El Aborto Es Un Homicidio. Andrzej Stanislaw Budzinski
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El aborto es un homicidio
Andrzej Budziński
traductor
Roberto Rojas
© 2019 Andrzej Budziński
Primera edición 2019
Portada : Andrzej Budziński
https://www.traduzionelibri.it/default.asp
Verona 2019
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Introducción
Al principio me gustaría contarles un episodio de la vida de mi amigo que sucedi ó hace m ás o menos unos 40 años. Éramos j óvenes, ten íamos m ás o menos 18 años. Mi amigo ten ía una chica, podemos decir que era su novia. Sabía tantas cosas sobre él como suele suceder entre amigos. Él tenía relaciones sexuales con esta chica. Un día vino a mí diciendo que su chica había quedado embarazada y no sabía qué hacer. ¡Recuerdo como si fuese hoy lo desesperado que estaba! Pero al final, pensando un poco, decidió que la mejor solución era hablar con sus padres. Así lo hizo, tal y como lo había decidido. Fatalmente, el padre de su chica era ginecólogo y corrían los rumores de que estaba haciendo abortos [1] (en ése entonces el aborto inducido estaba prohibido en Polonia). Los padres de ambos decidieron practicar el aborto, dijeron que era por el bien de sus hijos. Parecía una mejor solución, como me decía “ para no arruinar su futuro”. Parecía que mi amigo y su novia estaban contentos porque encontraron la solución para salir del problema, “por su propio bien”. Lo más trágico de esta situación es que la "intervención" (que en realidad es el homicidio) lo quería hacer el padre de la chica. A pesar de que era joven, no era capaz de comprender: ¿Cómo puede un padre hacer abortar a su propia hija? ¡Era algo inaceptable para mí! Todo salió exactamente según lo planeado. Al principio se sintieron como si se hubiesen quitado un gran peso de encima. Incluso, parecían felices. Resolvieron su problema. Poco tiempo después, mi amigo y su novia comenzaron a drogarse. Se separaron ¿Se imaginan el final de la historia? ¡La ex novia de mi amiga se suicidó! [2] No conozco bien los motivos por los que lo hizo. Pero es fácil de adivinar. Seguramente el aborto tuvo una gran influencia en su decisión. ¡Los padres querían salvar su futuro! ¡Ahí está su futuro! ¡Ahí está su propio bien! ¡Ahí está lo mejor para ella! ¡Ahí está la salvación! ¡La muerte!
Unos días después de su muerte, mi país se conmocionó con la noticia de que encontraron una carta de la chica. Nunca la vi. Sólo puedo mencionar lo que dijeron los dem ás. El texto debe haber sido m ás o menos as í: “Después del aborto no pude encontrar la paz. Caí y me deja llevar por las drogas, pero incluso esto no me dio la paz. Al final, no fui capaz de manejar mi dolor causado por el aborto. Creí que el aborto podría resolver mis problemas, en cambio me ha llevado a la muerte. No hagan lo que yo hice, porque el aborto es un homicidio y suicidio al mismo tiempo”. ¡La muerte lleva a la muerte! Con éste testimonio, quería comenzar el con el argunmento “El aborto es un homicidio” [3] . Cuando le leí la historia de los dos novios a mi esposa, ella dijo “es una locura” y “desgarradora”.
Los hombres del vómito y del maligno.
El aborto, éste es un tema muy candente que suscita muchísimas polémicas y discusiones parlamentarias y también entre nosotros. ¡Cualquiera es un profesional! ¡Cualquiera está en contra! ¡A cualquiera le gustaría apoyarse en el voto! Parece que la mejor solución sería darles a las mujeres la libertad de decidir. Pero pensando lógicamente, nadie debería darnos la libertad de decidir porqu e ya la tenemos, desde nuestro nacimiento. Creo que ninguno de nosotros tiene dudas sobre nuestro libre albedrío, eso no depende de que alguien nos permita hacer algo o no, porque la libertad de decidir está tallada en nuestra naturaleza humana. Según esta ley natural, podemos actuar de acuerdo con eso que consideramos que es adecuado para nosotros.
Ahora, sin embargo, me gustaría detenerme un poco en estas personas que desean apoyarse en el voto, que están en el medio entre el sí y el no, que dicen “Síno” o “Nosí” al mismo tiempo. ¡Atención! Tal comportamiento simplemente significa la prueba de cómo lavarse las manos ante cualquier responsabilidad. Como de costumbre, el pensamiento bíblico nos ayuda a comprender mejor éste problema. En el Evangelio según San Mateo está escrito: “[37] Sea, pues, vuestra palabra: Sí, sí; no, no; pues lo que se añade de más, procede del maligno.” (Mateo 5:37). El mismo discurso se repite en el Apocalipsis: “[15] Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! [16] Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Apocalipsis 3:15-16).
La comparación entre las personas que quieren apoyarse de sus responsabilidades según el Evangelio y el Apocalipsis es un poco fea. Según el Evangelio, esa actitud proviene del maligno y, según el Apocalipsis, se compara con el vómito.
Conocemos en la historia a un personaje que quiso apoyarse en el voto y por esto se lavó las manos. Con éste gesto quería lavar su propia conciencia de toda responsabilidad. ¡Él se llama Poncio Pilatos! ¡ El hombre del maligno y del vómito!
¿Qué consiguió siendo tibio? ¿Salvó a Jesús de la muerte? ¡No! ¡Lo condenó él mismo a morir sobre la cruz y por esto es culpable de la muerte de un inocente Jesús! ¡Lo mismo aplica al aborto! No podemos apoyarnos en los votos lavándonos las manos, porque de éste modo somos igual de culpables, los hombres del maligno y del vómito, que dicen SÍ al aborto, quiero decir, al homicidio de los inocentes. ¡Somos cómplices! En Europa y en Italia estamos orgullosos porque hemos conseguido eliminar la pena de muerte. Una hermosa victoria porque ningún hombre tiene derecho a condenar a muerte al otro. Nos escandalizamos al escuchar que en Turquía quieren legalizar la pena de muerte [4] . ¡Piénsenlo bien! ¿Están seguros de que en Europa no existe la pena de muerte? ¿Están seguros? ¿El aborto, por casualidad, no es la pena de muerte? ¡La ley que permite que se pueda abortar libremente no es más que la pena de muerte de los inocentes! Repito: ¡De los inocentes e indefensos!
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