botella de su aquavit y su hazaña había vencido a todo un sistema.
CAPITULO 03: ¿Qué palabras fueron hirientes?
Oliver ya tenía 18 años. Una beca para estudiar en la Universidad de Oxford le dio la oportunidad de entrar en una de las más prestigiosas facultades del mundo. Poco antes de dejar la casa donde vivía con su familia en el noroeste de Londres para mudarse al campo universitario, su padre quiso hablar con él a solas de algo que lo venía constantemente intranquilizando.
La charla empezó de un modo inofensivo, tocando temas de cómo Oliver si iba a financiar mientras estudiara, y algunos temas relacionados con la economía familiar. Pero su padre llevó la conversación hacia el lado que él quería realmente tratar: Lo que significaba la falta de novias para Oliver.
Con algunas preguntas cortas como “Si te gustan las mujeres”, respuestas también breves hasta llegar a reconocer su homosexualidad. Oliver le pidió por favor a su padre que no le dijese nada a su madre. En la década de 1950, el mundo todavía condenaba a los individuos que le gustaba otra persona del mismo sexo. Era considerado un delito. Él le dijo a su padre que le gustaban los hombres pero que nunca había estado con uno.
Como su madre provenía de una familia judía ortodoxa, y había nacido en la década de 1890, sus opiniones sobre la homosexualidad no eran para nada compasivas, y su hijo sospechaba que no iba tolerarlo, incluso se llegó a preguntar qué diría su madre si se entera que su hijo es gay.
Igualmente, su padre se lo dijo.
“Eres algo repulsivo”, le gritó mientras bajaba las escaleras con un rostro furioso, cosa que Oliver nunca había visto antes esa expresión en su madre, al mismo tiempo le deseo que “Ojalá nunca hubieras nacido”.
Siendo adulto, pudo analizar el incidente recordándolo de manera más fría. Esas horripilantes palabras puestas en el contexto de ese momento, Oliver consideró que su madre siempre fue una persona con mentalidad abierta, por lo general, una madre comprensiva, amable y solidaria. Pero, al igual que todos, ella también era producto de su cultura familiar, y las circunstancias en esos momentos la llevaron a cerrar su mente.
Sus padres también tenían otro inconveniente en el hogar. El hermano menor, Michael, sufría de esquizofrenia. Entonces su madre debía imaginar que, teniendo uno de sus hijos con su cabeza totalmente perdida por su condición mental, la homosexualidad de su vástago mayor le haría pensar que también lo estaba perdiendo. A causa de esto, no controló sus impulsos y lo embistió con toda su rabia. Los días que siguieron a este incidente, ella se negó a entablar cualquier tipo de diálogo con Oliver. Pero el silencio no prosperó, y a los pocos días el trato con su hijo se renovó pero nunca volvió a mencionar este tema.
Aunque ella no quiso herirlo, es obvio que sus palabras lo marcaron profundamente con el dolor y el incidente tuvo un papel muy importante en el desarrollo de Oliver como persona. El hecho de tener que esconderse, con relaciones llenas de culpa por su condición sexual, lo agobió casi toda su vida.
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