90 millas hasta el paraíso. Vladímir Eranosián
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Sí, tenía planeado recibir la ciudadanía estadounidense, y sin duda alguna así logrará alcanzar su meta, en cuanto gane un gran dineral en el contrabando. En su mente, en ese período, no había una distinción clara entre los términos “contrabandista” y “americano”. El dinero, todo lo solucionan los deseosos billetes de cien dólares, desde los cuales contempla con altivez el inmortalizado Franklin.
“¡Por fin hay algo de valor!” – se alegró Lázaro, habiendo tropezado contra una jarra de cristal. En el fondo de esta había un brazalete muy pesado, decorado con un capullo de pétalos de oro de una orquídea. Automáticamente lo metió en el calcetín, enrollándolo al tobillo, y se precipitó al cuarto de baño. Hace tiempo soñaba con un cepillo de dientes “Oral-B” con un motorcito. ¡Quién sabe, puede ser que el alemán use justamente uno de estos! “¡Tendré suerte alguna vez!” La puerta del baño resultó estar cerrada.
Al cabo de un segundo esta se abrió y ante Lázaro apareció en toda su belleza la pelirroja Magda von Trippe, nieta del entrado en años Miljelen Calan.
Poseyendo una cantidad de “atributos”, Magda no era famosa por su belleza. La ropa interior de color turquesa, que llevaba puesta después de tomar el baño espumoso, no podía ocultar los matices de su constitución idiosincrásica. No se puede decir que ella sea fea… Desprovista de gracia femenina, sí. Más bien deportiva que hombruna. Y de ninguna manera era repugnante, lo que debía probar Lázaro ahora mismo.
Justamente así, ya que Magda midió al malhechor con una mirada inequívoca, cuyo significado Lázaro pudo evaluar estando ya en la habitación, en la cama. La muchacha alemana tomó la única decisión justa para sí, prefiriendo a la resistencia total a ese cubano de alta estatura y muy simpático, una capitulación activa…
Como se habría alegrado por la nieta Miljelen, que en el declive de la vida se aficionó seriamente a Sigmund Freud y sospechaba en Magda inclinaciones lesbianas. Lo que se refiere a la niña todo estaba en orden, y este resultado se hizo el resumen de todos sus esfuerzos titánicos en la rehabilitación psicológica, no demandada ni siquiera entre los alemanes turcos, Magda von Trippe.
Cuba es un país maravilloso donde la gente es jovial, sociable. Ellos bailan por doquier la salsa, el merengue y el reggaetón, siempre están contentos para ti. No les eres indiferente. Siempre quedan agradecidos por una propina. Y si no les ofreciste mucho dinero, sus sonrisas francas no se hacían menos deslumbrantes. Y esto, en realidad, está estrechamente ligado con la avaricia de Miljelen respecto a los criados.
En comparación con el Marmarís turco, donde Miljelen Calan pasaba todas sus vacaciones con la difunta Greta, los balnearios cubanos podían darles a los turcos cien puntos de ventaja. Las mulatas y mestizas, atractivas física y sexualmente, iban y venían por todos lados, y las autoridades y, lo más importante, los varones locales, de manera demostrativa, se tapaban los ojos contemplando sus cortos amores con los extranjeros. La verdad es que la policía se los tapaba con pequeños billetes en pesos convertibles. Una nadería en comparación con las costumbres de la Porta aliada.
Los turcos no son tan hospitalarios. Se portan sin ceremonia en sus pretensiones importunas a los turistas, y su religión es demasiado severa respecto a las mujeres. La cuestión es otra si hablamos de la santería cubana con su panteón de dioses, con collares de diminutas conchas marinas y semillas de árboles “sagrados”.
La admiración de Miljelen por los dioses paganos, que se asentaron en un país de católicos merced a los descendientes de los esclavos, traídos de la costa occidental de África, se explicaba fácilmente… En la época del régimen de Hitler, siendo joven Miljelen, ingresó en las Juventudes Hitlerianas, donde entre los niños se cultivaba la lealtad incondicional al Führer del Reich Germánico, la fe en la superioridad racial de los arios y el respeto piadoso al culto nórdico de Odín, el que encabeza el panteón de los dioses paganos.
Desde aquel entonces transcurrieron años y años, pero pocos son los individuos que pueden cambiar radicalmente su propia cosmovisión. Hasta bajo el influjo permanente de los golpes del destino. En cuanto a Miljelen, su nacimiento en la patria del gran teólogo Martín Lutero no le impedía amar abnegadamente al señor del país de los Nibelungos, al Rey Sigfrido, decantado por los “escaldas” a la guerrera Krimilda2 y Odín3, como ahora lo veía tan parecido al Ayaguno cubano, el dios de la guerra.
Valiéndose de los rumores que llegaron a oídos del señor Calan, el propio Fidel se encontraba bajo la protección del dios más fuerte de las dieciséis encarnaciones de Obatalá, ídolo supremo de la santería. Justamente por eso a él no le dañaban las balas, ni los complots, ni las maldiciones, el pueblo lo idolatraba, a pesar de la indignante pobreza. No es extraño, Miljelen Calan no era el primero que imaginaba a Castro, ateísta dubitativo, como adepto de su culto.
La necesidad en la mistificación se ha unido en el alma del alemán con el abecé del análisis psicológico, después de ser leídas las primeras diez páginas del grueso tomo de Freud. La obra completa “Interpretación de las visiones” él no pudo “tragársela”, aunque lo leído resultó ser suficiente para que Miljelen se creyera ser un innato psiquiatra, al descifrar los deseos escondidos de la propia nieta.
En Cuba el alemán podía ayudar a Magda y el riesgo apenas serían cincuenta euros. En la playa don Calan contrató a uno de los gigolós locales, con zarcillos en los dos lóbulos. El muchacho se llamaba Guillermo y le ordenó que al atardecer se presentara en la habitación de su chica como si fuera un masajista para demostrarle de manera convincente todas las ventajas de la esencia masculina. Miljelen le suministró con aversión un condón, y así Guillermo adquirió un especial artículo de goma.
El abuelo avisó a Magda acerca de la visita de un mago–relajador. Debido a eso, se preparó minuciosamente, literalmente dicho, se lavó con fragancias. El abuelo era tan delicado que previamente comunicó sobre su intención de ir a una excursión a La Habana nocturna. Eso significaba que ella se quedaría con el mago Guillermo tête-à-tête. ¿Quería ella aprovechar la situación? Naturalmente…
Antes de que llevara al cubano a la cama, Magda le quitó al huésped, enmudecido y tomado por sorpresa, el sombrero de paja, de donde comenzaron a caer ciertas prendas, entre estas, el agua de Colonia y el portamonedas del abuelo. Y la videocámara… “El macho” la pudo coger al vuelo y cuidadosamente la volvió a colocar en el puf con las palabras:
– Bitte, danke schön. Hard life und I am sorry… Das ist total en mobilizationen4 A lo que Magda le contestó:
– “¡Cuba libre! ¡Hasta la victoria siempre!”, dejó a Lázaro en calcetines, de paso se quitó la ropa interior, y como por encanto, por la ironía del destino, la tiró directamente en el cilindro del sombrero.
Una vez desnuda completamente la alemana, Lázaro concibió que el ser, que apareció de repente del cuarto de baño, era del género femenino. En primer lugar. En segundo lugar, no tenía la intención de armar un escándalo por su incursión delictiva. Tercero, es que lo quería claramente…
De parte del muchacho no había ni deseo siquiera, pero el miedo a veces hace maravillas…
Acabado
2
Krimilda es un personaje de la obra épica germánica el Cantar de los nibelungos
3
Odín (nórdico antiguo Óðinn), también llamado Wotan o Woden, es considerado el dios principal de la mitología nórdica, así como de algunas religiones etenas.
4
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