El Código De Dios. Aldivan Teixeira Torres
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–¡Gloria a Dios! (Renato)
–Palabras que dirigen y calman mi corazón. (Philliphe)
– ¡Aleluya! (Isael)
– ¿Quién será el próximo en enumerar los cinco conductos? (Rafael)
– ¿Puedo ser yo? (preguntó el vidente)
– Sí, hijo de Dios. (Rafael)
– Mis mandamientos son: Respeto a Dios y a las personas, no cultivar prejuicios de ningún tipo, practicar la caridad, proliferar el amor y la amistad, cultivar y mantener la integridad. (el Vidente)
– Detalles para cada uno de nosotros. (Se solicita Uriel)
– He aprendido de la experiencia de la vida que el respeto está en el corazón de todo entre familiares, compañeros de trabajo, amigos, conocidos porque impone límites y un cierto desapego necesario para mantener nuestra privacidad. En cuanto al prejuicio, no lo admito en absoluto porque el valor del ser humano no está en su raza, etnia, color, elección sexual, sexo, equipo de fútbol o clase social, sino en sus actitudes, obras y palabras que traducen el de su ser. En tu corazón está tu verdadero tesoro. Ya en la cuestión de la caridad, siempre que sea posible, es bueno ayudar a los necesitados, tanto en lo material como en lo espiritual. Este acto ennoblece el alma. En cuanto a la conducta de las relaciones, soy de mente abierta y busco cultivar el amor y la amistad con todas las criaturas. Sabes, no importa si eres de mi sexo o no, lo que importa es la afinidad, el afecto, el respeto, la individualidad de cada uno. El mundo es maravilloso sólo por la diversidad. Por último, cultivar algunos valores básicos a diario es esencial para mantener la integridad, el honor y la dignidad. Estoy feliz con lo que aprendí de mis padres, maestros de vida, amigos, parientes, conocidos, extraños y especialmente con Dios. Me han hecho un ser ético, realizado y comprometido con mi don para ayudar a toda la humanidad. (declaró el vidente)
El vidente se detiene un rato. Se pasa la mano por la cara para ocultar algo, quizás una lágrima olvidada. En sus treinta y un años de vida, había vivido experiencias y emociones intensas: Había fracasado, se había sentido decepcionado, había pasado una noche oscura de su alma lejos de Dios y de los buenos modales, pero se crió. Ahora estaba trabajando para el éxito de su proyecto "El Vidente", renunciando a otros sueños por él (porque la vida está hecha de elecciones), y tenía la conciencia de que Dios estaba con él todo este tiempo, en los buenos y en los malos tiempos. Se sintió preparado para el éxito y junto con sus colegas quiso mostrar un poco del maravilloso ser que lo acompañó al mundo. Dar su testimonio se había mezclado con él.
Al sentir este momento, sus colegas se le acercan, abrazan y consuelan de todas las maneras posibles. Unos momentos más tarde, el vidente se calma un poco más, los colegas vuelven a sus asientos y luego se reanuda el chat.
– Gracias a todos. Lamento mi debilidad. (el Vidente)
– No te preocupes. También he tenido incontables cambios de humor. (Observó a Felipe)
–Somos un equipo. Puedes contar con tu viejo Renato siempre. (Renato)
–¿Qué edad tiene? ¿No es tu Aldivan? (Interpreta a Isael)
–Viejo hombre en sabiduría y joven en edad. (Contesta el vidente)
–Gracias amigo. (Renato)
– Bueno, como todo volvió a la normalidad, ¿quién es el siguiente en hablar? (Rafael)
– ¡Yo! (Philliphe declaró)
–Tranquilo, Philliphe. (Uriel)
Felipe se levantó de su asiento y se paró en el medio, con visibilidad entre todos ellos. Se quedó allí un momento como para pensar en las mejores palabras para describir su estilo de vida. ¿Qué sugerencias tendría para que la humanidad las siguiera? Serían cinco artículos más pronunciados por un hombre que sufrió, marcado y rebelde por una tragedia, pero profundamente conmovido por Dios en esa ciudad llamada "Familiarizando en el desierto". Pasemos a su próximo discurso:
– Mis cinco mandamientos son: Dedicación al trabajo, socialización, ocio, ayuda mutua y separación de prioridades. Con respecto al primer mandamiento, puedo decir que el trabajo dignifica al hombre, sea lo que sea. Sin embargo, si su sueño está mejor colocado en el mercado laboral, luche y dedíquese hasta el final. Este es mi consejo. En cuanto a la segunda pregunta, entiendo que la socialización es esencial tanto para las ideas como para los proyectos. "Muéstrate al mundo sin miedo." El punto tres es esencial para nuestra salud mental y debe disfrutarse al menos una vez por semana. Recuerda: Dios trabajó seis días y descansó en el séptimo. Los dos últimos puntos que aprendí después de la tragedia y el consejo que doy es que luches por tus sueños. Sin embargo, preste atención a quién está de su lado y a apoyarle en todos los aspectos. El dinero no lo es todo, ni tampoco trae felicidad. (Philliphe)
– ¡Espléndido! La vida nos enseña muchas cosas a través de sus dolores. (Isael)
– ¡Y cómo! Aunque era tan joven, experimenté experiencias crueles y extrañas que me hicieron reflexionar y tomar el camino correcto. ¿Quieres que lo comparta? (Renato)
– Por supuesto. Estamos aquí para esto. (Rafael)
–Dios quiere escucharte hijo y hacerte entender. (Uriel)
–Yo también quiero saber sobre tu dolor. (Isael)
–…esperando. (Philliphe)
– Siéntase libre, camarada. (el Vidente)
– Mis quince años de vida me han mostrado muchas cuestiones de la existencia, muchas de ellas opuestas. Sin ningún temor declaran que mis mandamientos lo son: No harás daño a tu prójimo, seguirás las reglas que no interfieren con tu felicidad, no jugarás con los sentimientos de los demás, serás leal a todos, y pides buenos consejos. (Renato)
– ¿Cuál es la importancia de esto para ti? (Uriel)
– Es mi "Norte" cuando tengo dudas. (Renato)
– Muy bien. ¡Dios te ama! Quédese con esto. (Rafael)
– Gracias. Yo también lo amo. (Renato)
–…dijo Dios: "Los que me aman son los que guardan mis mandamientos y los practican continuamente. Porque la fe no vale nada sin obras". (el Vidente)
– ¡Brillante! Gracias por las palabras, hijo de Dios. (Philliphe)
– No hay de qué. (Narrador de la fortuna)
– Creo que me inserto en este contexto, ¿no es un socio? (Renato)
–Por supuesto, sí. Sólo complementé la información para los demás. (La Vidente)
– Ahora sólo hay uno para hablar, Isael. (Intervino Raphael)
– Es verdad. Mis mandamientos son: Ternura, fidelidad, compañerismo, pureza y sabiduría. Estos cinco elementos combinados hacen que el ser humano tenga un grado muy alto de elevación. (Isael)
–¡Notado!