Memorias de una época. Álvaro Acevedo
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Tras la caída de Gustavo Rojas Pinilla, el régimen de transición, auspiciado, entre otros, por políticos de renombre como Alfonso López Pumarejo y Laureano Gómez, propuso reconciliar a los partidos tradicionales otorgándoles por mandato legal y legítimo el acceso paritario a los cargos del Estado. Del mismo modo, entregándole a los dos partidos la alternancia del poder ejecutivo. A este sistema se le dio el nombre de régimen del Frente Nacional. Si bien a su sombra la sociedad colombiana vio por fin languidecer los años de La Violencia bipartidista, nuevos conflictos emergieron con fuerza, ya que el sistema mismo dejaba por fuera a nuevos actores políticos: campesinos, obreros y estudiantes de nuevo cuño –es decir, sectores pertenecientes a la clase media emergente–. En consecuencia, es necesario reafirmar, siguiendo a Daniel Pécaut, que el Frente Nacional no solo debió generar descontento en “buena parte de la población”, sino que ayudó a engendrar sus propios problemas de legitimidad, ya que cerraba el camino hacia la democracia90 con medidas como el estado de sitio. Un recurso utilizado para combatir al bandolerismo y acallar a sectores sociales que veían menguados sus derechos de representación política91.
En términos descriptivos el Frente Nacional se caracterizó por los siguientes aspectos: en la primera presidencia, Alberto Lleras Camargo se encargó de bajar la intensidad de la violencia bipartidista. Para ello ordenó, por una parte, mantener la amnistía para los grupos armados, tal como la Junta Militar de transición lo había decretado tras el retiro de Rojas Pinilla; y por otra, poner en marcha una reforma agraria que procurara no tanto alcanzar la igualdad social, sino contener el avance del comunismo, ideología que la Revolución cubana había puesto a la orden del día en Latinoamérica. La reforma recibió el apoyo del gobierno norteamericano por intermedio del programa de asistencia Alianza para el progreso en América Latina, y pese a que no cumplió con las expectativas sociales que había despertado, ayudó a fortalecer el mercado de tierras al reconocer la legalidad de las pequeñas propiedades.
Mendoza. En estado de alerta. Archivo Vanguardia Liberal. 5 de marzo de 1971. Bucaramanga
La Violencia bipartidista llegó a su fin en la presidencia del conservador Guillermo Valencia, pero no sin dar paso al conflicto armado. En efecto, a partir de 1963, y debido al Plan Laso, un plan militar y político, el gobierno pudo desarticular y extinguir a los grupos de bandoleros que merodeaban principalmente en el departamento del Tolima. El plan seguía las técnicas de lucha contrainsurgente que Estados Unidos aplicó en Centroamérica después de la Revolución cubana. El plan fue un éxito a medias, pues solo venció al bandolerismo de origen bipartidista, y pese a que quiso evitar que las primeras organizaciones guerrilleras de izquierda lograran posicionarse, lo único que consiguió fue transformar La Violencia en conflicto armado. Este hecho tuvo su origen en los ataques del Ejército en Marquetalia, un enclave de autodefensa campesino de ideología liberal del sur del Tolima, al que Álvaro Gómez Hurtado llamó república independiente92.
En las dos últimas administraciones del Frente Nacional se produjeron tres cambios políticos sustanciales. Lleras Restrepo adelantó, en primer lugar, una reforma constitucional que, entre otras cosas, eliminaba la regla que establecía que para aprobar una ley se requería del consentimiento de las dos terceras partes del poder legislativo, tal como lo ordenaba el plebiscito que creó el Frente Nacional. Con esta reforma el Ejecutivo alcanzaría un mayor rango de acción. El segundo cambio, por su parte, consistió en levantar el estado de sitio, medida con la cual se controlaba al bandolerismo desde la época de la dictadura, pero que durante el Frente Nacional había sido utilizada para contrarrestar las manifestaciones y los paros cívicos que realizaban algunos sectores sociales como los obreros, los campesinos y los estudiantes93. Misael Pastrana, finalmente, volvió a la política represiva del estado de sitio, argumentando que los desórdenes civiles, las acciones de las guerrillas y la aplicación in extremis de la reforma agraria –a través de algunas expropiaciones– atentaban contra la legalidad y legitimidad del gobierno94.
En síntesis, este conjunto de acciones políticas represivas llevadas a cabo durante el Frente Nacional coadyuvaron para que surgieran sectores civiles y armados de oposición. Entre 1958 y 1970, en la órbita civil, aparecieron grupos políticos como el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), la Alianza Nacional Popular (Anapo), el Partido Comunista Colombiano-Marxista Leninista (PCC-ML), el Frente Unido del Pueblo (FUP) y el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (Moec) y el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir). En la órbita armada, la lista incluía grupos como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Frente Unido de Acción Revolucionaria (Fuar)95. Después de 1970 todas las fuerzas civiles –dice Pécaut– se multiplicaron; aparecieron diferentes organizaciones políticas radicales, movimientos de opinión y grupos de oposición cultural. Con ello, los conflictos sociales, los paros cívicos y la violencia se generalizaron96. En las zonas de colonización, por su parte, los grupos guerrilleros lograron consolidarse, mientras que en el sector urbano aparecía el primer grupo guerrillero de carácter nacionalista: el Movimiento 19 de Abril (M-19).
Finalizado el Frente Nacional y durante el primer quinquenio de los años ochenta, al tiempo que la Guerra Fría entraba en su etapa final, el país empezaba a vivir una de sus peores experiencias: la guerra de múltiples actores con población civil de por medio. Varias fueron las causas que favorecieron el surgimiento de tal violencia. Entre ellas habría que ubicar, en primer lugar, el debilitamiento del estado de bienestar, hecho que le abrió las puertas al modelo de la economía neoliberal; en segundo lugar, la consolidación de las prácticas políticas desarrolladas y aprendidas durante el Frente Nacional, bajo la clásica fórmula de clientelismo-corrupción; y en tercer lugar, la lucha contra la producción de drogas ilícitas, la cual hizo rentable el negocio y ayudó a organizar todo un aparato productivo que incluía la creación de verdaderos ejércitos de mercenarios para su defensa y custodia (guerrillas, carteles y autodefensas de todos los matices y colores)97
Época de cambios: modernización y revolución cultural
En los años sesenta el país experimentaba ya los principales fenómenos de la modernización: el crecimiento no planificado de su población y, por tanto, de sus urbes, el incremento paulatino del mercado interno y la ampliación de los aparatos del Estado. El proceso de urbanización había comenzado a mediados de siglo, y absorbía lenta y desordenadamente una población que huía del campo y que luchaba por mejorar su situación de vida. Por lo menos la mitad de esa población estaba conformada por jóvenes menores de quince años de edad. En el mercado interno, los consumidores podían encontrar ahora una amplia gama de productos (nacionales e importados) que prometían una mejora sustancial de la vida cotidiana, entre ellos electrodomésticos, vehículos y los productos culturales. Ante este nuevo panorama el Estado tuvo que ampliar su margen de acción, acrecentando y mejorando principalmente la cobertura en el sector educativo. El crecimiento demográfico y la ampliación del mercado interno requerían de una masa de individuos formados para enfrentar los nuevos retos de la modernización.
Estos tres elementos generaron –argumenta Henderson– transformaciones sociales y culturales radicales puesto que aceleraron “el ataque contra las costumbres y convenciones tradicionales”, esto es, aquellas que provenían del campo. Esta nueva situación tornó más compleja la sociedad colombiana: adultos y jóvenes se convirtieron en consumidores de la cultura mediática que recibían a través de los radios de transistor o de los televisores del mercado. De manera acelerada, el mercado global de consumo entraba a la nación colombiana98.
La revolución cultural planetaria se había instalado en Colombia. ¿En qué consistió este acontecimiento? Si bien para una producción académica ortodoxa las revoluciones se refieren a los cambios bruscos efectuados en la esfera del poder, para una amplia gama de investigaciones, no cabe duda que los cambios sociales y culturales que experimentó el mundo occidental en los años sesenta fueron revolucionarios porque modificaron para siempre la manera de percibir y concebir