Ética demostrada según el orden geométrico. Baruj Spinoza
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ESCOLIO
A partir de esto se hace manifiesto que, aun cuando dos atributos sean concebidos como realmente distintos, esto es, uno sin intervención del otro, no podemos concluir de ello, no obstante, que constituyan dos entes o dos sustancias diversas. Pues pertenece a la naturaleza de una sustancia el que cada uno de sus atributos sea concebido por sí, ya que todos los atributos que tiene han sido siempre simultáneamente en ella y ninguno ha podido ser producido por otro, sino que cada uno expresa la realidad o el ser de la sustancia. Luego dista mucho de ser absurdo atribuir una pluralidad de atributos a una sola sustancia, pues nada hay más claro en la naturaleza que esto, que cada ente debe concebirse bajo algún atributo y que cuanta más realidad o ser tenga, tantos más atributos tendrá que expresen necesidad o eternidad e infinitud. Y en consecuencia, tampoco hay nada más claro que esto, que un ente absolutamente infinito ha de ser definido necesariamente (como hicimos en la definición 6) como un ente que consta de infinitos atributos cada uno de los cuales expresa una cierta esencia eterna e infinita. Si alguien pregunta ahora en virtud de qué signo podremos reconocer la diversidad de las sustancias, que lea las proposiciones siguientes, las cuales muestran que en la naturaleza no existe sino una única sustancia y que esta es absolutamente infinita, por lo que tal signo se buscaría en vano7.
PROPOSICIÓN 11
Dios, o sea, la sustancia que consta de infinitos atributos cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente.
DEMOSTRACIÓN
Si lo niegas, concibe, si puede hacerse, que Dios no exista. Entonces (por el axioma 7) su esencia no implicaría la existencia. Pero esto (por la proposición 7) es absurdo. Luego Dios existe necesariamente. Q. E. D.
De otra manera
A cada cosa se le debe asignar una causa o razón tanto de que exista como de que no exista. Por ejemplo, si un triángulo existe debe darse una razón o causa de que exista, y si no existe debe darse también una razón o causa [53] que impida que exista o que suprima su existencia. Ahora bien, esta razón o causa debe estar verdaderamente contenida o bien en la naturaleza de la cosa, o bien fuera de ella. Por ejemplo, la razón de que no exista un círculo cuadrado la indica su misma naturaleza: porque ello implica una contradicción. Por el contrario, que la sustancia exista se sigue también de su sola naturaleza, pues esta implica la existencia (véase la proposición 7). Pero la razón por la que un círculo o un triángulo existe o no existe no se sigue de su naturaleza, sino del orden universal de la naturaleza corpórea. Pues de él debe seguirse o bien que tal triángulo existe ahora necesariamente, o bien que es imposible que exista ahora. Y estas cosas son manifiestas de por sí, de lo que se sigue que existe necesariamente aquello de lo que no se da razón ni causa alguna que impida que exista. Por ello, si no puede darse ninguna razón, ni causa, que impida que Dios exista o que suprima su existencia, se debe concluir de manera absoluta que existe necesariamente. Mas si tal razón o causa se diera, se debería dar o bien en la naturaleza misma de Dios, o bien fuera de ella, esto es, en otra sustancia de otra naturaleza. Pues si fuese de su misma naturaleza, por ello mismo se concedería que se da Dios. Pero una sustancia que fuese de otra naturaleza8 no tendría nada en común con Dios (por la proposición 2), y por tanto no podría ni poner ni suprimir su existencia. Así pues, no pudiendo darse fuera de la naturaleza divina una razón o causa que suprima la existencia divina, deberá darse necesariamente, si es que no existe, en su misma naturaleza, la cual, así9, implicaría una contradicción. Mas es absurdo afirmar esto del Ente absolutamente infinito y sumamente perfecto. Luego ni en Dios ni fuera de Dios se da causa o razón alguna que suprima su existencia, y por tanto Dios existe necesariamente. Q. E. D.
De otra manera
Poder no existir es impotencia y, por el contrario, poder existir es potencia (como de por sí es notorio). Por ello, si lo que ahora existe necesariamente no son sino entes finitos, entonces hay entes finitos más potentes que el Ente absolutamente infinito. Pero esto (como de por sí es notorio) es absurdo. Luego o bien nada existe, o bien el Ente absolutamente infinito existe también necesariamente. Ahora bien, nosotros existimos o en nosotros o en otra cosa que existe necesariamente (véanse el axioma 1 y la proposición 7). Luego el Ente absolutamente infinito, esto es (por la definición 6), Dios, existe necesariamente. Q. E. D. [54]
ESCOLIO
En esta última demostración he querido mostrar la existencia de Dios a posteriori para que se percibiese más fácilmente la demostración, pero no porque la existencia de Dios no se siga a priori de ese mismo fundamento. Pues como poder existir es potencia, se sigue de ello que cuanta más realidad compete a la naturaleza de una cosa, tantas más fuerzas tiene de por sí para existir y, por tanto, que el Ente absolutamente infinito, o sea, Dios, tiene por sí una potencia absolutamente infinita de existir, y que, por ello, existe absolutamente. Sin embargo, tal vez muchos no puedan ver fácilmente la evidencia de esta demostración, pues están acostumbrados a considerar tan solo las cosas que fluyen de causas externas. Y de entre ellas, ven que también perecen fácilmente las que se producen rápidamente, esto es, las que existen con facilidad. Y, por el contrario, juzgan que son más difíciles de hacer, esto es, que no llegan con tanta facilidad a existir, las cosas a las que conciben que compete más [realidad]. Pero para que se liberen de estos prejuicios no necesito mostrar aquí con cuánta razón es verdadera la afirmación lo que pronto se hace pronto perece, ni tampoco si, con respecto a la totalidad de la naturaleza, todas las cosas son igualmente fáciles o no lo son. Sino que es suficiente con señalar que yo no hablo aquí de las cosas que se hacen en virtud de causas externas, sino solo de las sustancias, que (por la proposición 6) no pueden ser producidas por ninguna causa externa. Pues las cosas que se hacen en virtud de causas externas, ya consten de muchas partes, ya de pocas, deben cuanta perfección o realidad tienen a la virtud de la causa externa y, por tanto, su existencia se origina de la sola perfección de la causa externa, pero no de la suya. Por el contrario, nada de lo que una sustancia tiene de perfección se lo debe a causa externa alguna, por lo que también su existencia debe seguirse de su sola naturaleza, la cual, por tanto, no es ninguna otra cosa que su esencia. La perfección de una cosa, así pues, no suprime su existencia, sino que, por el contrario, la pone. La imperfección, en cambio, la suprime, y por ello no podemos estar más ciertos de la existencia de ninguna cosa que de la existencia del Ente absolutamente infinito o perfecto, esto es, de Dios. Pues como su esencia excluye toda imperfección e implica absolutamente la perfección, suprime por ello mismo toda causa de duda a propósito de su existencia y da de ella una certeza suma. Creo que esto ha de ser claro para quien atienda medianamente. [55]
PROPOSICIÓN 12
No se puede concebir verdaderamente ningún atributo de la sustancia del que se siga que la sustancia puede ser dividida.
DEMOSTRACIÓN
Pues las partes en que la sustancia así concebida se dividiría, o bien retendrían la naturaleza de la sustancia, o bien no. Si lo primero10, entonces (por la proposición 8) cada parte debería ser infinita y (por la proposición 6) causa de sí y (por la proposición 5) constar de un atributo diverso, de manera que a partir