50 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics). Мигель де Сервантес Сааведра

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50 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics) - Мигель де Сервантес Сааведра

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rosas, llamas.

      ¡Qué aromas derramas

      en el alma mía

      si sé que me amas,

      oh Mía!, ¡oh Mía!

      Tu sexo fundiste

      con mi sexo fuerte,

      fundiendo dos bronces.

      Yo, triste; tú triste...

      ¿No has de ser, entonces,

      Mía hasta la muerte?

      Rubén Darío - A Una Novia

      Alma blanca, más blanca que el lirio

      frente blanca, más blanca que el cirio

      que ilumina el altar del Señor:

      ya serás por hermosa encendida,

      ya será sonrosada y herida

      por el rayo de la luz del amor.

      Labios rojos de sangre divina,

      labios donde la risa argentina

      junta el albo marfil al clavel:

      ya veréis cómo el beso os provoca,

      cuando Cipris envíe a esa boca

      sus abejas sedientas de miel.

      Manos blancas, cual rosas benditas

      que sabéis deshojar margaritas

      junto al fresco rosal del Pensil:

      ¡ya daréis la canción del amado

      cuando hiráis el sonoro teclado

      del triunfal clavicordio de Abril!

      Ojos bellos de ojeras cercados:

      ¡ya veréis los palacios dorados

      de una vaga, ideal Estambul,

      cuando lleven las hadas a Oriente

      a la Bella del Bosque Durmiente,

      en el carro del Príncipe Azul!

      ¡Blanca flor! De tu cáliz risueño

      la libélula errante del Sueño

      alza el vuelo veloz, ¡blanca flor!

      Primavera su palio levanta,

      y hay un coro de alondras que canta

      la canción matinal del amor.

      Rubén Darío - Para Una Cubana

      Poesía dulce y mística

      busca a la blanca cubana

      que se asomó a la ventana

      como una visión artística.

      Misteriosa y cabalística,

      puede dar celos a Diana,

      con su faz de porcelana

      de una blancura eucarística.

      Llena de un prestigio asiático,

      roja, en el rostro enigmático,

      su boca púrpura finge,

      Y al sonreírse vi en ella

      el resplandor de una estrella

      que fuese alma de una esfinge.

      Rubén Darío - Sonatina

      La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?

      Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

      que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

      La princesa está pálida en su silla de oro,

      está mudo el teclado de su clave sonoro;

      y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor..

      El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

      Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

      y, vestido de rojo, piruetea el bufón.

      La princesa no ríe, la princesa no siente;

      la princesa persigue por el cielo de Oriente

      la libélula vaga de una vaga ilusión.

      ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

      o en el que detenido su carroza argentina

      para ver de sus ojos la dulzura de luz?

      ¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,

      o en el que es soberano de los claros diamantes,

      o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

      ¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa

      quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

      tener alas ligeras, bajo en cielo volar,

      ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

      saludar a los lirios con los versos de mayo,

      o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

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