace aproximadamente 1.100 millones de años).
-Pannotia (Surge hace aproximadamente 600 millones de años).
-Pangea (Surge hace aproximadamente 300 millones de años).
Realicemos por un momento un racconto y pongamos todos estos hechos en perspectiva.
Observemos que la vida, al evolucionar, surge primero en el mar y luego migra a la tierra, mientras el supercontinente Vaalbará-Pangea se fractura y se desplaza por el globo terráqueo hasta ocupar los lugares que nos son familiares hoy.
En el mar, donde la vida creó animales, también se generaron las plantas, las que pasaron a la tierra y se convirtieron en la vegetación terrestre -árboles, pasto, etc..
Algunos de esos animales marinos que habían “salido” a la tierra, mientras evolucionaban, volvieron al mar donde continuaron su evolución -por ejemplo: los cetáceos (ballenas, delfines, etc.).
Otros de estos animales primigenios, se habituaron a vivir en la superficie y dieron lugar a los famosos dinosaurios, quienes reinaron sobre el planeta durante unos ciento sesenta millones de años.
No quiero abrumarlos ni agobiarlos con la historia de nuestro mundo -seguramente muchos están familiarizados con ella-, pero es importante que la refresquemos e intentemos notar determinados “detalles” porque son pistas imprescindibles para comprender el tema que nos ocupa.
Sigamos, (con una pequeña acotación).
Los dinosaurios surgen unos doscientos treinta millones de años atrás y desaparecen -se extinguen- hace aproximadamente sesenta y cinco millones de años.
Si tomamos en cuenta que la especie humana, el primer Homo, aparece recién en los últimos dos millones de años, comprenderemos, que dinosaurios y humanos nunca convivieron.
Entre el último dinosaurio y el primer Homo hubo un lapso de sesenta millones de años, lo suficiente como para no se hayan encontrado nunca.
En este punto me gustaría enfocar la atención sobre algunos detalles de la evolución de la vida que cuando analicemos el Génesis van a cobrar cierta importancia.
Es interesante señalar que algunos dinosaurios fueron voladores -como el Pterosaurio-, y es posible que hayan tenido sus hábitats en las playas. Pensemos que estos animales tenían alas como las de los murciélagos y que no eran aptas para carretear como un avión o como un pato, sino que necesitaban lanzarse desde alguna zona alta, algún risco elevado, para iniciar así el vuelo; y para eso, qué mejor que