La agricultura, siglos XVI al XX. Esperanza Fujigaki

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cambiantes relaciones de trabajo, tierra y precios.36

      Las enormes extensiones de las regiones del norte de México, poco pobladas, presenciaron una conquista y una colonización de carácter privado, impulsadas por "hombres ricos y poderosos", como los llamó Chevalier. También jugó un papel crucial en su poblamiento el descubrimiento de los ricos yacimientos de plata de Zacatecas y otras regiones y la obra evangelizadora de religiosos como los jesuitas y franciscanos; al igual que la actividad militar de los soldados, capitanes y gobernadores que conquistaron los reinos de Nueva Vizcaya, Nuevo León y Nuevo México. En estas regiones desérticas y deshabitadas, el aprovisionamiento de las minas requería de un elevado desarrollo de la agricultura y la ganadería.

      Estas haciendas, generalmente de enorme extensión, producían rendimientos estables, aunque no tan espectaculares como los de una mina, y permitían establecer mayorazgos y asegurar la riqueza futura de la familia de estos ricos individuos. En las tierras de estas haciendas, a veces se constituían centros de población. Debido a la falta de comunidades indígenas amplias y de repartimientos, para los trabajos en minas y haciendas se empleaban a esclavos, mulatos o indios libres que eran traídos desde las regiones del sur por los hacendados, que intentaban detenerlos por diversos medios, como las deudas. Además, muchos mineros y criadores de ganado eran, al mismo tiempo, capitanes que comandaban huestes de "hombres a caballo, mitad vaqueros, mitad abigeos y bandidos", para combatir a los chichimecas.

      En la parte más oriental del noreste, en el actual estado de Tamaulipas, se fundó a mediados del siglo XVIII la provincia del Nuevo Santander, para hacer frente a la amenaza anglofrancesa sobre ese territorio. El fundador fue José de Escandón, quien la gobernó por más de quince años; se negó a otorgar terrenos a título individual y obligó a los colonos a usufructuar las tierras en forma comunal, "a pesar de una cédula real de 1763 que insistía en el reparto particular". Después de la caída de Escandón, bajo la influencia de las reformas borbónicas, se dieron las tierras en forma privada a los colonos. Aunque se buscaba la creación del pequeño agricultor propietario, no dejaron de otorgarse "mercedes de tierras gigantescas".

      La estructura y administración del latifundio consolidado de los Sánchez Navarro seguía las líneas del sistema de haciendas; para facilitar su administración estaba dividido en numerosas haciendas, cada una con su propio mayordomo, muchas de las cuales incluían sus ranchos subordinados. También rentaban considerables porciones de tierra; algunas secciones del latifundio habían sido abandonadas, principalmente como resultado de las frecuentes y devastadoras incursiones de los indios que cruzaban el río Grande. El nervio central de este imperio era la Hacienda de San Francisco de los Patos, donde se cultivaba maíz y plantas de algodón; y tenía grandes áreas de pastos. Después de la guerra de intervención estadunidense, los Sánchez Navarro reorganizaron sus haciendas y aumentaron sus rebaños y ventas de ganado y lana. Para Harris, los Sánchez Navarro administraban sus haciendas como negocios; su principal actividad comercial era la cría de ganado, carneros y ovejas, y la producción de lana.

      Durante el porfiriato, el desarrollo de los ferrocarriles, la canalización del agua del río Nazas y el aumento del área cultivada con algodón, junto con la expansión demográfica y urbana dieron auge a la región

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