Pertinencia y convergencia de la integración latinoamericana en un contexto de cambios mundiales. José Briceño Ruiz

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Pertinencia y convergencia de la integración latinoamericana en un contexto de cambios mundiales - José Briceño Ruiz

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Marco, la integración profunda incluye aspectos como el movimiento de personas y de negocios, facilitación del tránsito migratorio, cooperación judicial, facilitación del comercio y cooperación aduanera, servicios, capitales, incluyendo la posibilidad de integrar las bolsas de valores (Declaración de Lima, abril de 2011). Posteriormente, el Protocolo se amplió un poco, al señalar como objetivos de la Alianza:

      […] construir un espacio común con el propósito de profundizar la integración política, económica, social y cultural, así como de establecer compromisos efectivos de acción conjunta para mejorar el bienestar y niveles de vida de sus habitantes y promover el desarrollo sostenible en sus respectivos territorios. (Protocolo, 2014, Preámbulo)

      La Alianza del Pacífico adopta entonces un modelo de integración en el cual el mercado es el que orienta las actividades del bloque y el sector empresarial su agente principal. Aunque existe una dimensión educativa a través del programa de intercambio educativo de estudiantes y académicos, no existe una sólida dimensión social en el bloque. La meta de promover cadenas de valor en la Alianza del Pacífico es diferente que el de Mercosur, pues mientras en este último se propuso crear cadenas de valor regional, en la Alianza es insertarse en cadenas de valor global. Aunque la extensión de este capítulo no lo permite, surge la pregunta de si a través de cadenas de valor global se puede impulsar la integración productiva en el Mercosur.

      El alba es un proceso completamente distinto. Aunque actualmente vive su peor momento, debido a la crisis económica y política en Venezuela y el reciente retiro de Ecuador y Bolivia, este bloque se intentó presentar como un modelo alternativo de integración no basado en el comercio. Por ello, la mayor parte de la agenda y los instrumentos desarrollados por el alba se concentraron en la cooperación energética (Petrocaribe) y los intentos de internacionalizar los programas sociales que en Venezuela se denominaron Misiones. No obstante, a partir de 2007, comenzaron a aprobarse instrumentos de tipo económico como un mecanismo de pago para las transacciones comerciales (el denominado Sistema Unitario de Compensación Regional [Sucre]), mecanismos financieros como el Banco del alba y la cooperación en materia productiva (la creación de empresas grannacionales). Se comenzó a desarrollar una agenda de integración económica; esto se pretendió consolidar en febrero de 2012, cuando se decidió crear el denominado espacio económico del alba-tcp (Ecoalba-tcp). Lo anterior se proponía incrementar la intensidad de interdependencia económica y comercial entre los países del alba, no obstante, no se pretendía lograr promoviendo la creación de una zona de libre comercio o adoptando formas tradicionales de integración comercial. Según el Acuerdo creador del Ecoalba-tcp, este se concibió como

      […] una zona económica de desarrollo compartido interdependiente, soberana y solidaria, destinada a consolidar y ampliar un nuevo modelo alternativo de relacionamiento económico para fortalecer y diversificar el aparato productivo y el intercambio comercial, así como establecer las bases para los instrumentos de carácter bilateral y multilateral que las Partes suscriban en esta materia, con miras a la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de nuestros pueblos. (Consejo de Complementación Económica del alba, 2012)

      La dimensión comercial del alba se fortaleció en 2013, cuando se firmó un Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica en el marco de la Aladi, que regulaba la liberalización arancelaria, las normas de origen y otras regulaciones comerciales. En julio de 2013, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, suscribieron el Acuerdo de Cooperación Económica (ace n.° 70) para dar aplicación al Ecoalba. Los países signatarios se plantearon identificar “proyectos conjuntos para el intercambio comercial en áreas prioritarias definidas por ellos” (Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica n.° 70, 2013). También se propusieron promover “el intercambio comercial de bienes intermedios que permitan el fortalecimiento y encadenamiento de sus aparatos productivos, favoreciendo al desarrollo de la vocación exportadora del bloque hacia terceros países” (Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica n.° 70, 2013). Incluso, después, en 2014, se propuso la convergencia del Ecoalba-tcp con el Mercosur.

      El intento de impulsar esta dimensión comercial coincidió con el inició de su ocaso. La primera razón fue el creciente desprestigio de la denominada “Revolución Bolivariana”, debido a la crisis económica que Venezuela comenzó a sufrir desde 2013, a lo que se sumaron las críticas cada vez más generalizadas a partir del 2014 por las violaciones a los derechos humanos y el irrespeto a las reglas democráticas. Ello ha conducido a una creciente irrelevancia del alba, ahora disminuido en su membresía, debido al retiro de Ecuador, en 2017 y Bolivia, en 2019. A pesar de ello, se considera prudente incluir al alba como un caso específico de un modelo de integración económica que expresa la diversidad regional y dificulta la convergencia.

      Este breve análisis demuestra que la región ha estado dividida en términos de su modelo económico. Se podría argumentar que los cambios políticos en el Mercosur desde 2015 ha acercado su modelo económico al de la Alianza del Pacífico. Los gobiernos de Macri y Temer optaron por consolidar la dimensión comercial del bloque, en detrimento de las dimensiones social y productiva; lo anterior facilitó la convergencia entre ambos bloques, un objetivo fuertemente impulsado en los años recientes, con el apoyo de instituciones como la Cepal (véase Cepal, 2018). Esto parecía confirmarse con la llegada al poder en Brasil de Jair Bolsonaro con un programa abiertamente liberal para reformar el Mercosur y convertirlo en un esquema más abierto y flexible; sin embargo, el escenario no es tan simple. El ascenso al poder del peronista Alberto Fernández en Argentina, en 2019, permite argumentar que la diversidad se mantendrá en el Mercosur. El modelo de Mercosur que defiende el peronismo y Fernández se aproxima al imperante en el periodo de regionalismo poshegemónico. Lo anterior es cuestionado por Bolsonaro quien ha manifestado su rechazo a la construcción de una patria grande y ha amenazado con expulsar a Argentina del Mercosur si Fernández pretende aplicar políticas proteccionistas en el bloque. En otras palabras, el debate sobre el modelo económico de integración es un debate abierto en el seno del Mercosur.

      En el caso de la Alianza del Pacífico, se debe analizar el “factor amlo”, es decir, el impacto de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en el modelo económico del bloque. Luego de un año de gestión presidencial, no está claro cuál es su posición sobre la Alianza; sin embargo, lo que sí es claro es su rechazo al neoliberalismo, un enfoque que, sin duda, ha influido en el modelo de la Alianza del Pacífico. Finalmente, en el caso de la languideciente alba, no se vislumbra la forma cómo un bloque regional tan distinto al Mercosur y la Alianza del Pacífico pueda ser parte de un proceso de convergencia. Estas realidades internas del Mercosur y la Alianza del Pacífico, que parecen entrar en complejos procesos de revisión, no solo plantean dudas sobre la convergencia de ambos bloques, sino también la estabilidad de ambos procesos de integración, en particular, el Mercosur.

      Relaciones externas y la convergencia

      Un segundo aspecto que se debe analizar cuando se evalúan las posibilidades de convergencia tiene que ver con los diferentes patrones de relaciones externas de los bloques regionales y sus países miembros, puesto que ninguno de los bloques que se analizan en este capítulo operan de forma íntegra como un actor único. La Alianza del Pacífico y el alba no son uniones aduaneras ni tienen una política exterior común; el Mercosur, aunque no es una unión aduanera perfecta, sí tiene una norma que obliga a los países a negociar acuerdos comerciales como bloque, sin embargo, no una política exterior común. Todo lo anterior tiene dos consecuencias: la primera es que ninguno de los bloques analizados se comporta como un actor y la segunda es que, incluso dentro de los bloques, existen posiciones divergentes.

      En el caso de la Alianza del Pacífico, es claro que su opción por el regionalismo abierto implica una política de inserción de sus países en el mercado mundial. Incluso, uno de los objetivos de la Alianza es convertirse en una plataforma para la inserción en el mercado asiático. Tras la creación de la figura de miembro asociado, en 2018, la Alianza ha iniciado negociaciones, ya de forma colectiva, con Canadá, Australia, Singapur y Nueva Zelandia, y un segundo proceso con Corea del Sur y Ecuador. Al margen de

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