Ansiada . Морган Райс
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De repente, Caitlin sintió que unos brazos ásperos la agarraban por detrás y la arrastraban del otro lado de la cuerda de terciopelo.
“¿¡Qué cree que está haciendo !?", gritó otro guardia mientras se acercaba y también la jalaba.
"Lo siento," ella dijo, tratando de pensar rápidamente. "Yo … um … perdí mi arete. Se cayó y rebotó en el piso. Pensé que se había ido hacia allá. Lo estaba buscando".
“¡Este es un museo, señora!" el guardia gritó, con la cara roja. "No puede cruzar las líneas de seguridad. ¡Y no se pueden tocar las cosas!"
"Lo siento," dijo ella con la garganta seca. Oró para que no la fueran a arrestar. Sin duda, ellos podrían hacerlo, lo sabía.
Los dos guardias se miraron entre sí, como si estuvieron pensando qué hacer.
Finalmente, uno de ellos dijo, "¡Váyase de aquí!"
La empujó y Caitlin, aliviada, se fue corriendo por el pasillo. Vio una puerta abierta hacia una terraza inferior y salió corriendo por allí.
Estaba fuera, en la terraza inferior, en el aire fresco de octubre, su corazón todavía latía con fuerza. Estaba tan feliz de estar fuera de allí. Pero, al mismo tiempo, estaba muy angustiada. Allí no había nada. ¿Era mentira todo lo que decía su diario? ¿Nada era real? ¿Se estaba imaginando todo?
Pero entonces, ¿cómo podría explicarse la reacción de Aiden?
Caitlin cruzó la terraza de adoquines hacia otro jardín medieval lleno de pequeños árboles frutales. Siguió caminando hasta que llegó a una baranda de mármol. Se apoyó en ella y miró hacia afuera; en la distancia vio el río Hudson brillando bajo el sol de la tarde.
De repente se dio vuelta, esperando ver a Caleb a su lado. Por alguna razón, sentía que había estado allí antes, en esa terraza con Caleb. Eso no tenía ningún sentido. ¿Estaba perdiendo la cabeza?
Ahora, no estaba tan segura de ello.
CAPÍTULO DOS
Llorando histéricamente, Scarlet irrumpió en su habitación y cerró la puerta detrás de ella. Había corrido todo el camino de regreso a su casa desde el río y, desde entonces, no había podido dejar de llorar. No entendía lo que le estaba pasando. Ese momento, cuando vio el pulso en el cuello de Blake parpadeaba en su mente, esa sensación, ese impulso, de querer morderlo. De querer alimentarse de él.
¿Qué le estaba pasando? ¿Era una especie de monstruo? ¿Por qué había sentido eso? ¿Y por qué en ese momento? ¿Justo cuando se estaban besando por primera vez?
Ahora que estaba muy lejos de Blake, le era más difícil recordar exactamente cómo había sentido su cuerpo y con cada momento que pasaba, la sensación se hacía más y más lejana. Sentía que su cuerpo ahora estaba normal. ¿Y si hubiera sido sólo un momento fugaz? ¿Era algo raro, que la había invadido solo esta vez y que no volvería a pasarle?
Desesperadamente, quería creerlo. Pero, otra parte de ella, una parte más profunda, sentía que no era así. La sensación había sido tan fuerte, que era algo que jamás podría olvidar. Si hubiera sucumbido a ella, y se hubiera quedado allí un segundo más, estaba segura de que Blake estaría muerto ahora mismo.
Scarlet no podía dejar de pensar en el día anterior. Había regresado enferma a casa. Había salido corriendo de la casa. Había olvidado lo que había sucedido, dónde había estado. Había despertado en el hospital. Su madre estaba tan preocupada, tan asustada ....
Ahora, todo se le venía a la mente. Su madre había querido consultar con más médicos para que le hicieran más pruebas. Y luego, había sugerido ver a un sacerdote. ¿Su mamá sospechaba algo? ¿Era lo que le estaba insinuando? ¿Pensaba que se estaba convirtiendo en un vampiro?
El corazón de Scarlet latía con fuerza mientras estaba sentada en su habitación, acurrucada en su silla favorita. Ruth puso la cabeza sobre su regazo, y Scarlet se inclinó y la acarició. Pero tenía los ojos llenos de lágrimas. Se sentía conmocionada, confundida. Le aterrorizaba la idea de estar mal, de tener algún tipo de enfermedad, o tal vez, algo peor. En el fondo, pensó que era ridículo lo que estaba pensando. Pero se atrevió a preguntarse. Su deseo de morder su cuello. La sensación que había tenido en sus dos dientes incisivos. Su ansiedad por alimentarse. ¿Eso era posible?
¿Era ella un vampiro?
¿Existían realmente los vampiros?
Abrió su computadora portátil, y googleó. Tenía que saber.
Encontró la entrada de Wikipedia para "vampiro" y comenzó a leer:
"La noción de vampirismo ha existido desde hace miles de años; culturas como los mesopotámicos, los hebreos, los griegos antiguos y los romanos tenían cuentos de demonios y espíritus que se consideran precursores de los vampiros modernos. Sin embargo, a pesar de la aparición de criaturas vampíricas en esas civilizaciones antiguas, el folklore de esta criatura que hoy conocemos como vampiro se originó casi en el sureste de Europa de principios del siglo 18, cuando se registraron y se publicaron las tradiciones orales de muchos grupos étnicos de la región. En la mayoría de los casos, los vampiros son apariciones de seres malignos, víctimas de suicidio, o brujas, pero también pueden ser creados por un espíritu maligno que posee un cadáver o por haber sido mordido por un vampiro.”
Rápidamente, Scarlet cerró su computadora portátil y la guardó. Todo eso era demasiado para ella.
Sacudió la cabeza, tratando de sacar esas ideas físicamente de su mente. Algo estaba muy mal con ella. Pero, ¿se trataba de eso? Estaba aterrorizada.
Lo que lo hacía aún peor eran sus sentimientos hacia Blake, y lo que acababa de pasar entre ellos. No podía creer que había huido de él de esa manera, sobre todo en ese momento. La habían pasado increíblemente, había sido una cita de ensueño. Y ahora eso. Justo cuando su relación estaba empezando a funcionar. Era muy injusto.
Ni siquiera podía imaginar lo que él estaría pensando en ese momento. Debía pensar que ella era una especie de monstruo, una loca total, después de saltar de esa manera, en medio de un beso, y salir corriendo hacia el bosque. Debía pensar que estaba totalmente fuera de si. Sabía que él nunca querría volver a verla. Probablemente volvería con Vivian.
Desesperadamente, quería explicarle. Pero ¿cómo? ¿Qué podía decirle? ¿que había tenido un repentino impulso de morder su cuello? ¿Para alimentarse de él? ¿Para beber su sangre? ¿Que tuvo que huir para protegerlo?
Por supuesto, eso lo dejaría muy tranquilo, pensó.
Quería hacer las cosas bien. Quería volverlo a ver. Pero no tenía idea cómo explicárselo. No sólo eso, sino que también tenía miedo de estar cerca de él; ya no confiaba en ella. ¿Qué pasaría si ese impulso se apoderaba de ella de nuevo? ¿Y si la siguiente vez llegaba a lastimarlo?
Al pensar en ello, se echó a llorar. ¿Estaba condenada a no estar nunca más cerca de los chicos?
No. Tenía que intentarlo. Al menos, tenía que tratar de hacer las cosas bien. De alguna manera, tenía que tratar de explicárselo a sí misma. Al menos para que él no la odiara.