El Misterio De La Serendipia. R. F. Kristi
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- Mamá dijo que una mamá elefante y su bebé elefante vivÃan en la finca al lado de nuestra casa. HabÃamos mirado juntos una foto de una mamá elefante con sus dos hijos, asà que estaba impaciente por conocer a estos grandes animales.
Domingo por la tarde
- Para el almuerzo, el cocinero de la cabaña nos preparó un delicioso pescado entero.
- Mamá habÃa ido a revisar su correo electrónico.
- Como el sol brillaba cálidamente, nos habÃamos trasladado al patio sombreado.
- Las flores de dulce aroma brillaban bajo el sol ardiente. Olfateé con deleite.
- Fromage estaba de espaldas. Se puso las gafas de sol en la nariz y maulló: âEsta es la vida, Inca. ¡Ojalá pudiera quedarme aquà para siempre!â
- âSÃâ, estuve de acuerdo.
- âSon unas vacaciones estupendas, sobre todo porque hace frÃo en casaâ.
- âSÃâ, contesté de nuevo, âpero extraño a nuestros amigos: Terrance, Monk y Polo, el resto de Inca & Company. Me pregunto qué estarán tramando.â
- Lástima que no estuvieran con nosotros. Les habrÃan encantado las playas doradas y la arena suave.
- Como estábamos de vacaciones y hacÃa tanto calor, mamá nos dejó comer conos de helado.
¡Yummy!
Cara vio a Fromage con un ojo exasperado mientras lamÃa el cono con hambre.
- âSe te va a caer el helado, Fromageâ, dijo.
- âNo, no lo haréâ, replicó Fromage.
Pero, fiel a su naturaleza, Fromage dejó caer su cucurucho de helado sobre la arena y luego continuó lamiendo el helado, la arena y todo.
- â¿Ves?â exclamó Cara.
11 de junio
Lunes por la mañana
Mamá asaltó el periódico local mientras nos comÃamos el desayuno.
- âQué penaâ, dijo ella. âUna valiosa y antigua espada ha sido robada del museo principal de Colombo. Eso era algo que habÃa planeado ver en esta visitaâ.
- Miré con interés.
- Desde que formé mi propia compañÃa de detectives, me habÃa interesado mucho por todos los tipos de delitos. La misteriosa desaparición -o el robo- de una espada vieja era mi especialidad.
- TodavÃa estaba frunciendo el ceño cuando su teléfono empezó a sonar, zumbando como un mosquito enojado.
- Nos dejó para ir a contestar el teléfono, y le pregunté al resto de la pandilla qué querÃan hacer esa mañana.
- La respuesta fue esperada y unánime:
- â¡Playa!â.
- Todos deseaban volver a la playa para jugar con las grandes tortugas marinas que habÃamos conocido el dÃa anterior.
- En la playa, las tortugas marinas aparecieron igual que antes, alrededor de las diez de la mañana. Vinieron para ayudarse a sà mismas con la hierba marina y las algas que yacen alrededor del agua cerca de nuestra cabaña.
- Se movÃan muy, muy lentamente, pero seguÃan siendo un grupo muy hablador.
- Encontramos las tortugas marinas muy interesantes de observar.
- Les gustaba pasar horas flotando en la superficie del océano, aparentemente dormidas o tomando el sol. Con frecuencia, las aves marinas se posaban sobre sus espaldas.
- Después de comer, pasaron algún tiempo descansando, metidas en corales o salientes rocosos. Inicié una conversación con una de las más pequeñas, una tortuga llamada Rani.
- Pensó que era una sirena.
- Me preguntó si me gustarÃa ponerme mis aletas de natación y darme un chapuzón con ella. Me reà y le dije que no era una sirena, sino un gatito de la variedad siberiana.
- Me habló de sà misma y de sus parientes. Algunos de ellos eran muy viejos, ¡casi cien años!
- Estas tortugas eran antiguas y sabias, por lo que conocÃan los mejores lugares de Galle para encontrar las algas más deliciosas, según Rani, por supuesto.
- Nunca habÃa probado las algas. Ciertamente no tenÃa intención de intentarlo ahora.
- Rani nos dijo que a las tortugas marinas les gustaba este tramo de playa en particular, porque la cabaña donde nos alojamos sólo alojaba a unos pocos huéspedes, a diferencia de los grandes hoteles mucho más concurridos que se encuentran más abajo en la playa.
- AquÃ, las tortugas podÃan descansar tranquilas, sin ser molestadas. Rani, la pequeña tortuga, estaba fascinada al saber que venÃamos de una remota distancia. Era muy inquisitiva para saberlo todo acerca de Londres.
- Siempre me ha gustado mucho el público, asà que le conté a Rani todas nuestras aventuras anteriores con mi equipo de detectives, Inca & Company.
- Fromage, por supuesto, tuvo que contarle a Rani sobre su tienda de quesos en Londres, y sobre la tienda de quesos en ParÃs, donde nació.
Mientras charlábamos sobre Londres, ParÃs y nuestros amigos, mamá salió corriendo de la casa para decirnos que Solo y Terrance habÃan llegado al aeropuerto y que pronto estarÃan con nosotros.
- Solo era el maestro de Terrance. Era un humanoide que vivÃa al lado nuestro en Kensington, y un tipo muy inteligente que era un conocido detective internacional. De hecho, me habÃa contagiado el gusanillo del detective al verlo en acción.
- ¡Saltamos de alegrÃa! Estábamos encantados de tener a Terrance con nosotros.
- Era nuestro muy buen amigo y alguien a quien todos admirábamos, a pesar de ser