Bitcoin, Blockchain y tokenización para inquietos. Miguel Caballero
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Comencemos hablando del poder. Históricamente el poder ha estado tanto centralizado como descentralizado. Un buen ejemplo de variaciones en el péndulo ocurrieron durante la época romana; antes de la llegada de Julio César el poder residía en el senado (lo podemos asimilar a un modelo descentralizado, siendo el senado los representantes de nobles y plebeyos), y tras la autoproclamación del militar como emperador el poder quedó centralizado en su persona. Tras su asesinato —por parte de los propios senadores— se intentó que el poder de nuevo volviera a este, es decir, se descentralizara, aunque posteriores guerras civiles llevaron a otros emperadores al trono y no se consiguió. Siglos más tarde tenemos otro buen ejemplo de «oscilación del péndulo» en Francia, donde pasamos del absolutismo con Luis XIV y sucesivos (quien acuñó la célebre frase de «el Estado soy yo») a la Revolución Francesa, expresión máxima de la descentralización del poder en el pueblo. En pocos años, el poder pasó en Francia de estar centralizado a descentralizado.
Desde un punto de vista del conocimiento, el péndulo también ha oscilado entre centralizacion y descentralizacion. En el antiguo Egipto el conocimiento estaba centralizado en los sacerdotes, al igual que la Edad Media se centraba en los monasterios. Únicamente fueron los monjes con conocimientos en latín y árabe (y otros tantos idiomas europeos) quienes transcribieron los libros y mantuvieron y amplificaron el conocimiento durante siglos. En este sentido, el péndulo empezó a girar hacia la descentralización tras la invención de la imprenta por Gutenberg y su máxima expresión la tenemos hoy en día con Internet, donde el conocimiento está descentralizado por todo el planeta.
Por razones históricas, el activo más difícil de evolucionar hacia una descentralización ha sido el dinero. Este ha estado centralizado porque siempre hemos tenido la necesidad de mantener a un tercero de confianza que diera fe del valor traspasado, evitando así el problema del doble gasto (es decir, pagar a dos partes distintas con el mismo dinero). Al estudio del dinero dedicaremos un capítulo completo más adelante. Ahora nos centraremos en entender por qué el dinero históricamente ha estado centralizado y por qué es ahora, con Blockchain y Bitcoin, cuando por primera vez en la historia el ser humano puede disponer de dinero descentralizado.
¿Qué es el dinero centralizado?
El dinero centralizado es el dinero tradicional, donde siempre hemos contado con un tercero de confianza en la ecuación. El dinero por sí mismo no vale nada, como dice el refrán, «es papel mojado». A un billete de 100 € le damos un valor de 100 € porque tenemos por detrás a un tercero de confianza (en este caso el Banco Central Europeo) que asegura que dicho billete mantiene un valor de 100 €. El coste en sí mismo de producir un billete de 100 € ronda los céntimos de euro.
Otro ejemplo de dinero centralizado es el usado a través de tarjetas de crédito o pagos online, donde tenemos a un tercero de confianza (Visa, Mastercard, Amex o Paypal) que dan fe de que en la cuenta del comprador hay fondos disponibles para hacer frente al pago de dicha compra. Su negocio, por lo tanto, está en la intermediación financiera y en los márgenes asociados al crédito que generan con sus clientes. Un negocio redondo, por cierto, si el interés crediticio gira en torno al 1-5 % de comisión sobre la compra y hablamos de billones de euros pagados por Internet o a través de tarjetas cada día.
En un sistema de dinero descentralizado no necesitamos a ningún tercero de confianza que de fe de ninguna transacción, pues es el propio sistema (la propia red) el que genera la confianza suficiente para que dicha transacción sea verídica. Por lo tanto, al igual que en los ejemplos anteriores hemos tenido casos de descentralización desde hace milenios, por limitaciones tecnológicas no ha sido posible plantear un dinero descentralizado hasta ahora.
¿Por qué es tan importante la descentralización? ¿Qué implicaciones tienen las organizaciones descentralizadas en la sociedad actual? ¿Por qué gran parte del debate que surge en torno a Bitcoin y las criptomonedas tiene su esencia en la descentralización real de dichas redes?
Analicemos los dos aspectos fundamentales que hacen que las estructuras descentralizadas sean completamente distintas a las conocidas hasta ahora.
Una organización descentralizada es incensurable
Sin duda alguna, una de las mayores ventajas que plantea Bitcoin es su descentralización. Esto significa que es incontrolable, incensurable e imparable. Como red, no existen nodos que ostenten más poder que otros. No existe ninguna cabeza que cortar, a diferencia de Internet —que mucha gente piensa que es incensurable—, que es fácilmente manipulable por quien sea capaz de controlar puntos centrales de conexión.
Es decir, si detectamos una línea troncal de conexión de América a Europa y fuéramos capaces de sabotearla, las conexiones a Internet en Europa sufrirían latencias o incluso desaparecería la conexión hacia servidores ubicados fuera de esta zona. En cambio, como estudiaremos más adelante, apagar un número de nodos de Bitcoin no provoca prácticamente ningún efecto negativo en el resto de la red. Todo seguirá funcionando con normalidad.
Desde que existe Bitcoin los intentos de control por parte de muchos grupos (terroristas informáticos o gobiernos, desde el norteamericano al ruso) han caído en saco roto. Por mucho dinero invertido y muchos ataques planificados que se hayan hecho, nadie ha sido capaz de controlar o manipular la red de Bitcoin. Y cuanto más grande se hace la red, más difícil y costosa resulta dicha manipulación. Como veremos en capítulos posteriores, Bitcoin es hoy la red de mayor cálculo computacional de la historia, superando incluso a la suma de todos los superordenadores del mundo en varios órdenes de magnitud.
Una organización descentralizada funciona de forma autónoma
¿Qué se necesita para que una red descentralizada evolucione? Simplemente que sus usuarios la utilicen. No depende de ningún consejo de administración, de ningún ejecutivo o entidad jurídica, sino de sus propios usuarios. Es en el ecosistema Blockchain cuando aparecen las primeras DAO (Organizaciones Autónomas Descentralizadas). Sin duda, las DAO darán mucho que hablar durante los próximos años. Su futuro y su existencia están ligados a su comunidad y a los usos que haga esta de la propia red.
¿Por qué las organizaciones descentralizadas están tan poco implementadas en nuestro entorno empresarial?
Muy sencillo, porque una organización descentralizada le resta poder al equity e incluso lo puede llegar a eliminar. Históricamente, el valor de una empresa ha estado depositado en sus accionistas. Es decir, cuanto más beneficio genera una empresa, más dinero puede repartir entre sus dueños. En una estructura descentralizada el capital social (o equity holders) queda sustituido por token holders. Por lo tanto, el valor que genera una estructura descentralizada se redistribuye entre sus token holders. Bajo mi punto de vista, el entorno empresarial actual no está preparado para evolucionar hacia modelos descentralizados, pero al mismo tiempo esta tendencia es inevitable: las estructuras descentralizadas son capaces de aportar más valor a sus clientes, ya que dicho valor no queda retenido únicamente entre sus accionistas. Muchas veces los usuarios o clientes son los propios token holders, por lo que se trata de organizaciones mucho más eficientes en la creación y redistribución de valor.
Aunque soy consciente de que estamos todavía en las primeras páginas del libro, quiero que te quedes «rumiando» esta idea: la descentralización provoca una redistribución del valor mucho más justa, por lo que a largo plazo su adopción es inevitable.
Las empresas tradicionales, por su propia