El Viaje De Los Héroes. Cristian Taiani
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Читать онлайн книгу El Viaje De Los Héroes - Cristian Taiani страница 18
Ado miró a Rhevi de una manera poco amable. "¡Dile que con lo que le has dado será suficiente!", tronó.
La chica le echo una mirada gélida, pero esta vez no dijo nada. Ni siquiera el gnomo probó suerte por segunda vez, asintiendo tímidamente con su cabeza.
Bimpotin tomó un tazón de zanahorias y ensalada y se lo pasó a Rhevi, mientras que el mago y el guerrero comenzaron el banquete con los dos hermanos que estaban frenéticos en el servicio y felices de haber cerrado un gran trato.
"¿Por qué se dirigen al bosque, si no les importa que pregunte?" preguntó Boddybock con curiosidad mientras encendía una larga pipa, que desprendía un humo bastante fragante.
"Asuntos de negocios, nada peligroso. Hay un pequeño pueblo cerca de allí, ese es en realidad nuestro destino. Como bien sabes, no podemos decir nada más", respondió Rhevi.
"¿Puedo probar un poco de esa hierba aromática? Parece bastante buena", preguntó Talun, extendiendo su mano a Boddybock. El gnomo le pasó la pipa y el mago le dio una Buena fumada, y luego arrojó una gruesa nube de humo. "Mmm, muy bien, felicitaciones, ¿tienes, algunas hojas que puedas venderme? Puedo darte esto", dijo, mostrando una moneda de plata. "Puedes comprar algunas hojas con nuestro amigo Bimpotin".
El gnomo entró en el dormitorio y volvió con una bolsa de cuero. "Aquí tienes, de lo mejorcito", dijo, entregándosela. "¿Puedo pre... preguntar cu... cuál es su... nombre?" añadió.
El chico tomó la bolsa y dijo: "Talun el mago".
Rhevi miró al pequeño gnomo y le dijo: "Rhevi, encantado de conocerte, y este es Adalomonte". Señaló al guerrero que fingía no oír y estaba sentado junto a la ventana mirando hacia afuera.
"Bueno, el placer es todo nuestro. Pasaremos mucho tiempo juntos. Parecen buena gente".
"Por nuestro trabajo a veces tenemos que tratar con bandidos violentos" explicó Boddybock, pero no había terminado la frase cuando su hermano le interrumpió. "Hemos estado en peligro de de... mo... morir un... muchas veces, pero tenemos la piel dura, una vez que escapamos de las garras de un uuubriaco, él no... que…quería pagarnos, pero mi hermano, cuando... se trata dinero, se convierte en una máquina de gueeerra, él... le… le cortó el dedo", dijo con una risa y una expresión divertida mientras sacaba su pipa también.
"¡Felicidades! Pero no les daremos estos problemas", respondió la media elfa.
Pasaron la tarde acordando la hora de salida y los detalles de lo que harían al día siguiente. Finalmente, le dieron las buenas noches a los gnomos y se fueron a dormir a sus camas. Sólo a Rhevi se le permitió dormir en una cama pequeña. Los otros tuvieron que conformarse con el húmedo piso de madera.
La noche transcurrió rápidamente tanto para la media elfa como para el mago, no ocurrió lo mismo con Adalomonte, que fue asaltado por sus pesadillas.
Se encontró en un campo bajo una lluvia torrencial, corriendo, ¿pero de qué estaba huyendo? Sintió el aliento en el cuello de un ser que lo perseguía, diciendo: "¿Pero no entiendes que no puedes escapar? Te encontraré, no puedes esconderte de mí, yo soy tú, soy quien cumplirá tu destino tarde o temprano." La fría voz provenía de su interior. Ado abrió los ojos, para dares cuenta de que aún era de noche, salió a la oscuridad armado tan sólo con su espada. El frío le golpeó con fuerza, se había olvidado de vestirse, pero esto no le molestó, no podía recordar por qué, pero su cuerpo parecía endurecido e inmune al clima.
Se sentó en el muelle mirando el río que fluía debajo de él, acompañado por el sonido del agua, se relajó con su espada, se durmió como un guerrero que muere en su última batalla.
Rhevi oyó abrirse la puerta y vio salir a Adalomonte. Se preguntaba a dónde iba. No perdió tiempo, se levantó en silencio y se acercó a la ventana que daba al pequeño puerto, pequeños copos de nieve caían a través del crepúsculo, el guerrero estaba inmóvil, sus poderosos hombros parecían haber sido forjados para soportar el mundo, y ella lo miró fijamente.
CAPÍTULO 13
¡Navegamos!
Vigésima Era después de la Guerra Sangrienta, el puerto
Llegó el amanecer, los cálidos rayos del sol se filtraban por las ventanas, la luz iluminaba el polvo del aire. Talún abrió los ojos y observó a Rhevi mientras preparaba la embaración con los gnomos.
"Buenos días", dijo mientras se estiraba. "¡Qué frío!" Rhevi le trajo una taza de leche caliente. "Bébelo, te servirá para entrar en calor, ha nevado esta noche. Prepara tu bolso, zarparemos tan pronto como termines de comer", dijo.
Se levantó y cuando se acercó a la ventana vio al guerrero que barría el aire con tal fuerza que la nieve debajo de él se arremolinaba como si el fuerte viento del este estuviera soplando.
"Eso me da escalofríos".
"Durmió toda la noche afuera tan solo con esos pantalones de cuero", dijo Rhevi al acercarse a la ventana.
Talun abrió los ojos. "Rhevi, ¿podemos confiar en él? No parece normal", comentó. "Conozco muchas razas, pero nunca había visto a nadie parecido a él, no creo que sea de las Siete Tierras".
"Por ahora no tenemos elección, y hasta ahora no ha sido un mal amigo. Por el contrario, ha luchado a nuestro lado con valentía", señaló la media elfa.
"No con valentía, más bien con locura en sus ojos", concluyó el mago.
Los gnomos estaban listos, habían cargado la pequeña bodega y los estaban esperando. El guerrero entró en la casa, se secó y se puso su armadura.
"¿Están listos?" preguntó.
"Aquí vamos, podemos zarpar", dijo Talun al salir de la casa. Viendo sólo a los pequeños gnomos, añadió: "¿Pero sólo son ustedes? ¿Cómo van a dirigir la nave? ¿No tienen una tripulación?"
Los gnomos se rieron y Boddybock respondió: "¡Sube, te mostraré algo interesante que responderá a tus preguntas!"
Todos saltaron al barco y el mago siguió al gnomo arriba donde estaba el timón, había una caja rectangular de madera sujeta a extraños artilugios, todos conectados entre sí y a las velas con cuerdas. El gnomo activó un artefacto que el mago no pudo reconocer, el barco desplegó las velas como por arte de magia y comenzó a moverse. "¡Yo controlo todo desde aquí, es nuestro invento, lo llamamos la nave voladora!"
"¡Por el sabio Erymus!" exclamó Talun.
"¡Navegamos!" gritó Bimpotin.
El efecto era muy divertido, normalmente esa frase era gritada por grandes capitanes o piratas, oírla pronunciada por el pequeño gnomo sólo podía hacer sonreír incluso a Adalomon. Rhevi lo notó, pero fingió que no había pasado nada.
El barco salió del puerto, el cielo estaba gris, algunos copos de nieve caían lentamente. Rhevi y Talun estaban impresionados por el ingenio de los dos gnomos.
El mago se paró junto a los gnomos