Bruja. Lisa Lister
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Sin embargo, mi abuela gitana tenía un lado oscuro. En su comunidad se la conocía por su habilidad para lanzar maldiciones (algunos exnovios míos dicen que yo también la tengo). No voy a confirmarlo ni a negarlo (¡ejem!). Y aunque la imagen de los gitanos evoca escenarios superrománticos de bonitos vagones pintados, pañuelos y pendientes de aro, la realidad de la vida gitana es... Bueno, no es eso, desde luego.
Cuando contamos las historias de las brujas que han vivido antes que nosotras, a menudo tenemos que hablar de su persecución. Volvemos la mirada a la historia y hablamos de los juicios de brujas en Europa y en Estados Unidos (puedes leer más sobre esto aquí).
Pero tanto para los gitanos como para los nómadas, la persecución sigue siendo una experiencia muy real de todos los días. Mi abuela gitana, que llevaba todas sus riquezas encima, alrededor del cuello y en las orejas, me decía una y otra vez: «¡No confíes en ellos! Nunca confíes ellos, ¿me oyes?».
La persecución y la desconfianza eran reales, y lo siguen siendo.
Por eso estoy segura de que mis dos abuelas estarían furiosas conmigo por escribir este libro.
Por compartir nuestros secretos y por decir que soy una bruja.
¿Y mi madre?
Bueno, ella se volvería loca de remate.
Verás, mi madre era una vidente y una soñadora. Tenía visiones, presentimientos y revelaciones en sueños. (Descubrí esto en los últimos meses de su vida, cuando me dio el diario de sus sueños, que estaba lleno de símbolos y signos. Para descifrarlos voy a necesitar el resto de mi vida).
Sin embargo, ella optó por rechazar su don y su conexión de bruja gitana durante la mayor parte de su vida porque tenía miedo a ser señalada, y ese miedo nunca la abandonó.
La verdad es que mi madre vivía con miedo a casi todo.
Temía a la oscuridad, a volar, a conducir, a las arañas y a la gente con poder. Temía a la vida misma la mayoría de los días, y su vida se volvió pequeña e insatisfactoria por eso.
Cuando decidí volver a iniciarme como bruja sumergiéndome en el pozo de White Spring en Glastonbury (puedes leer sobre esto aquí), la aterrorizaba que yo se lo contara a la gente.
Que dijera en voz alta: «Soy una bruja».
Que sus amigas lo descubrieran.
Que la gente no me contratara.
Que la gente no me hablara.
Me hacía callar si hablaba demasiado sobre esto. Incluso en casa.
Pero ¿sabes qué?
Ese miedo, ese esconderse en las sombras, la sensación de que siempre tienes que vivir la vida como un extraño en los márgenes de la sociedad...
... se acaba conmigo.
Así fue para ellas y comprendo por qué tenían miedo. Por supuesto que lo entiendo. Pero esa es incluso una razón más para que yo diga: «Ha llegado mi momento. Esta es mi hora».
Se acabó esconderse en las sombras.
No voy a volver a intentar encontrar una palabra diferente y más amable para lo que soy.
Soy una bruja.
Soy una mujer poderosa.
Soy una fuente sagrada.
Una fuerza.
De la naturaleza.
Si estás leyendo esto, si has escogido este libro, también es tu hora. Es hora de despertar a las brujas.
Eres una mujer
volviendo a sus raíces.
Una mujer que recuerda.
Una bruja que despierta.
ESTE ES UN TRABAJO DE BRUJA
Definirte como bruja en este momento de la historia es un GRAN compromiso.
Nuestra forma de ser como mujeres se ha perseguido durante milenios. La palabra bruja se ha denigrado y utilizado como un insulto. Así que no es raro que ocultemos nuestro poder femenino, que acallemos nuestras voces y nos hagamos pequeñas, porque nos han dicho que ser poderosas es peligroso.
Nuestro trabajo, el trabajo de la bruja, es conseguir que sea seguro volver a ser poderosas.
Ser poderosa después de miles de años de expectativas y condicionamiento patriarcal significa ir contra muchas de las enseñanzas que has recibido, ¿verdad?
Y sin embargo... el poder de dar forma a los acontecimientos, de poner cambios en marcha y de hacer que sucedan fluye de manera natural a través de ti. Tu biología está creada y optimizada para ejercer ese poder y usarlo para el bien.
Es tu derecho de nacimiento como mujer.
Este es un trabajo de bruja.
El caso es que muchas de nosotras nos las hemos arreglado muy bien en el mundo siguiendo los roles estereotipados que se nos ofrecen como mujeres.
¿El premio a la mejor actriz? Es para... TODAS VOSOTRAS.
¿El problema? No sé el tuyo, pero cuando he representado esos papeles (y créeme, he representado muchos de ellos en el pasado), siempre me he encontrado sintiendo una mezcla de insatisfacción, ansiedad, disgusto, inquietud...
¿Qué quiere decir esa inquietud? Cuando la sientes, está hablando esa parte de ti que no se expresa.
Con el tiempo, comenzará a gritar desde dentro.
El grito se vuelve ensordecedor. Te consume.
En algunas mujeres aparece en forma de dolor y enfermedad en el cuerpo. En otras, en forma de depresión o ansiedad.
Para adormecer el grito tal vez recurras a la comida, la bebida, las compras compulsivas o las drogas.
Al principio, simplemente lo acallarás.
Y aguantando el grito, escogerás uno de estos dos caminos. Empezarás a tener una actitud de abatimiento y sumisión hacia la vida, o te endurecerás y te volverás agresiva, adoptando rasgos predominantemente masculinos para sobrevivir.