Una Vez Inactivo . Блейк Пирс

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Una Vez Inactivo - Блейк Пирс страница 5

Una Vez Inactivo  - Блейк Пирс Un Misterio de Riley Paige

Скачать книгу

a su habitación para jugar antes de irse a dormir. Riley y Blaine fueron al porche, donde bebieron copas de vino mientras caía la noche. Los dos guardaron silencio por un rato.

      Riley disfrutó de esa quietud y se dio cuenta de que Blaine también.

      No recordaba haber compartido muchos momentos silenciosos, fáciles y cómodos como este con su ex esposo, Ryan. Casi siempre hablaban… o no se hablaban por una razón u otra. Y cuando no se hablaban, simplemente habían habitado sus propios mundos separados.

      Pero Blaine se sentía una parte muy importante del mundo de Riley en este momento…

      «Y es un mundo muy hermoso», pensó.

      La luna era brillante, y mientras la noche se volvió más oscura, las estrellas fueron apareciendo en grandes grupos. Se veían increíblemente brillantes aquí, lejos de las luces de la ciudad. Las olas oscuras del Golfo reflejaron la luz de la luna y las estrellas. A lo lejos, el horizonte se volvió borroso y finalmente desapareció, de forma que el mar y el cielo parecían uno solo.

      Riley cerró los ojos y escuchó las olas.

      No había ningún otro ruido en absoluto, ni voces, ni televisión, ni el tráfico urbano.

      Riley suspiró de felicidad.

      Como contestando su suspiro, Blaine dijo: —Riley, me he estado preguntando…

      Se detuvo. Riley abrió los ojos y lo miró, sintiendo aprehensión.

      Luego Blaine continuó: —¿Sientes como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo o desde hace poco?

      Riley sonrió. Era una pregunta interesante. Se habían conocido hace un año, y llevaban tres meses saliendo. Durante ese tiempo, se habían acercado mucho.

      Ellos y sus familias también habían atravesado situaciones peligrosas juntos, donde Blaine había demostrado mucho ingenio y coraje.

      Riley se preocupaba por él, confiaba en él y lo admiraba.

      –Es difícil de decir —le dijo a Blaine—. Ambas, supongo. Parece que nos conocemos desde hace mucho por lo mucho que nos hemos acercado. Y también parece que nos conocemos hace poco porque… bueno, porque a veces me sorprende lo rápido que nos hemos acercado.

      Otro silencio cayó, un silencio que hizo a Riley entender que Blaine se sentía exactamente igual.

      Blaine finalmente dijo: —¿Qué crees que debe pasar ahora?

      Riley lo miró a los ojos. Su mirada era seria y curiosa.

      Riley sonrió y dijo lo primero que se le vino a la cabeza: —¿Blaine Hildreth… me estás pidiendo matrimonio?

      Blaine sonrió y dijo: —Vamos adentro. Tengo algo que mostrarte.

      CAPÍTULO TRES

      Riley se sentía sin aliento. Todo un mundo de posibilidades parecía estar abriéndose delante de ella, y no tenía idea de qué pensar.

      Como no sabía qué decir, solo cogió su copa de vino y siguió a Blaine hasta el comedor.

      Blaine fue a gabinete y sacó un gran rollo de papel. Cuando llegaron, Riley lo había visto sacando el rollo del auto junto con el resto del equipaje, pero no se había tomado la molestia de preguntarle qué era.

      Desenrolló el papel sobre la mesa del comedor, colocando copas en las esquinas para sujetarlo. Parecían planos de diseño.

      –¿Qué es esto? —preguntó Riley.

      –¿No la reconoces? —dijo Blaine—. Es mi casa.

      Riley miró los planos con más cuidado, sintiéndose un poco desconcertada.

      Ella dijo: —Eh… parece muy grande para ser tu casa.

      Blaine se echó a reír y dijo: —Eso es porque un ala entera aún no ha sido construida.

      Riley se sintió emocionada mientras Blaine comenzó a explicar los planos. Le mostró que la nueva ala incluiría dormitorios para April y Jilly. Y, por supuesto, habría un apartamento para Gabriela, el ama de llaves que vivía con Riley y las chicas, quien trabajaría para todos una vez que se terminara la construcción. El nuevo diseño incluso incluía una pequeña oficina para Riley. No había tenido una oficina desde que Jilly se había mudado y la había necesitado para su dormitorio.

      Riley estaba abrumada y emocionada a la vez.

      Cuando Blaine terminó de explicar, Riley dijo: —¿Esta es tu forma de pedirme que me case contigo?

      Blaine tartamudeó: —Si, supongo que sí. Sé que no es muy romántico. Ni siquiera tengo un anillo y aún no me he arrodillado.

      Riley se echó a reír y dijo: —Blaine, si te arrodillas te juro por Dios que me echaré a reír.

      Blaine la miró sorprendido.

      Pero Riley lo había dicho en serio. Tuvo un flashback al momento en que Ryan le pidió matrimonio hace mucho años, cuando ambos habían sido jóvenes y pobres; Ryan un abogado que apenas estaba empezando su carrera y Riley una pasante del FBI. Ryan se había adherido al ritual, arrodillándose y ofreciéndole un anillo que realmente no podía permitirse.

      Le había parecido muy romántico en ese entonces.

      Pero como las cosas habían salido tan mal para ellos, el recuerdo ahora le parecía un poco amargo.

      La propuesta nada tradicional de Blaine parecía perfecta en comparación.

      Blaine puso su brazo alrededor de los hombros de Riley y la besó en el cuello.

      –Sabes, casarnos tendría ventajas prácticas —le dijo—. No tendríamos que dormir en habitaciones separadas cuando las chicas estén en casa.

      Riley sintió un cosquilleo de deseo ante su beso y sugerencia.

      «Sí, eso sería una ventaja», pensó.

      No habían podido compartir muchos momentos íntimos. Los dos siempre estaban en habitaciones separadas… incluso en estas espectaculares vacaciones.

      Riley suspiró profundo y dijo: —Es mucho qué pensar, Blaine. Los dos tenemos mucho qué pensar.

      Blaine asintió. —Lo sé. Es por eso que no espero que saltes gritando «Sí, sí, sí» a todo pulmón. Solo quiero que sepas… que lo he estado pensando mucho. Espero que tú también.

      Riley sonrió y admitió: —Sí, lo he pensado.

      Se miraron a los ojos durante unos momentos. Una vez más, Riley disfrutó del silencio entre ellos. Pero, por supuesto, sabía que no podían dejar todas esas preguntas dando vueltas por su mente.

      Finalmente Riley dijo: —Volvamos afuera.

      Rellenaron sus copas, salieron al porche y se sentaron de nuevo. La noche se volvía más hermosa con cada minuto que pasaba.

      Blaine se acercó, tomó la mano de Riley y dijo: —Sé que es una gran decisión. Tenemos mucho en qué pensar. Por un lado, ambos hemos estado casados antes. Y… bueno, estamos envejeciendo.

Скачать книгу