Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales. Carlos Alejandro Cordero García

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Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales - Carlos Alejandro Cordero García

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también realiza un análisis comparativo sobre los intentos democráticos del fenómeno conocido como la Primavera Árabe y la relación entre el islam y la transición a la democracia; la manera en que se vivió la euforia trasformadora de ese movimiento dentro de los partidos políticos en Medio Oriente y el Magreb.

      Esta sección termina con dos trabajos que muestran la complejidad de la impartición de justicia y los retos que enfrentan los sistemas judiciales internacionales al momento de intervenir en la resolución de conflictos armados. Verónica S. Souto Olmedo aborda los procesos judiciales implementados en Ruanda y Sudáfrica desde la óptica de la justicia restaurativa y el reto que representa la impartición de justicia en contextos de genocidio y segregación racial. Asimismo, Erika Schmidhuber Peña reflexiona en torno a los obstáculos del sistema interamericano de protección a los derechos humanos para llevar la justicia a las víctimas de las dictaduras latinoamericanas. Las reflexiones de este texto centran su análisis en la temporalidad de los procesos judiciales y su sincronicidad con las amnistías establecidas como parte de los esfuerzos por reconciliar a las sociedades de esos países.

      En la cuarta sección, titulada “Problematización de lo local, desde lo global”, se pone de manifiesto la influencia internacional en las dinámicas nacionales de los países, la cual se refleja en el diseño de políticas públicas, ya sean de seguridad, culturales o de salud pues la sincronicidad de la esfera local respecto de los ritmos internacionales es hoy un desafío para las naciones. Esta última sección abre con el texto de Adriana González Arias y Andrea Pérez De Alba, una reflexión sobre la migración y el reto de seguridad en las fronteras. Se analiza la migración de tránsito que se vive en México, resaltando la vulnerabilidad de los migrantes centroamericanos en territorio mexicano, así como las vicisitudes del gobierno mexicano para poder garantizar la protección de los derechos fundamentales de estas personas.

      En un segundo momento, se publica el trabajo de Talien Corona Ojeda, quien estudia la relación entre la política exterior y la construcción de la identidad nacional del México posrevolucionario. A través de un estudio sobre la diplomacia cultural, reflejada en la organización de exposiciones internacionales, la autora problematiza la tensión entre la influencia de las ideas globales con la construcción del proyecto nacional mexicano. Finalmente, Patricia López Rodríguez presenta una discusión de la política internacional que regula la prohibición del consumo de estupefacientes, poniendo el punto de análisis en las complicaciones para articular las políticas de salud nacionales con los paradigmas internacionales que regulan y prohíben el trasiego de estupefacientes.

      En conclusión, en esta introducción es posible decir que las discusiones y los debates planteados en este libro son el resultado de la evolución misma que ha tenido la apuesta institucional por mantener vigente el estudio de las relaciones internacionales, pues en conjunto estos trabajos muestran una radiografía de la complejidad internacional contemporánea, pero, sobre todo, ofrecen líneas de análisis pertinentes para plantear nuevos caminos de investigación que se adapten a las constantes trasformaciones de la realidad internacional.

      En los trabajos que se presentan se ve reflejado el análisis interdisciplinar, y en especial se puede observar un énfasis crítico, congruente con la formación a la que en el ITESO se apuesta en el estudio de las relaciones internacionales, a la altura de los desafíos que se viven en el mundo contemporáneo.

      ANTONIO LÓPEZ MIJARES

      Este capítulo revisa la presencia estadunidense en el mundo a partir del final de la Guerra Fría y el inicio del periodo de la unipolaridad, caracterizado por la supremacía de ese país en los terrenos militar y político y por su sostenida relevancia económica. Con la perspectiva de tiempo, sabemos que en ese momento excepcional de la superpotencia sin contrincantes, ya se esbozaba la relativización o disminución de su poder con la aparición de nuevos polos de innovación técnica, capacidad económica y dinamismo comercial, sobre todo en las riberas del Pacífico; a esas naciones y territorios, Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, se agregarían grandes estados como China e India, que han sumado a sus dimensiones demográficas y territoriales capacidades tecnológicas y productivas, la voluntad de traducir tales factores en influencia política mediante un activismo sistemático más allá de los propios ámbitos regionales, en otros continentes y en los espacios institucionales o informales donde se diseña, entre unos pocos, la agenda mundial y donde se establecen las coordenadas del orden internacional.

      Los planteamientos de los autores se organizan en un eje de análisis: la relación entre procesos de globalización y política de poder (primeros dos apartados); mientras que en el tercer apartado se esbozan algunas conclusiones, necesariamente provisionales, sobre los derroteros previsibles del orden internacional y global —y los posibles alcances de la influencia estadunidense en dicho orden— a partir de las reflexiones de los autores en torno a las relaciones entre globalización y geopolítica, así como entre cooperación y hegemonía. Por último, se hace una breve reflexión sobre las posibles implicaciones de la presidencia de Donald Trump en los escenarios internacionales.

      ALCANCES Y LÍMITES DE LA UNIPOLARIDAD: UNA PERSPECTIVA SOBRE ESTADOS UNIDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS

      Disolución del bloque soviético, “fin de la historia”

      El lento y discontinuo proceso de disolución del “bloque soviético” fue acelerado por la activa política de confrontación ideológica, económica y militar emprendida durante el mandato de Ronald Reagan, cuyos periodos presidenciales (1980–1988) se caracterizaron por el éxito ideológico dentro del país —la vuelta del patriotismo vociferante y agresivo, el retorno de la noción, nunca del todo abandonada, sobre la “excepcionalidad estadunidense”—, éxito que facilitó la legitimación del rearme por la vía de un importante incremento del gasto militar y la orientación de su política exterior hacia la neutralización y el desmembramiento del “imperio del mal”, clamoroso término con que el se refirió a la Unión Soviética en un célebre y difundido discurso.

      La autodisolución de la Unión Soviética —una derrota de la legitimidad del sistema centralizador, incapaz de satisfacer expectativas personales y colectivas, así como de plantear un proyecto de futuro— tuvo que ver también con la Revolución de Terciopelo en la antigua Checoeslovaquia (hoy dos países: República Checa y Eslovaquia) y con las rebeliones civiles en Polonia, la República Democrática Alemana, Hungría, Rumanía y Bulgaria, revoluciones cuyo origen, en la mayoría de los casos, se originó en sociedades movilizadas por un doble objetivo: la autodeterminación nacional (con sus implicaciones

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