Una Oportunidad Para Amar. Brower Dawn
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Índice
EXTRACTO: Eternamente mi duque
EXTRACTO: Todas las damas aman a Coventry
Una Oportunidad para Amar Copyright © 2020 por Dawn Brower
Todos los derechos reservados.
Arte de portada por Mandy Koehler
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida de ninguna forma o por ningún medio electrónico o mecánico, incluyendo sistemas de almacenamiento y recuperación de información, sin permiso escrito del autor, excepto para el uso de breves citas en una reseña del libro.
publicado por Tektime
Prólogo
Abril de 1816
La primavera siempre había sido su estación favorita. Lady Lenora St. Martin no tenía mucho más que esperar y la idea de un nuevo comienzo le atraía. Cada primavera la vida florecía y el árido paisaje se llenaba de belleza y maravillas. Esto también ocurría en los salones de baile de Londres. Aparecían nuevas debutantes en sociedad, la última cosecha de verdaderas bellezas inglesas se ponía en exhibición para aquellos caballeros que buscaban una esposa.
Lenora nunca había sido considerada una belleza...
Ella lo sabía y por eso desde hace mucho tiempo se había resignado a su suerte en la vida. Tenía el pelo castaño oscuro y los ojos color avellana, ambos tonos eran aburridos. Sus escasos atributos unidos a su timidez, la hacían mantener su inseguridad y su rol de patito feo. Nadie se fijaba en ella y aceptaba esta realidad con bastante serenidad. Un salón de baile atestado de gente activaba sus peores ansiedades. Su primo Bennett, el Marqués de Holton, insistía en que asistiera a las reuniones sociales. Lenora entendía sus razones aunque no estaba particularmente de acuerdo con ellas. Bennett esperaba que ella encontrara un pretendiente, que se enamorara, se casara y formara su propia familia. Todas esas cosas sonaban maravillosas. Pero ella sabía que no era probable que le ocurrieran estas cosas. Al menos no a ella...
Este baile era especial, muchas debutantes y sus madres anhelaban asistir pues representaba una gran oportunidad. Las jóvenes señoritas coqueteaban con sus pretendientes y sus madres cotilleaban con otras señoras. Los patitos feos hicieron lo que mejor sabían hacer: quedarse de pie esperando ser notadas. Lenora; por otro lado, no hizo nada de eso. No se limitó a quedarse esperando que algún caballero desorientado la descubriera y la llevara a la pista de baile. Eso habría sido demasiado predecible y probablemente era lo que su primo esperaba que hiciera. No, Lenora no hizo nada según los estándares normales. Odiaba que la notaran y le hubiera encantado quedarse en casa leyendo una de sus novelas favoritas. Así que intentó lidiar con esta desagradable situación y se escondió en el rincón más oscuro que pudo encontrar.
La primavera podría significar nuevos comienzos, pero también significaba nuevas reuniones sociales. Presentarse en sociedad la hacía sentir muy incómoda. Se hubiera sentido muy feliz quedándose en casa para pasear por el jardín o simplemente para disfrutar de la luz del sol que entraba por la ventana de su dormitorio. En cambio, se vio obligada a presentarse en un salón de baile y a esconderse en un rincón.
"¿Qué hace una mujer tan encantadora como tú en este oscuro rincón?" Su voz era cálida como la miel en un ardiente día de verano. Su tentadora dulzura la envolvía y le hacía desear el sabor... de algo. También era el mayor libertino de todo Londres. Julian Everleigh, el Duque de Ashley era un afamado seductor. "Ven a bailar conmigo ratoncita".
Lenora arrugó su nariz ante la actitud cariñosa de él. Le fascinaba Julián, pero sabía que no debía aceptar nada que le ofreciera. Visitaba a su primo con suficiente frecuencia y por ello no se sentía afectada por sus coqueteos. Sin embargo, secretamente los disfrutaba y quería saborearlos cada vez que él se dignaba a hablar con ella. "No, gracias", dijo ella en voz baja. "Estoy bien, lo prometo".
A modo de respuesta él se rio con ligereza y luego hizo un mohín con los labios hacia arriba, exhibiendo la sonrisa más pecaminosa que ella había visto jamás. Aunque no había visto muchas... La mayoría de los caballeros no se fijaban en ella y tampoco sonreían al verla. "No deberías prometer algo si no es cierto, pequeña", dijo. "Nunca hago promesas, pues me conozco demasiado bien. Las romperé a la primera oportunidad que se me presente". Julián le guiñó un ojo y la hizo sentir mariposas en el estómago como nunca antes en su vida. "En lugar de prestarle atención a tu promesa, me aseguraré de que recuerdes para siempre este baile. Soy bastante bueno bailando". Extendió su mano. "Ahora, por favor, hazme el honor de pasar un rato conmigo. Necesito desesperadamente protección de avances no deseados". Al hablarle se inclinó lo suficiente para que ella pudiera sentir su cálido aliento. "¿Estás dispuesta a ser mi salvadora?".
En ese momento le habría prometido cualquier cosa, pero se contuvo. Él mismo había dicho que las promesas no significaban nada para él y admitió abiertamente que las rompía a menudo. La promesa que ella estaba a punto de hacer no tendría ningún valor para el duque. Así que sólo se limitó a sonreírle, aunque se mostraba algo indecisa. La sola idea de bailar frente a todo el mundo la aterraba. "Puedo intentarlo..."
"Con eso me basta", le respondió él.
¿Por qué tenía que ser tan guapo? Era demasiado bello y demasiado atractivo