El Ciudadano Inválido Y Otras Historias. Foraine Amukoyo Gift

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El Ciudadano Inválido Y Otras Historias - Foraine Amukoyo Gift

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en el balcón. El sol de la mañana caía sobre nosotros. El sol era como un bálsamo que sana. Estaba muy frío anoche, el leve calor apacigua mi piel. Mira se sentía en casa. Estaba en una camilla. Le puse algunas almohadas para apoyar su espalda y brazos.

      ̶ Tejiri, eres el mejor cuidador. Prometo no molestarte.

      Se veía frágil. La mayor parte de su peso se había desvanecido. Sus ojos eran del color de un rio verde, apagados y tristes. No podía ver la felicidad que su rostro solía irradiar. Abrí una barra de chocolate y le di un mordisco.

      ̶ Tejiri, dame un poco, por favor.

      ̶ Mira, eres diabética. Esto tiene azúcar.

      ̶ Tejiri, Tejiri, ¿un cadáver puede morir? – se burló.

      ̶ No puede ser. Lo lamento. Ten esto Mira y el resto está en la nevera.

      Abrí más el empaque de chocolate y se lo di a Mira. Comió el suave chocolate con placer. Sonrió. Saboreó el bocado y le dio otro mordisco.

      ̶ Mira, es tiempo de tu baño.

      ̶ Tejiri, déjame tranquila. Amo este lugar – Mira se acurrucó más en la suave cama.

      ̶ Sabía que te encantaría. Siempre dije que iba a construir una isla personal para ti. Lamento que haya llegado tan tarde.

      Mira suspiró con fuerza.

      ̶ Tejiri has hecho suficiente. Estoy muy orgullosa de ti. Ahora eres un exitoso Ingeniero Petrolero. Salud por más abundancia – me dio un trozo pequeño de chocolate.

      Lo tomé y comí. Volteé a observar la vista pacífica de la isla. Un torrente de viento fresco golpeó mi rostro.

      ̶ Esta riqueza no significa nada sin ti para disfrutarla.

      ̶ Ve por esos chocolates. Quiero comerme cada barra que tengas en esa nevera

      ̶ Está bien Mira, buscaré los chocolates.

      ̶ Te quiero, Tejiri.

      ̶ Mira, sabes que te quiero muchísimo – le di un beso rápido en la frente.

      Mi vejiga estaba llena. Fui al baño. Mientras orinaba, una brisa fría acarició mis piernas. Temblé por el escalofrío repentino. Me pregunté de dónde venía porque la temperatura del lavabo era tibia. Miré a la puerta cerrada y a la ventana. Sacudí mi cabeza, bajé el agua del retrete y lavé mis manos.

      Me tomé mi tiempo para desenvolver todos los chocolates en una bandeja y la cubrí con un paño. En mi camino al balcón, pateé mi pie y aullé. Herí mi dedo gordo. Ignoré el dolor y me apuré a la terraza.

      Mira estaba relajada en una posición agradable. Había puesto una almohada bajo sus pies. El chocolate embadurnado en sus labios. Sonreí y puse la bandeja en una mesa. Me arrodillé frente a ella.

      ̶ Mira, hay muchos chocolates. ¡Tendrás un festín!

      Mira estaba en silencio y no se movía. Tomé su mano. Su cuerpo se había puesto frío. Sus ojos habían quedado abiertos. Cerré sus párpados y sorbí por la nariz. Mira no esperó para despedirse de mí. Por mis mejillas corrieron lágrimas.

      Dos

El Título Transicional

      Jessanació en Jagua. Cuando el hombre más Viejo murió, él buscó cómo ascender a la posición. Recibió noticias impactantes del consejo de coronación sobre que no era originario de Jagua. Por lo tanto, no podían coronarlo como el Okpako (hombre más viejo de la aldea). Sus ancestros habían sido extranjeros. Jagua era hospitalario y se habían establecido en la comunidad.

      El primogénito de Jessa, Jaja, estaba muy enfadado. Juró demandar a la comunidad ante un tribunal. Quería probar que estaban equivocados y que su clan de la cuarta generación no eran forasteros.

      Jaja argumentó que cuando un individuo ha estado durante varias décadas en un territorio, naturalmente se vuelve habitante del estado. Los migrantes eran aceptados y respetados como ciudadanos comunes. Tenían ventajas iguales a pesar de que no había documentación legal de su ciudadanía en el pasado. Jessa persuadió a su hijo de ir a la corte.

      Sin embargo, Jaja era persistente y presentó el caso. Le dijo a su padre que una denuncia pública de su clan era deplorable.

      ̶ Mañana iré por el pueblo haciendo preguntas – dijo Jaja –. Voy a encontrar nuestras raíces.

      Al día siguiente, Jessa fue por una caminata nocturna. Jaja estaba esperando en la sala de estar cuando volvió. Jaja se levantó y guio a Jessa para sentarlo. Puso el bastón de su padre contra la pared.

      ̶ ¿Dónde has estado? – preguntó Jaja – Te ves exhausto. Te traeré un vaso de agua.

      Jessa se tomó el agua y la terminó lentamente. Jaja tomó la taza y la puso en la mesa.

      ̶ Gracias, hijo mío. ¿Qué descubriste? Estuviste fuera durante mucho tiempo– dijo Jessa y sacó su snuffbox1. Puso un poco del polvo en sus orificios nasales. Aspiró y pellizcó su nariz.

      ̶ Padre, rastreé nuestro linaje a Ebito. Es cuatro pueblos más allá de Jagua. Ahí fue dónde tu bisabuelo migró. La gente me dio una cálida bienvenida. Padre, reconocieron la marca de nacimiento en mi mejilla. Dijeron que tu bisabuelo tenía la misma marca – Jessa asintió con emoción –. Iré y construiré una casa, un nuevo hogar para nosotros – dijo Jaja.

      Jessa no estaba feliz con las noticias. No quería dejar Jagua. Esta tierra ha sido su legado.

      ̶ ¿Por qué construir una casa tan pronto? – preguntó Jessa preocupado. Agarró la taza y la puso entre sus piernas.

      Jaja vio que su padre estaba infeliz.

      ̶ Padre, ¿por qué estás triste? Deberías estar feliz. Hemos descubierto nuestra verdadera identidad. Al dejar Jagua sé que perderemos muchas cosas, algunas posesiones y recuerdos preciados. Me encantaría quedarme, pero la comunidad ha ridiculizado el honor de nuestra familia. No te preocupes, padre. Nunca es muy tarde para empezar de nuevo. El peor daño debió ser que no pudimos rastrear nuestra ciudad natal. Lo bueno es que los hermanosguardaron una porción de tierra para nosotros en Ebito. Me iré a Ebito esta noche. Tenemos mucho trabajo que hacer. Llamé a mis hermanos en mi camino de vuelta de Ebito. Han enviado dinero para los materiales de construcción – Jaja se arrodilló frente a su padre y tocó sus pies. Jessa acarició su hombro. Jaja llevó la taza a la cocina y fue a su habitación. Jessa se veía serio.

* * * * * *

      En la mañana, Jessa salió a caminar por el pueblo en un silencio taciturno. Fue a la orilla del rio, donde había pasado la mayor parte de su tiempo nadando de chiquillo y pescando de adulto. El rio estaba bien para él. Fue en su hermosa arena blanca que encontró un enorme diamante.

      Jessa no lo deseaba para sí mismo, todo el pueblo se benefició una vez que vendió el diamante. Envió a sus hijos y otros niños de la población a una escuela en la ciudad. A sus hijos les iba bien en sus carreras.

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<p>1</p>

Snuffbox se refiere a una cajita llena de tabaco para inhalar por la nariz.