Información, participación ciudadana y entre palabra e imagen. Alejandro Ramos Chávez
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Información, participación ciudadana y democracia |
Morales Campos, Estela |
DR ©Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información |
ISBN: 978-607-30-2702-1 |
Primera edición 2019 |
Colección: Información y Sociedad |
Publicación dictaminada |
La presente obra está bajo una licencia de Creative Commons by nc sa 4.0 |
Presentación
La relación de la información con la sociedad es fundamental, ya que tanto los diferentes grupos como los actores individuales son quienes producen esa información, y el destinatario siempre será la propia sociedad, en su conjunto o en grupos específicos, de acuerdo con la temática de oferta y de solicitud.
En consecuencia, los profesionales de la información y las instituciones que se especializan en crear, construir, organizar y ofrecer información —como la biblioteca— tienen como reto participar con la ciudadanía. El objetivo al respecto es construir espacios, programas, servicios, productos y actividades que permitan a los ciudadanos de todas las edades, los estratos sociales y actividades, tener acceso a una información que desarrolle una actitud crítica, propositiva y constructiva que vaya formando ciudadanos que construyan ambientes de vida bajo principios y condiciones que fortalezcan dinámicas democráticas para disfrutar, trabajar, estudiar y convivir entre individuos y gobiernos, y entre fenómenos y circunstancias sociales, políticas, culturales y económicas.
En el campo de la información, sea académica, social, popular, científica, política, histórica, etcétera, entre el que genera la información, el que la ofrece y el que la demanda y la utiliza, se establecen compromisos éticos o de convivencia consensuada a fin de vigilar, procurar y cuidar la imparcialidad y veracidad de la información.
En nuestros días, existe una preocupación especial en estos aspectos dada la facilidad con la que proliferan las noticias falsas o parcialmente falsas que se generan en todas las esferas que envuelven el desarrollo del ser humano. Así, los especialistas de la información, la biblioteca y todos sus similares se convierten en actores activos, enfocados en diseñar servicios atractivos que inviten al ciudadano a usar información, a verificar no sólo su utilidad sino su veracidad, y aprender a interpretarla en contexto, y no fuera de él, circunstancia que facilita su manipulación.
La información, en nuestros días, es un insumo fundamental de toda actividad, consciente o inconsciente, que realiza el ser humano; es parte inseparable de cualquier desarrollo tecnológico que se ofrece para las tareas sofisticadas o cotidianas que realiza “el gran público”: todos los usuarios que, de acuerdo con legislaciones políticas de cada país, en un momento dado actúan como ciudadanos y participan en diferentes actividades políticas, económicas, culturales e históricas, entre otras, que les permiten formar parte de la vida pública de su entorno para construir la vida en comunidad y seleccionar el entorno normativo de vida privada y los lazos de interacción con la esfera pública.
Relacionar la información con los ciudadanos y la ciudadanía es fundamental tanto en nuestro entorno local como global, considerando que la categoría de ciudadano se refiere a un hombre o una mujer que pertenece a un grupo social estructurado políticamente, lo que le permite participar en asuntos económicos, sociales o de gobierno, entre otros, de su Estado o de su país, y para lograrlo de forma asertiva necesitamos informarnos y tener los conocimientos requeridos.
La ciudadanía generalmente tiene especificados sus derechos, pero también sus obligaciones. Normalmente hay una edad establecida en la que, de acuerdo a su madurez, puede ejercer sus derechos y ser responsable de sus obligaciones. Estas cualidades se desarrollan de forma plena sobre todo en sociedades democráticas. Tener un gobierno democrático y vivir en una sociedad que facilite la participación de todos sus habitantes —donde se pueda elegir a gobernantes, órganos de gobierno y formas de vida en comunidad, y donde se tomen decisiones en cualquiera de los asuntos al respecto— requiere de información de todo tipo: académica, social, pública, cultural y popular, entre otras. Se trata de una información registrada en medios formales como libros, revistas, medios digitales o soportes más populares, como las redes sociales y otros de gran popularidad entre jóvenes y no tan jóvenes. Lo importante es que el usuario encuentre de manera fácil y expedita la información, los datos que le resuelvan sus dudas, su curiosidad, sus necesidades.
Dadas las innovaciones cotidianas que superan la velocidad, la capacidad y la especificidad que nos ofrecen las TIC, siempre hay que diseñar un menú de servicios de información. Buena parte de éstos los ofrecen medios comerciales y redes al alcance de un teléfono móvil o de softwares que le permiten a un niño o un joven penetrar a datos muy específicos y a la combinación de algoritmos que resuelven problemas de investigación o de operación práctica.
Conviviendo con esa realidad tecnológica y comercial está la biblioteca, institución social que debe ofrecer a sus usuarios todas las facilidades que optimicen la accesibilidad a la información pertinente para una solicitud específica, con un plus de calidad, pertinencia y veracidad; es decir, la biblioteca, además de la tecnología, cuenta con colecciones de primer y segundo nivel que le permiten llegar a la especificidad que requiere un ciudadano, un usuario y, de ese modo, autentificar la veracidad y actualidad de las fuentes ofrecidas y evitar y eliminar lo más posible las noticias falsas o parcialmente verdaderas. La biblioteca y el bibliotecario siguen siendo elementos fundamentales para relacionar a los habitantes de un país con el uso de información a fin de evitar la improvisación en la toma de decisiones y propiciar su participación en resoluciones que afectarán su vida en lo individual y en lo colectivo.
En la obra que hoy presentamos, hemos buscado relacionar el uso del espacio, el tiempo y las características de vida con la información como elemento fundamental para tener una ciudadanía informada con acceso al conocimiento que construya una sociedad en un ambiente democrático. Dicho entorno permitirá establecer una forma de vida que le garantice principios básicos de respeto al ser humano; un ambiente de libertad de pensamiento y de acción que incluya y admita las diferencias y que, al potenciar las coincidencias, logre una convivencia donde la pluralidad, la diversidad y la inclusión construyan democracias que definan normas que faciliten una vida en armonía.
La relación entre información y ciudadanía fue abordada desde una perspectiva teórica y focalizó el tema en la ciudadanía digital, ya que tanto los jóvenes como los ciudadanos con más experiencia y facilidades de acceso a un equipo tecnológico (móvil o de escritorio, con posibilidades tecnológicas más elaboradas) ven como primera opción acceder a la información de manera digital. Por otro lado, se tiene especial interés en ofrecer una mirada del tratamiento de la información y la conceptualización de ciudadanía en América Latina. Se ha considerado como un complemento importante para la participación activa de un grupo social mencionar algunos aspectos que impactan el uso de la información por la ciudadanía, sobre todo cuando la oferta en aspectos políticos no es cuidadosa ni comprometida con la veracidad, la objetividad y la imparcialidad. Otros elementos considerados que enriquecen la participación ciudadana, presencial y digital son la desinformación, la censura y la infodiversidad.
Estas variantes son analizadas en un primer apartado, “Información y ciudadanía”, y son abordadas desde enfoques y experiencia diferentes por Alejandro Ramos, Graciela Técuatl, Estela Morales y