España Verde. País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia. Dominique Sellier
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Con el reinado de los Austrias, la marginación y la decadencia económica en el norte peninsular sigue incrementándose. Los puertos y los barcos gallegos o del Cantábrico quedan apartados del negocio de la ruta de las Indias, aunque adquieren un papel relevante en las empresas españolas en el Atlántico norte hasta el desastre de la Armada Invencible. También será importante el papel de numerosos navegantes vascos en la exploración del Nuevo Mundo y otros territorios (Miguel López de Legazpi, Juan Sebastián Elcano, Juan de Garay…).
Así, el norte peninsular entra en el siglo XVIII con un constante goteo de inmigración y absolutamente inmerso en una grave crisis económica, que se vería agravada por la guerra de Sucesión. Al contrario que en los territorios de la Corona de Aragón, sin embargo, tras este conflicto bélico Navarra, Álava, Gipuzkoa y Bizkaia conservaron sus fueros de origen medieval.
Hacia la mitad de este siglo XVIII, el espíritu de la Ilustración tiene aquí una importante representación, especialmente con las figuras de Benito Jerónimo Feijoo en Galicia y Gaspar Melchor de Jovellanos en Asturias. En el País Vasco se funda a finales de siglo un movimiento ilustrado liderado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, que fomenta un interés creciente por la unificación de las provincias vascas y prefigura la toma de conciencia de la identidad vasca moderna.
No sería hasta 1775 cuando el puerto de Santander obtuvo permiso para abrirse al comercio con América. En 1778 le seguiría el de A Coruña y poco a poco esta posibilidad se iría extendiendo a los puertos del norte peninsular. Es un periodo de cierto desarrollo económico e incipiente industrialización (hornos de fundición en Liérganes a mediados del siglo XVII, altos hornos de Sargadelos en 1796), que sin embargo se verá truncada por la invasión napoleónica y la consiguiente Guerra de la Independencia. El norte peninsular jugaría un papel relevante en este episodio histórico. Tras la batalla de Pontesampaio, en 1809, Galicia es la primera región española en verse liberada.
Siglo XIX
La inestabilidad política que vivirá España en este periodo, con constantes pronunciamientos militares, cambios de régimen y enfrentamientos bélicos, afectará de pleno al norte peninsular, que será escenario destacado de la guerras carlistas. Galicia permanece mayoritariamente en el bando isabelino, mientras que en el País Vasco el sistema foral entra en colisión con el sistema constitucional español y el carlismo se posiciona en defensa de la visión tradicionalista de los fueros, dominante sobre todo en las áreas rurales. En 1839 tiene lugar en Ramales de la Victoria (Cantabria) la decisiva victoria de los ejércitos realistas frente a los carlistas. Los fueros fueron sustituidos en las entonces denominadas Provincias Vascongadas por los conciertos económicos.
A nivel económico, es el siglo de la llegada del ferrocarril y de una incipiente industrialización en algunas zonas, especialmente Asturias y el País Vasco. En Asturias la minería se convierte en el principal motor de la economía, junto con una notable industria siderúrgica, aunque la población seguía siendo eminentemente rural, al igual que en Galicia o Cantabria. A partir 1845 se implanta en Bizkaia una industria siderúrgica moderna que se convertiría en el estandarte de la industrialización de este territorio durante las décadas siguientes y hasta finales del siglo XX.
Esta es también una etapa de renacimiento y reivindicación de las lenguas regionales tras siglos de olvido (Rosalía de Castro en Galicia) y de los movimientos políticos regionalistas y nacionalistas en Galicia y el País Vasco, que se incrementarían a principios del siglo XX. En 1817 Santander es designada capital de la provincia, cuyos límites ya eran los mismos que los de la actual comunidad autónoma. En 1895 Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco.
Siglo XX
En 1920 se crea en Galicia el grupo Nos, reivindicador de la cultura gallega, encabezado por la figura de Alonso Rodríguez Castelao, y nueve años más tarde se funda el primer partido político gallego de proyección estatal, la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), encabezado por Casares Quiroga. También en Asturias surgen a principios de siglo algunas fuerzas regionalistas. En el País Vasco estos movimientos están ya bastante más consolidados de la mano, especialmente, del PNV.
En 1931, los partidos republicanos triunfan en las elecciones municipales en las grandes ciudades. El rey se ve obligado a abandonar el país. Se proclama la Segunda República.
Texto profundamente innovador, la Constitución de la Segunda República reconoce los hechos diferenciales vasco y gallego. Sin embargo, la victoria electoral de la coalición de centro derecha en 1933 frena cualquier intento de descentralización del poder. En 1934 tiene lugar una revuelta de los mineros de Asturias que es castigada con nueve días de bombardeos.
En 1936 el bloque de izquierdas, o Frente Popular, gana por poco las elecciones generales, y en este nuevo marco político Galicia y el País Vasco logran dotarse por primera vez de un estatuto de autonomía. El de Galicia, sin embargo, no llegará a entrar en vigor: la sublevación militar de julio de 1936 da paso a tres años de Guerra Civil. De hecho, en el País Vasco el estatuto solo entrará en vigor en Bizkaia y Gipuzkoa, ya que fueron las únicas provincias que permanecieron leales a la República. El primer gobierno vasco debe exiliarse. En abril de 1937 tiene lugar el tristemente célebre bombardeo sobre la población civil de Gernika, que inmortalizaría Pablo Picasso en su cuadro universalmente conocido.
Los años de la postguerra y de la larga dictadura franquista son una etapa de represión y exilio. Los estatutos de autonomía son abolidos, cualquier intento de disidencia política, perseguido y las lenguas regionales, el gallego y el vasco, relegadas al uso doméstico. Álava y Navarra conservan durante el franquismo sus fueros gracias a haber apoyado la sublevación militar de 1936, pero no las otras dos provincias vascas. En Galicia, Castelao y muchos otros intelectuales promueven numerosas publicaciones e iniciativas desde el exilio que contribuyen a mantener viva la lengua y la cultura gallegas. En el País Vasco la oposición política deriva en actividad armada con la fundación de ETA en 1959.
Transición democrática y régimen de las autonomías
Hacia finales de la década de 1960, la oposición al régimen franquista se intensifica en todo el país: huelgas obreras, manifestaciones de estudiantes e intelectuales, corrientes autonomistas... Tras la muerte de Franco en 1975 y la coronación de Juan Carlos I, las fuerzas democráticas pueden reorganizarse en el interior del país y se inicia el proceso de la denominada transición democrática. Los partidos políticos son legalizados, incluido el Partido Comunista, así como los sindicatos. El 15 de junio de 1977 tienen lugar las primeras elecciones democráticas, con la victoria de la Unión del Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez. En 1978 se aprueba la Constitución mediante referéndum, que permite establecer el sistema de las autonomías.
Ya ese mismo año se constituía un Consejo General Vasco integrado por representantes de las tres provincias históricas que estableció una ponencia redactora de un nuevo estatuto de autonomía. Este fue aprobado por referéndum al año siguiente. En 1980 se lleva a cabo el referéndum para aprobar el nuevo estatuto de autonomía en Galicia. La abstención alcanzó el 71 %, pero el estatuto fue aprobado y entraría en vigor al año siguiente. Poco después, el primer parlamento democrático de Galicia establecerá la capital gallega en Santiago de Compostela, en detrimento de A Coruña. En Cantabria, el estatuto de autonomía entra en vigor en 1982, de manera que la provincia de Santander pasó a constituir la nueva Comunidad Autónoma de Cantabria. Ese mismo año también se hará vigente el Estatuto de Autonomía para Asturias, que a partir de 1999 recibiría el nombre de Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias.