Si Es Amor. Amanda Mariel
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“No puedes comparar mis acciones con las tuyas.”
¿No, seguro? Ella levantó una ceja esperando respuesta.
“Desde luego que no.” Ramsbury frunció el ceño. “Soy un hombre, y soy capaz de protegerme a mi mismo.”
Hannah alcanzó su pretina y sacó una pequeña pistola que tenía escondida dentro. “Yo también estoy preparada.”
El color verde de sus ojos se acentuó mientras la miraba con incredulidad. “¿Sabe Blackford que tienes una pistola?
“Por supuesto.” Ella lo dijo como si todas las mujeres llevaran una.
Ramsbury cogió el arma y le dio la vuelta sobre su mano. “¿De donde la has sacado?”
“Padre me la dio antes de morir.” Hannah sonrió bastante satisfecha consigo misma por impresionarle. “Me estaba enseñando a disparar.”
Ramsbury le devolvió la mirada, y ella sintió una inesperada ola de calor que la envolvía. Podía ver en su mirada que estaba sorprendido, pero apostaría a que también sentía cierta admiración por ella también. Quizás esto le iba a llevar a alguna parte ahora.
“¿Aprendiste?” Ramsbury pasó un dedo sobre le mango de marfil.
“Devuélvemela, y te lo demostraré.” Dijo Hannah intentando coger la pistola.
Ramsbury retiró su mano, alejando la pistola de su alcance. “No vas a disparar esta noche bruja.” El rió entre dientes.
Hannah no pudo evitar reírse también. “Creía que podíamos ser amigos.”
El se puso serio, su expresión era fría como una piedra. “Lo dudo mucho.”
“¿De verdad? Por que yo no. Hannah acarició con sus manos sus muslos vestidos con los pantalones bombachos.
“¿No podrías buscar en tu corazón y guardar mi secreto solo esta vez?”
El empezó a mover la cabeza en horizontal, pero ella continuó hablando.
“Vamos, Ramsbury, el daño y esta hecho. “¿Qué es lo que iba a ganar delatándome ahora?” Las duras líneas de su cara se suavizaron mientras sus ojos tomaban una expresión meditabunda. Alentada, Hannah continuó. “¿Y si prometo no acercarme más al Seven Dials?”
Ramsbury se frotó la barbilla con la palma de la mano. “No me hagas lamentarlo.”
Ella sonrió, se había quitado un buen peso de encima. “¿Entonces no se lo contarás a Seth?”
“Mantendré silencio bajo estas dos condiciones.” Ramsbury dejó la pistola en el asiento de cuero del carruaje. “Primero, quiero tu promesa de que no volverás al Seven Dials, y lo segundo es que te llevo casa.”
“Trato hecho.” Hannah miró por la ventana. “Parece que estamos a punto cumplir la segunda promesa, y tienes mi palabra sobre la primera.”
Ramsbury le devolvió la pistola. “¿Por qué me siento como su hubiera hecho un trato con el demonio?”
Hannah se rió mientras metió de nuevo la pistola en su pretina. “no entres en la entrada para coches. Puedo caminar desde aquí.”
“Por supuesto.” Ramsbury sacudió la cabeza.
Hannah le miró con los ojos como platos- “Si me dejas justo en la puerta Seth podría vernos, ¿Cómo le explicarías que hacemos los dos aquí juntos?
“Maldita sea.” Ramsbury frunció el ceño mientras el golpeaba el techo del carruaje, avisando al conductor que parara el carruaje. “Ya me estas haciendo lamentar nuestro trato.”
Hannah se puso en pie y caminó hacia la puerta. “Para de quejarte. Te he dado mi palabra.” Ella empujó la puerta para abrirla y saltó del carruaje.
Un segundo más tarde Ramsbury le siguió.
“¿Qué estas haciendo?
El la tomó por el brazo sonriéndole de manera desenfadada. “Acompañarte hasta la puerta hasta ver que estas a salvo como te dije que haría.”
Hannah echo un vistazo hacia su casa y luego miró a Ramsbury. “No iras enserio.”
“Oh, pues la verdad es que si.” Ahora dime. ¿Cómo piensas entrar? El miró hacia la casa y luego hacia ella.
Hannah suspiró profundamente, entonces dijo. “Escalare por el árbol hasta mi balcón, y luego hasta mi dormitorio.” Ella le sonrió insolentemente y le cogió por la solapa. “¿Seguro que no quieres unirte a mi?”
“No seas ridícula.” El dio un paso atrás, poniendo cierta distancia entre ellos. “Pero te acompañaré al árbol y me aseguraré de no te rompas el cuello en el intento.”
“Como desees.” Hannah se dio la vuelta y corrió a través del césped. Ella podría haber aceptado el trato, pero nunca dijo que lo haría según sus reglas. El tendría que no quedarse atrás si quería interferir más de lo que ya lo había hecho.
Cuando llegó a el árbol, Hannah se agarró a una rama y se aupó en ella para subir al árbol. No se atrevía a mirar hacia abajo mientras escalaba hasta el punto más cercano a su balcón. Cuando miro fugazmente vio a Ramsbury observándola.
Ignorándole, Hannah se agarró de la repisa de piedra que rodeaba la casa y se aupó a la pequeña estantería que esta creaba. Como deseaba ella ver ahora la expresión en la cara de Ramsbury. Desafortunadamente, ella no se atrevía a mirar desde sus peligrosa posición. La repisa no era lo suficientemente ancha. Todo lo que ella pudo hacer fue arrastrar los pies con la espalda pegada a el lado de la casa.
Ella se acercaba a su balcón centímetro a centímetro, entonces estiró el brazo para coger la verja. Con el corazón latiéndole muy deprisa, Hannah se aupó dentro del balcón. Ella se inclino por un lado de la verja para saludar a Ramsbury. “Ya es libre de irse milord.”
A través de la oscuridad, ella apenas pudo ver que cara tenía el, pero sus palabras le llegaron con nitidez. “No somos amigos.”
Entonces el sintió el calor en sus mejillas. ¿Por qué sus palabras mostraban resentimiento?
CAPÍTULO 2
Graham Fulton, marquesa de Ramsbury aceptó un vaso de whisky y se bebió el contenido. Blackmore hizo exactamente lo mismo antes de girarse hacia el. Graham no pudo evitar notar las oscuras bolsas bajo los ojos de su amigo, sin duda causadas por otra noche sin dormir o de preocupación por su hermana. El apostaría a que no había pegado ojo en todo la noche preocupado por la picara de su hermana.
Graham no le contaría lo de Lady Hannah, aunque el quería hacerlo desesperadamente. La muy bruja merecía ser castigada por todo el estrés y las noches sin dormir que ella causaba. ¿Por qué había tenido el que darle su palabra?
La visión de ese cuerpo exuberante suyo vestido con esos malditos bombachos no le abandonaba y el sentía culpable. ¿Qué demonios era lo que le pasaba? Ella era la hermana problemática de Blackmore. Graham no debía cortejarla- menos aún sentirse atraído por el demonio. Pero sin embargo el lo estaba.
“Pareces