El Aroma De Los Días. Chiara Cesetti
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No os preocupéis por mí. Un abrazo para todos.
Clara
La había visto cambiar en aquellos meses. Había visto como se había aislado cada vez más, como permanecía encerrada en su habitación por toda la tarde y como no desease ni siquiera la cercanía de Antonino. Había intuido que albergaba un pensamiento secreto al que no quería que nadie se acercase. Con ella era difícil llegar hasta el fondo y hacía mucho tiempo que había renunciado a hacerlo.
–Me he equivocado. Debí intentar comprender cuáles eran sus pensamientos. ¿Por qué? ¿Por qué nos ha hecho esto? Si hubiese hablado habríamos discutido, es verdad, pero con el tiempo habría comprendido. Bastaba hablar y esperar.
Esperar. Demasiado joven e impulsiva Clara para esperar.
Ahora estaba convencida: había ocurrido todo durante la nevada. Después de esos días Clara estaba todavía más taciturna y más inquieta. Realmente había sido entonces cuando había sentido nacer un sentimiento nuevo, nunca antes experimentado, tan diverso del amor conocido hasta el momento. Repentino, absoluto y total como todas las cosas a las que Clara quería y que la empeñaban tanto como para rayar la perfección.
–Justo, fue entonces ―pensaba Giulia.
Ahora se daba cuenta cómo en aquellos días Clara buscaba cualquier motivo para estar junto con los otros, ella que habitualmente era poco partícipe.
Con la carta entre las manos volvía a recordar aquel período. La nieve había obligado a todos a la más total inactividad, a una convivencia forzada que había dilatado el tiempo. Largas charlas alrededor de la mesa mirando el cielo plomizo. La nieve había caído ininterrumpidamente día y noche y Clara, contrariamente a cuando estaba cada tarde sola en su habitación, estaba siempre presente. Incluso entonces no se le había escapado este nuevo comportamiento pero lo había justificado pensando en la situación particular de encontrarse juntos sin tener nada que hacer. Cuando, finalmente, Fosco había insistido para que él y Rudi partiesen, recordaba haberse asombrado. Junto con Giovanni había intentado retenerlos por todos los medios todavía algunos días. Las carreteras no eran todavía seguras, sería un viaje difícil. No recordaba las palabras de Fosco pero recordaba cómo había sido inflexible en su decisión y ella había imaginado en aquella urgencia la necesidad de no ausentarse más del trabajo en Milano. Desde entonces no había venido a verles. Quizás había esperado que el tiempo los hubiese separado, quizás él mismo había luchado contra aquel amor del que no ocultaba las dificultades. Todavía le eran desconocidas la fuerza y la determinación de Clara.
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