Meditación integral. Кен Уилбер
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La historia de la humanidad ha discurrido, hasta el momento, por uno u otro de estos caminos (el camino del despertar y el camino del desarrollo), pero el «enfoque integral», es decir, el modelo vanguardista que aquí estamos presentando, combina por vez primera ambos caminos y nos proporciona un método realmente profundo y eficaz de avanzar en casi cualquier dimensión concebible. Este enfoque integral puede aplicarse (y, de hecho, se ha aplicado) a casi cualquier disciplina humana. A tenor de lo que afirma la principal revista profesional de este enfoque integral,1 se ha aplicado, hasta el momento, a cerca de sesenta disciplinas humanas diferentes (desde la medicina integral hasta el mundo empresarial integral, la educación integral, el consulting integral, etcétera).
Y quienes son conscientes de ello sostienen de manera casi unánime que, si quieren seguir logrando adeptos, las religiones o espiritualidades futuras deben empezar a incluir, en sus enseñanzas, las dimensiones del desarrollo y del despertar porque, de otro modo, acabarán perdiendo a sus partidarios (que buscan resultados reales). A ello, precisamente, me refiero cuando hablo de «la religión del futuro» aplicada a nuestro desarrollo integral actual.2
¿Qué es el mindfulness?
En las siguientes páginas presentaremos ejercicios y prácticas sencillas, con la intención de ofrecerle una muestra del programa de desarrollo y crecimiento más eficaz actualmente existente que combina lo mejor de los caminos del desarrollo con lo mejor de los caminos del despertar. E insistimos una vez más en que, si esto sigue pareciéndole desproporcionado, siga acompañándonos y decida luego por sí mismo.
¿Qué es el mindfulness y en qué medida difiere, el mindfulness integral, de lo que, al respecto, nos ofrecen los medios de comunicación?
El mindfulness es una forma de entrenamiento corpomental que ha demostrado reducir espectacularmente el estrés; intensificar las sensaciones de calma, relajación y armonía; aliviar la ansiedad y la depresión; reducir el malestar provocado por el dolor; disminuir la presión sanguínea; aumentar la capacidad de aprendizaje, el Coeficiente intelectual y la creatividad y despertar los estados más elevados de conciencia a los que, en ocasiones, se conoce como «los logros más elevados de la naturaleza humana».3 Se trata de una especie de «esteroide» para las actividades humanas en general, desde las más mundanas hasta la iluminación espiritual, una práctica poderosa que tiene, al menos, 2 500 años de antigüedad a la que, durante todo ese tiempo, ha apelado el ser humano por el simple hecho de que funciona (no en vano se trata de uno de los principales ingredientes de la mayoría de los caminos del despertar).
La mayoría de los informes de los medios de comunicación occidentales que se han ocupado del mindfulness lo han hecho de un modo parecido al utilizado en un artículo de portada de la revista Time de 2004. En este caso, se han centrado en las considerables pruebas científicas recopiladas que demuestran los beneficios de mindfulness en casi todos los aspectos de la vida humana, subrayando especialmente su importancia en un mundo tan ajetreado y bullicioso como el nuestro, lleno de distracciones tecnológicas que cada vez entorpecen más nuestra capacidad de concentración. Las investigaciones realizadas al respecto prueban que los efectos de la práctica de los ejercicios básicos de mindfulness no se limitan a producir los beneficios mencionados, sino que van mucho más allá.
La práctica básica del mindfulness. ¿Y cuál es, exactamente, esa práctica? Se trata, simplemente, de sentarse en una posición cómoda, relajar la mente e, independientemente de lo que aparezca, dirigir la atención al momento presente. Siéntate, pues, en el suelo con las piernas cruzadas o en la postura del loto, coloca las manos boca arriba una sobre otra y descánsalas en el regazo, o apoya una mano en cada rodilla, o siéntate en una silla, con la planta de los pies apoyadas en el suelo, la columna erguida y las manos en una de las dos posiciones mencionadas. Focaliza y descansa luego la atención en el momento presente y date cuenta, clara y sosegadamente, de lo que está ocurriendo, tanto dentro como fuera de ti. Presta luego atención a un elemento concreto a la vez, siendo la respiración el más habitual de todos ellos. Más adelante veremos estas prácticas con más detenimiento, pero recuerda, por el momento, que la idea consiste en ser consciente de la respiración al inspirar, ser consciente luego de la pausa que separa la inspiración de la espiración, ser consciente de la espiración, ser consciente de la pausa que separa la espiración de la inspiración, ser consciente de la siguiente inspiración, y así sucesivamente. Y si, en algún momento, te pierdes dando vueltas a algo que te ha ocurrido en el pasado, a lo que crees que te deparará el futuro, o a lo que te ocurre en tu vida cotidiana (alguna situación que, durante la última semana, te haya molestado en el entorno laboral, en algún acontecimiento emocionante que tendrá lugar mañana o en algún problema de relación presente), suelta suavemente estos pensamientos y vuelve a prestar atención a la respiración. Haz esto entre 10 y 40 minutos una o dos veces al día.
Parece sencillo, ¿no es así? En realidad, es muy sencillo… hasta el momento en que lo intentas. Entonces te das cuenta del poco control que tienes sobre tus pensamientos y de la poca capacidad que tu mente tiene para llevar a cabo esta tarea. Tampoco tardarás mucho en darte cuenta de lo rápido que pierdes de vista la respiración y lo aprisa que empiezan a discurrir por tu conciencia pensamientos e imágenes. A veces te sentirás desbordado por sentimientos poderosos e indeseados y otras veces te sentirás atravesado por sentimientos extraordinariamente positivos y beatíficos. Y, cuando te des cuenta de lo poco consciente que eres de lo que sucede en tu mente y de lo que pasa en tu interior, entenderás porqué, determinada por tus pensamientos, tu conducta es tan confusa y caótica. Precisamente por ello, tu vida, en casi todas sus facetas, es menos exitosa, coherente y armónica y está lejos de tener la calidad, los logros, el cuidado y la excelencia que debería. Esa «mente de mono» confusa y errática que te acompaña a todas partes acaba socavando y determinando tu conducta en todos los dominios de tu vida. En las áreas que consigues gestionar adecuadamente, tienes mucho éxito, y, si miras con atención, te darás cuenta de que son las áreas en las que puedes concentrarte más clara, coherente y libremente y entrar en lo que se conoce como estado de flujo. Esos estados de flujo coherente te permiten hacer bien –a menudo muy bien– lo que hagas, independientemente de que tenga que ver con el entorno laboral, el mundo de las relaciones, la educación de tus hijos o, simplemente, relajándote. La meditación mindfulness es, en este sentido, una forma de conseguir que tu vida entera entre en estado de flujo.
¿En qué sentido es diferente el mindfulness integral? ¿Cuál es, pues, la diferencia que existe entre el mindfulness integral y el mindfulness normal y corriente? El mindfulness integral parte del mindfulness estándar, pero lo combina con muchos de los revolucionarios descubrimientos realizados por el modelo vanguardista anteriormente señalado y al que suele conocerse como teoría y práctica integral, que emplea ese marco de referencia para expandir los dominios de tu vida a los que puedes aplicar mindfulness y aumentar, en consecuencia, el número de entornos en los que puedes entrar en estado de flujo. Pero, por más que se trate de una posibilidad a la que todo el mundo tiene acceso, pocas personas son conscientes de ello y esa posibilidad se escapa sin que se den cuenta de ello. (Y, lo que es todavía más importante, es que se trata de una posibilidad presente, sin que lo advirtamos, en cualquiera de los estadios del desarrollo).
Ilustremos esto con el caso de nuestro idioma vernáculo, supongamos, el inglés. Cada persona educada en un país de habla inglesa acaba hablándolo más o menos bien, es decir, colocando adecuadamente sujetos, verbos y predicados, utilizando correctamente los adjetivos y los adverbios, ordenando bien las frases, etcétera. Pero si les pedimos que nos digan cuáles son las reglas de la gramática que determinan su expresión verbal, son muy pocas las personas que pueden hacerlo. Y es que, aunque todo el mundo se atenga más o menos estrictamente a esas reglas, ¡nadie es realmente consciente de ellas! Este es un ejemplo del tipo de ítems