Amor apasionado - Princesa de incognito. Victoria Pade
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—¿Te importaría venir a la cena un poco antes que los demás?
Neily estaba tan encaprichada de Wyatt que pensó que se lo pedía porque quería estar a solas con ella. Pero él no tardó en puntualizar:
—No conozco a nadie, y me vendría bien que estuvieras allí para presentármelos.
—Claro, no hay problema —dijo, decepcionada—. Espero que tu abuela quiera bajar a saludar a los invitados… el domingo pasado se quedó en la habitación.
Wyatt sacudió la cabeza.
—Se lo he preguntado hoy y me ha dicho que no le apetece. Yo la he presionado y me ha prometido que se lo pensará, pero no contaría con ello. Aunque estuviéramos en nuestra casa, con mis hermanos, y ella conociera a todos los presentes, habría pocas posibilidades de que se dignara a bajar.
—Bueno, subiré a verla de todas formas.
—Y ella se alegrará de verte. Le caes bien. Habla mucho de ti, pero nunca ha sido hábil con las relaciones sociales… tal vez podrías apuntarla a uno de tus grupos de la guardería.
Neily sonrió.
—¿Para que aprenda a distinguir lo que se come y lo que no?
—Creo que eso ya lo sabe —contestó con humor.
Sus miradas se encontraron en ese momento. Después, Neily bajó la vista a sus labios y deseó besarlo. Pero la perspectiva no la asustó como la noche anterior, cuando él se inclinó hacia el asiento de atrás del coche para recoger las bolsas. Ahora era distinto. Era la segunda vez que salían y se había divertido mucho con él. Darle un beso parecía lo más natural del mundo.
Ella alzó la barbilla ligeramente, y él bajó la cabeza del mismo modo.
Pero Wyatt se detuvo. Como si acabara de darse cuenta de lo que estaba pasando. Para alivio y también consternación de Neily.
—Bueno, tienes que irte a casa —dijo él con voz suave.
—Sí. Y tú también querrás marcharte.
Wyatt asintió.
—Pero nos veremos mañana por la noche.
—Por supuesto. Llegaré antes para poder presentarte a los invitados.
Él no dijo nada y ella se encontró incómoda con el silencio, así que añadió:
—Gracias por la pizza.
—De nada.
Wyatt se apartó un poco del coche, como para evitar más tentaciones, y ella se sentó al volante.
—Ah, y gracias por ayudarme con Sela. Sin ti, no la habría convencido para que volviera al hospital —le aseguró.
—Ha sido un placer.
Él se alejó hacia su vehículo y abrió la portezuela. Pero no entró. Se quedó en la calle, mirándola con una expresión que no pudo descifrar.
Mientras ella arrancaba y se alejaba de allí, Wyatt se preguntó si debería haberla besado.
Y lamentó no haberlo hecho.
Igual que Neily.
Capítulo 5
TÚ debes de ser Noah, ¿verdad? Noah Perry… —dijo Wyatt a uno de los recién llegados a la cena.
Para entonces había conocido a tantas personas que empezaba a confundir todos los nombres. Además, la gran cantidad de apellidos Perry y Pratt complicaba las cosas a pesar de que intentaba separar mentalmente los segundos de los cinco hermanos de Neily.
—¿O me equivoco y eres hermano de… ? —continuó.
—No, has acertado. Soy Noah Perry —confirmó el hombre—. Y no, no soy hermano de Neily ni primo suyo ni nada por el estilo. Aunque ahora formamos parte de la misma familia… mi hermano Jared se ha casado con su hermana Mara y su hermano Cam con mi prima Eden. Además, mi prima Faith se casará con Boone, el otro hermano de Neily, dentro de un par de días.
Mientras hablaba, Noah se los iba señalando entre las personas que se habían reunido para asistir a la cena de agradecimiento. Al parecer, medio Northbridge había echado una mano el domingo anterior.
—Vamos, que no solamente hay muchos Perry y Pratt sino que además se dedican a mezclarse entre ellos —dijo Wyatt entre risas—. Y dime, ¿va a casarse alguno más?
Lo preguntó de forma inocente, pero inmediatamente después se dio cuenta de que no sabía si Neily estaba comprometida con alguien. Tal vez con un Perry. Quizás, con el propio Noah. Y la idea le molestó.
—No que yo sepa. Pero quién sabe lo que puede ocurrir…
La respuesta de Noah no lo tranquilizó; aunque Neily no fuera a casarse con nadie, eso no impedía que tuviera novio. Pero se dijo que no era asunto suyo y decidió cambiar de conversación para quitársela de la cabeza.
—Si no recuerdo mal, tú eres el contratista del pueblo…
—Exacto.
—Vaya, menos mal, empiezo a sumar dos y dos —afirmó—. Quería hablar contigo sobre la posibilidad de reformar este lugar.
Noah asintió y echó un trago de su cerveza.
—No le vendría mal, desde luego.
—Sé que sería mucho trabajo. ¿Estás disponible?
—Ahora mismo tengo unos cuantos compromisos. ¿En qué tipo de reforma estabas pensando?
Wyatt contestó que quería cambiar la fontanería, la instalación eléctrica, las ventanas y los suelos, además de pintar toda la casa.
—Es decir, una reforma integral —resumió Noah.
—Sí, más o menos. ¿Podrías hacerlo? ¿O es mejor que busque ayuda en otro sitio?
—He construido docenas de casas en este pueblo. Mi equipo y yo podemos con lo que nos echen —afirmó.
—Obviamente, Home Max se encargaría de suministraros todos los materiales que necesitéis —dijo Wyatt.
Noah volvió a asentir.
—No he trabajado mucho con Home Max, pero me gustó lo que vi en la exposición del mes pasado.
—¿Estuviste en ella?
—Sí, por supuesto, y me llevé una buena impresión. Normalmente estoy condenado a trabajar con lo que puedo comprar aquí…
—Supongo que te refieres a la tienda de Hector Tyson. He oído hablar de él.